La religiosidad gana adeptos entre los jóvenes occidentales

Tras décadas de creciente secularización, Occidente ha dejado de perder la fe religiosa

La Vanguardia, The Economist, 18-06-2025

Durante décadas, la afiliación religiosa que más creció en Estados Unidos fue la ausencia de religión. En 1990, solo el 5% de los estadounidenses declaraba ser ateo, agnóstico o no creer en “nada en particular”. En 2019, alrededor del 30% marcaba esas casillas. Quienes abandonaban los bancos de la iglesia se volvían más liberales en lo social, se casaban más tarde y tenían menos hijos. Las iglesias, donde antes se reunía todos los domingos la mitad de los estadounidenses, perdieron protagonismo en la vida cívica. Sin embargo, por primera vez en medio siglo, el avance del secularización se ha detenido.

En otros lugares, ocurre lo mismo. En Canadá, Gran Bretaña y Francia, la proporción de encuestados que declara no profesar ninguna religión ha dejado de crecer. En otros siete países de Europa occidental se ha frenado notablemente, con un aumento de solo tres puntos porcentuales desde 2020, frente al aumento de 14 puntos en los cinco años anteriores. El estancamiento coincide con una pausa en el descenso (persistente en el tiempo) de la proporción de cristianos en la población de esos mismos lugares y apunta a que la desaceleración de la secularización se debe a un menor número de personas que abandonan el cristianismo (y no al crecimiento de otras religiones, como el islam), junto con un sorprendente aumento de la fe cristiana entre los jóvenes, sobre todo en la generación Z (los nacidos entre 1997 y 2012).

“He probado el alcohol, he probado las fiestas, he probado el sexo… nada de eso funciona”, afirma Eric Curry, de la Universidad Pace, al relatar lo que dicen sus compañeros acerca de los intentos por superar la depresión, el tedio y la soledad. “Los jóvenes exploramos y buscamos intensamente la verdad.” Curry afirma que su reciente bautizo ha sido la mejor decisión que ha tomado en la vida.

El prolongado auge de la secularización, que Ryan Burge, de la Universidad Eastern Illinois, califica de “tendencia dominante en la demografía de las últimas décadas”, ha moldeado muchos aspectos de la sociedad occidental. Son aspectos que van desde unas actitudes más liberales hacia el matrimonio homosexual y el aborto hasta las perspectivas de crecimiento económico. Su repentino estancamiento (y su posible inversión en algunos lugares) resulta inesperado.

El responsable más verosímil del cambio de tendencia es la pandemia de COVID – 19. Los confinamientos, el aislamiento social y las crisis económicas afectaron a casi todos los países y grupos de edad coincidiendo más o menos con el momento del punto de inflexión en los datos sobre creencias religiosas. Es así, sobre todo, en el caso de la generación Z, cuyos primeros años de vida adulta se vieron trastocados por la pandemia, lo cual dejó a muchos jóvenes solos o deprimidos y en busca de un sentido.

“La pandemia fue realmente un catalizador” para volverse una persona religiosa, cuenta Sarah, una estudiante de 20 años de la Universidad Liberty tras unirse a un grupo de estudio de la Biblia por Zoom durante los confinamientos. “Probablemente más del 75% de mis amigos cristianos se han hecho cristianos desde la pandemia.”

La tendencia parece haber persistido más allá de las turbulencias provocadas por la covid – 19. De acuerdo con tres encuestas realizadas entre 2023 y 2024, la proporción de jóvenes estadounidenses que se identificaban como cristianos aumentó del 45% al 51%. Quienes declaraban “ninguna religión” descendieron cuatro puntos, hasta el 41%. En Harvard, un bastión progresista que había comenzado como seminario puritano, la mitad de los estudiantes universitarios ha asistido durante este año académico a un servicio religioso o a un acto organizado por un capellán. Tammy McLeod, capellana de la universidad desde hace 25 años, también ve la covid – 19 como un punto de inflexión: “La gente se cansó de estar sola”. Desde la pandemia, “nuestras cifras son más altas y no bajan tras el inicio del semestre”. Los capellanes de otros campus universitarios también observan lo mismo.

En los 14 países occidentales encuestados por la empresa demoscópica Pew, más personas (a menudo, el doble) afirmaron que la pandemia había reforzado su fe en lugar de debilitarla. Más de una cuarta parte de los estadounidenses vieron reforzada su fe, según Gregory Smith, experto en religión de Pew. La investigación de Jeanet Sinding Bentzen, economista de la Universidad de Copenhague, muestra que las búsquedas en internet relacionadas con la oración y otras prácticas religiosas se dispararon en casi todos los países en 2020.

Pippa Norris, de Harvard, y el ya fallecido Ronald Inglehart han sostenido que, en tiempos de inseguridad existencial, las personas tienden a recurrir a la religión en busca de consuelo. Según ellos, la religión puede explicar el sufrimiento, ofrecer esperanza y proporcionar un sentido de orden moral y solidaridad comunitaria. La asistencia a lugares de culto (a menudo en línea) aumentó en Italia en 2020; en especial, en los lugares más afectados por el virus. Las investigaciones anteriores de Bentzen sobre la devoción tras los terremotos (un tipo de conmoción diferente) muestran que la religiosidad tiende a mantenerse elevada hasta 12 años después de un evento catastrófico.

Los hombres jóvenes se están volviendo especialmente devotos, rompiendo una norma que se extiende a lo largo de las culturas y el tiempo: que las mujeres son el sexo más devoto.

Según un estudio del Instituto Estadounidense de la Empresa, las estadounidenses de la generación Z son hoy más propensas que sus homólogos masculinos a no tener afiliación religiosa.

En Gran Bretaña, una encuesta de YouGov realizada a unas 13.000 personas reveló que el 21% de los varones jóvenes que se identifican como cristianos asisten ahora a la iglesia, frente a solo el 4% en 2018, y frente al 12% de las jóvenes. Una de las razones de esta divergencia es que, cada vez más, las mujeres consideran a la Iglesia desfasada con respecto a sus opiniones más liberales.

Al tiempo que los estadounidenses más jóvenes están descubriendo la religión, cada vez son menos los estadounidenses de más edad que la abandonan. Entre 2020 y 2024, la proporción de cristianos en el conjunto de la población solo se redujo en un punto porcentual. Antes de eso, había disminuido en ese mismo porcentaje todos los años. Analizando más detenidamente cada grupo de edad, se ve que la proporción de cristianos se ha mantenido estable o ha aumentado durante esos cuatro años en todos los grupos etarios, excepto en el de los millennials. Los baby boomers, por ejemplo, son siete puntos más cristianos (79%) que en 2020. En conjunto, la desaceleración de los abandonos religiosos en varias grupos etarios y el aumento inesperado entre los jóvenes han provocado que, desde 2020, la proporción de cristianos en la población estadounidense se haya estabilizado en torno al 62%.

En otros lugares, se observan en obra fuerzas similares. España, Portugal, Italia y Finlandia, entre otros países, no son menos cristianos hoy que en 2019, según nuestro análisis de grandes encuestas europeas. Algunos países, como Austria e Irlanda, siguen perdiendo cristianos, pero a un ritmo más lento que antes. La proporción de entrevistados en Occidente que declararon a la empresa demoscópica Gallup que la religión era importante en su vida cotidiana disminuyó de forma constante entre 2006 y 2019. Sin embargo, en los últimos cinco años la cifra se ha estabilizado. En Irlanda, por ejemplo, el 58% afirmaba hace dos décadas que la religión era importante en su vida cotidiana; en 2018, esa cifra era del 48% y se ha mantenido en ese porcentaje desde entonces.

Al igual que en Estados Unidos, el motivo es una desaceleración de los abandonos de la religión y el repunte de la creencia entre los jóvenes. En la Iglesia de Suecia, las bajas activas han disminuido en los últimos cinco años y los bautizos entre los adultos jóvenes se han más que duplicado desde 2019, según señala Andreas Sandberg, que es su responsable de registros. Nuestro análisis de la Encuesta Electoral Británica muestra que tanto la proporción de la población laica como la cristiana se han mantenido estables desde 2020. Más interesante aun es que la proporción de no religiosos de la generación Z ha disminuido cada año durante ese mismo período.

Debido a que hoy en día son menos los cristianos que lo son por haber sido bautizados al nacer, muchos miembros de la generación Z que ahora se identifican con una religión lo hacen por primera vez en su vida. Algunos se sumergen en la religión de lleno, literalmente. Los bautizos de adultos en Francia durante la Semana Santa de este año aumentaron un 45%, hasta superar los 10.000, la cifra más alta en 20 años. Dos de cada cinco eran de la generación Z, el doble que en 2019. Los bautizos también aumentaron en Austria y Bélgica. En 2023, el último año del que se dispone de datos, los conversos a la Iglesia de Noruega se duplicaron hasta alcanzar los 4.000.

Los datos que apuntan a una estabilización de la secularización son claros. Estas conclusiones coinciden en varias encuestas anuales a gran escala; entre ellas, se incluyen muestreos de casi 25.000 adultos en un estudio de Harvard, 37.000 en una encuesta de Pew y 12.000 en otra de Gallup. Sin embargo, lo que no está tan claro es de si se trata de una meseta o de una inflexión sostenida. Parte de la respuesta puede depender de qué otras causas están contribuyendo al cambio, además de la pandemia. “No sabemos si se trata de una pausa temporal o si estamos asistiendo al final del prolongado auge secular”, afirma David Campbell, de la Universidad de Notre Dame, en Indiana. Y nadie sabe con certeza por qué la gente ha dejado de abandonar la Iglesia ni cómo explicar la piedad juvenil.

¿Puede la inmigración explicar por qué la secularización se haya estancado en muchos países occidentales? Es probable que no. En Estados Unidos, los recién llegados tienden a ser menos cristianos que los nativos, lo que supone un lastre, y no un impulso, para la proporción de cristianos, señala Smith. Los inmigrantes en Europa también tienden a ser no cristianos y más jóvenes que la población local. Su presencia no explica el estancamiento de la proporción de cristianos en la población, ni la pausa de la secularización en un amplio rango de grupos etarios.

En cambio, parecen estar influyendo cambios culturales más amplios. Durante la mayor parte de las dos últimas décadas, Dios ha sido objeto de mala publicidad; el ateísmo, en cambio, ganó protagonismo en la cultura popular. Libros como El espejismo de Dios de Richard Dawkins, un profesor de Oxford que en 1996 comparó la religión con el virus de la viruela, o Dios no es bueno del desaparecido periodista Christopher Hitchens se convirtieron en su momento en éxitos de ventas. Sin embargo, ahora son las ventas de la Biblia las que están en auge (un 22% más en Estados Unidos el año pasado).

En Occidente, el motor más importante de la secularización ha sido en las últimas décadas el abandono de la religión por parte de la población, afirma Stephanie Kramer, también de Pew. La pérdida de la fe ha tenido en las cifras un efecto mucho mayor que el envejecimiento, la inmigración o la fertilidad. Por lo tanto, si la salida neta de los devotos llegara a su fin, como parece estar ocurriendo ahora, los cristianos mantendrían su mayoría en Estados Unidos durante al menos los próximos 50 años, según predice Kramer, y ya no caería por debajo del 45%, como se había esperado. Casi nadie lo vio venir, al igual que casi nadie predijo la pandemia. Los designios de Dios son inescrutables… y también los de las personas.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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