Luces para la Constitución

Najat El Hachmi: "Tenemos una juventud que está siendo educada por el fundamentalismo islamista"

La escritora y articulista es una de las voces más libres y preclaras en la defensa de los derechos de las mujeres musulmanas en España, lo que la ha situado en la diana de las críticas de la extrema izquierda anti occidental y del islamismo

El Mundo, Iñaki Ellakuría Barcelona, 16-06-2025

En buena parte de su obra reflexiona sobre los conceptos de pertenencia e identidad de personas llegadas de fuera, los miedos y obstáculos que deben enfrentar en su propio entorno familiar y social.
Llegué a España con ocho años, aunque algunos de mis hermanos ya nacieron aquí. Mi intención con mi último libro es que las niñas que han venido de fuera vean reflejados en él sus sentimientos contradictorios y complejos. Estamos acostumbrados a tratar la inmigración desde un punto de vista del conflicto, el drama de la llegada, con los naufragios, etc. Sin embargo, el tiempo pasa y la realidad española es que los primeros inmigrantes ya tuvieron hijos, y estos a la vez han tenido los suyos y formado familias, y aún así no se habla tanto de cosas tan cotidianas para ellos como su relación con la religión y la cultura de sus padres, su entorno social… Cosas que te marcan y que te cuestan entender. Es un problema que tiene esta generación nacida en España, que nunca ha vivido en el país de origen de sus padres, pero que no consigue sacarse de encima su condición de extranjeros en su propio país.
Ese sentimiento de extrañeza y orfandad está muy presente, por ejemplo, en los retratos que hizo Emmanuel Carrère de los terroristas que participaron en el atentado yihadista en el Bataclan de París.
El fundamentalismo islamista y su rama más radical yihadista son organizaciones con mucho poder y de una capacidad de captación parecido al de las sectas. Saben muy bien adónde ir a buscar a las personas. El hecho de no ser reconocido como propio en la sociedad en la que has crecido y nacido te hace vulnerable, pero no es la causa única de su entrada en el yihadismo. Muchos hemos sentido eso y no se nos pasó por la cabeza cometer un atentado. Y también hay ricos o conversos que se suman al yihadismo porque es una propuesta de organización de la vida totalitaria con todos los elementos ordenados bajo estos preceptos. La renuncia a su individualidad y la libertad para someterse voluntariamente a estas organizaciones. Se parece a un proceso como el del nazismo.
La identidad en sus múltiples expresiones es un elemento central de la actual pugna política en Europa.
He llegado a la conclusión de que la identidad es un relato que te construyes tú, un relato biográfico en el que te sitúas en relación con el mundo. Si este relato lo tienes bien estructurado, sabes de dónde vienes, cuáles son tus valores, etc., no tienes ningún problema de identidad. El problema te lo provocan los demás cuando tratan de imponerte una serie de barreras y límites, de condicionantes injustos y arbitrarios. Se acaba juzgando a las personas no por sus acciones individuales, sino por lo que se supone que hace o deja de hacer el colectivo identitario en el que se les incluyen, sin saber ni preguntar si se sienten parte de ese colectivo.
Una generalización que es parecida a la que un sector del feminismo hace con los hombres, presentándolos a todos como una amenaza para las mujeres.
El feminismo llamado ahora clásico, que es el feminismo de la igualdad y que nunca fue un movimiento para señalar e ir en contra de todos los hombres, cayendo en la injusta generalización de llamar machista a todos los hombres, sino que se preocupó y se preocupa por identificar las causas de la discriminación que sufren las mujeres y de hacer políticas para acabar con esas causas. Obviamente la violencia y la discriminación las llevan a cabo algunos hombres sobre algunas mujeres, pero todos formamos parte de esta estructura. Creo que el feminismo de la raíz ilustrada, de la igualdad, los derechos, las libertades, es diferente a este nuevo feminismo de cierta izquierda que, en el fondo, es una reivindicación de las diferencias.
Usted ha recibido señalamientos e intentos de cancelación por parte de esos sectores del feminismo y de la izquierda por su oposición al velo.
Ha sido una decepción muy grande que estos sectores se hayan aliado con la misoginia islamista contra el derecho de las mujeres. El suyo es un racismo que quiere aislar a las mujeres musulmanas de todos los avances en igualdad que se han hecho en las sociedades occidentales porque consideran que nuestra procedencia, religión, hechos supuestamente distintivos, están por delante de nuestros derechos e igualdad como mujeres. Incluso no escuchan nuestras experiencias directas o el de las mujeres iraníes o afganas. Es un feminismo que vive en conceptos universitarios y académicos autorreferenciales, basados en textos, y que se van alejando de la realidad. Esta no les interesa; cuando les explicas cuál es la realidad no la quieren oír ni atender. Son pseudointelectuales que deciden, por los que hemos nacido en clases bajas, qué es bueno para nosotras. Todo desde la superioridad moral. ¿Cómo es posible que no digan nada sobre lo que pasa en Afganistán, un apartheid de género?
En las calles de España cada vez hay más menores de edad utilizando velo. ¿Le preocupa?
Y aumentarán, porque detrás hay un movimiento reaccionario y fundamentalista que no ha tolerado desde el principio que las mujeres salgamos de las casas donde nos tenían encerradas. Si miras fotos de los años 80 y 90 no había mujeres con velo en Marruecos. No formaba parte de nuestra cultura el hiyab. Lo que se impone ahora a las mujeres es una pieza ideológica, una bandera del fundamentalismo. Peligrosamente, en España no se está haciendo nada para evitarlo y se está dejando que esta ideología penetre en los barrios, en las mezquitas, a través sobre todo de las redes sociales. El fundamentalismo islámico domina muy bien la tecnología y la nueva propaganda. ¿Qué estamos haciendo para prevenir esto? Nada, solo actuamos a nivel de seguridad, deteniéndolos una vez ya se han radicalizado. Pero habría que actuar antes.
¿Prohibiendo el velo en las escuelas, por ejemplo?
Si hemos de llegar a un consenso de mínimos, la escuela debería estar libre de símbolos de violencia y opresión contra la mujer como el velo, porque el velo no es un símbolo religioso. Ni siquiera a nivel teológico, porque el Corán no dice en ninguno de sus pasajes que has de llevar hiyab, solo que tapes tus adornos, pero sin especificar. Las niñas deben ir a la escuela en igualdad con los niños y con las niñas que no son de origen musulmán. Las familias no pueden solo cumplir su obligación en lo que es estrictamente necesario. Es decir, le dejo que vaya a la escuela, pero cuando se hace mayor la tapo, no le dejo ir a la piscina, hacer otras actividades con sus compañeros de clase, que vaya de excursión… En realidad, estas niñas, a pesar de recibir una educación en la escuela, siguen soportando una presión y adoctrinamiento en sus casas que tienen consecuencias terribles para ellas.
También están aumentando los matrimonios forzados de niñas que son españolas, pero como no se apellidan Pérez, Pujol o Sánchez, pues parece que a casi nadie le importa.
Hay una clara dejación de funciones por parte de las administraciones públicas. Es terrible que la única salida para estas niñas sea la denuncia, muchas veces arriesgando su integridad. No se hace prevención ni se trabaja en estos contextos específicos. Porque el matrimonio forzado es la punta del iceberg, detrás hay muchos factores. Una presión terrible. Cuando la niña empieza a tener cuerpo de mujer y entra en la pubertad, toda la vida cambia, te empiezan a aplicar normas sobre cómo te has de vestir, comportar, con quién ir… y aumenta la presión para que te cases. Si no es un matrimonio forzado, sí hay mucha presión para que te cases pronto. Cuando te encuentras en esa situación, en los años de tránsito de niña a mujer, lo que no entiendes es que, después de haber vivido con normalidad, cuando empiezas a hacerte mayor tu familia y tu entorno empiezan a decir que nunca tendrás los mismos derechos que los hombres y debes comportarte como una buena musulmana.
Prohibir el velo en la escuela parece una medida insuficiente ante esa realidad que describe.
En España debería haber un plan específico de prevención del fundamentalismo islamista y de educación de las familias en igualdad. Se ha de educar en las familias, en los barrios, en los colegios y prevenir la violencia específica para estas niñas y mujeres. Esto no se está tratando en las aulas. Yo he ido a dar charlas a colegios y cuando les planteas cómo están tratando esa realidad, por ejemplo, la libertad religiosa, te dicen que no se puede hablar de ello. Las entidades «antirracistas» y las asociaciones musulmanas les han hablado mucho de su derecho a ser musulmanes en España, pero no les dicen que tienen derecho a decidir si son o no musulmanes, a escoger su creencia, ser ateos, etc. Es decir, que tienen libertad religiosa. Tenemos una juventud que está siendo educada por el fundamentalismo islamista. Si se hiciera un informe en España como el de Francia sobre los Hermanos Musulmanes, el resultado sería muy parecido. Porque aquí hay una fuerte penetración del salafismo, de los Hermanos Musulmanes. Colocados en las entidades antirracistas, lo visten de lucha anticolonial, antirracista, etc. Pero su objetivo reconocido es infiltrarse en las instituciones europeas.
Uno de los debates en Europa sobre el islam es si este es compatible con la democracia.
La única manera de que el islam sea compatible con la democracia es que el orden democrático esté por encima del religioso, de manera que las creencias individuales de cada uno, sean cuáles sean, se queden en el ámbito personal y privado. Que las personas que tienen una creencia religiosa no intenten imponer su visión y normas al resto de la población. Dicho esto, en España tenemos un problema añadido. No es un país laico, es un país aconfesional con una Iglesia católica que tiene unos privilegios muy por encima de la cantidad de fieles que tiene. Deberíamos avanzar hacia un modelo realmente laico. ¿Por qué esta organización privada debe disfrutar de esta alianza con el Estado? El PSOE, en vez de acabar con el concordato con la Iglesia católica, firmó una serie de miniconcordatos con organizaciones de otras confesiones. En el caso del islam, pactó con fundamentalistas que crearon la Comisión Islámica de España. Esta gente tiene un poder ilegítimo y se otorga ser la representante de todos los musulmanes en España.
En Cataluña ha emergido Silvia Orriols [Aliança Catalana] con un discurso muy duro contra el islam. No obstante, sus palabras suenan muy parecidas a las de, por ejemplo, Marta Ferrusola, mujer de Pujol. ¿No es el nacionalismo de siempre?
Sí, el discurso de Orrriols no es una novedad, lo vengo escuchando en Cataluña desde hace años y hay sectores de Junts que tienen este discurso. He convivido con este nacionalismo identitario desde el principio y eso dificulta el encaje social. Yo, que he ganado premios de literatura catalana, estoy integrada, etc.; he tenido problemas. El nacionalismo solo acepta que te sometas y aceptes todo lo que diga. Son los nacionalistas los que construyen una serie de relatos, bulos y rumores de lo que se supone que somos para aislarnos. Exigen tu integración, pero no la quieren: no quieren compartir los mismos centros sanitarios, las aulas de sus hijos… Esto te hace plantearte si es compatible la integración con una idea de Cataluña que está basada en elementos que no representan a todos.
Este discurso anti-inmigración crece en Europa, muchas personas consideran que el barrio, la ciudad, el país en el que viven ya no es el suyo.
Esta idea de la identidad va en contra de los principios de la propia Europa, basados en el orden republicano y en que prevalezcan la libertad, la igualdad y la fraternidad entre ciudadanos. De repente, han sido sustituidos por las identidades de las naciones, de la identidad de género, etc. Es un error. La identidad no debe vertebrar nuestra sociedad. Europa está renunciando, por su nostalgia de un pasado supuestamente glorioso, a esos valores laicos y republicanos, y cuando permitimos que la religión se introduzca en el funcionamiento político de los Estados avanzamos hacia unos regímenes como los islamistas, donde la religión es ley. La derecha identitaria y excluyente europea funciona de manera muy parecida a los fundamentalistas islámicos. Se basan en la construcción de un pasado ideal que nunca ha existido. Cataluña nunca ha sido pura, es un invento.
¿Cómo vivió el ‘procés’ catalán?
Me cuesta hablar de ello porque hubo momentos en los que se pretendió que se asimilara que si eras catalana debías ser independentista, pero yo, quizá de forma ingenua, escribía como pudiera tener mi propio pensamiento. Me dolió la expulsión de la catalanidad de los que no estaban a favor de la independencia o, en mi caso, de los que teníamos muchas dudas y planteábamos muchas preguntas. No perdonaré a los líderes nacionalistas que pusieran en riesgo la cohesión social.
Otro debate identitario actual gira en torno a la ideología transgénero.
Es una aberración, están vulnerando el derecho de los menores y dejándolos solos frente a una propuesta que les lleva a automutilarse y a medicarse. En España, además, no hemos aprendido de otros países como el Reino Unido y Suecia, que han rectificado tras comprobarse los efectos negativos en menores. Aquí continuamos adelante por un complejo de no ser suficiente modernos.
DNI
Nació en Nador, Marruecos, en 1979. A los ocho años se trasladó a vivir a Vic (Barcelona). Es escritora y articulista en varios diarios. Acaba de publicar Los secretos de Nur.

En 2021 ganó el premio Nadal, con la novela El lunes nos querrán. En 2008 ganó el Ramon Llull con la novela El último patriarca.

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