Sin posibilidad de volver a su hogar Chagosianos, la limpieza étnica de los habitantes expulsados del Gibraltar del Índico

El Reino Unido expulsó a los chagosianos de sus atolones y ahora deja el control del archipiélago en manos de Mauricio, que tampoco tiene en cuenta la voluntad de los habitantes originales

El Mundo, Pablo Pardo Londres , 12-06-2025

El 1 de abril de 2010 fue un día extraordinario para los animales del Océano Índico. El Gobierno laborista británico de Gordon Brown prohibió la pesca en el archipiélago de Chagos. Quedaban protegidos 650.000 kilómetros cuadrados, algo así como toda la Península Ibérica y la isla de Irlanda juntas, de los que menos de la diezmilésima parte —500 kilómetros cuadrados, un tercio de la extensión del Monte del Pardo— es tierra firme. El resto es mar: desde abismos en los que cabría el Teide, hasta el Gran Arrecife de Chagos, un paraíso de coral tan grande como la provincia de Granada.

Pero el 1 de abril es, en el mundo anglosajón, el día de los Inocentes o, literalmente, el Día de los Tontos de Abril. Y el 1 de abril de 2010 fue, para los habitantes de Chagos, un Día de los Inocentes perfecto en el que ellos eran los tontos. Porque ningún chagosiano estaba en las entre 55 y 60 islas que forman el archipiélago, que es un lugar tan remoto y en el que la tierra se mezcla tanto con el mar que nadie sabe dónde acaba uno y dónde empieza otro. Los aproximadamente 10.000 chagosianos que hay en el mundo estaban —están— en su mayoría a 2.000 kilómetros de sus islas, en Mauricio, aunque también hay poblaciones importantes en las Seychelles y en el Reino Unido.

En Chagos sólo hay británicos y estadounidenses. Todos, militares o civiles que trabajan para las Fuerzas Armadas de esos países. No sabemos cuántos. Sólo que están en Diego García, la mayor de las islas del archipiélago, que debe su nombre a su descubridor, Diego García de Moguer, un veterano de la expedición de Juan Sebastián Elcano que murió en alta mar pocos meses después de ser el primer ser humano que llegaba a aquel confín del Índico. Diego García —en inglés, sin acento— es una de las mayores bases aéreas del mundo. También, una de las más secretas. Y la razón por la que los chagosianos no viven en las Chagos.

Nadie les preguntó si querían irse. Al contrario. Así lo relataba Liseby Elisé el 3 de septiembre de 2018 ante el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya, que nació y vivió hasta los 20 años en la isla de Peros Banhos, poco menos que una lengua de arena y cocoteros de nombre de resonancias portuguesas en la que vivían unas 400 personas en chozas de barro y palma. Un día, el administrador colonial británico, Willis-Pierre Prosper, les dijo: «Teníamos que dejar la isla, dejar nuestras casas, e irnos. Todo el mundo se puso furioso. No nos dieron ninguna razón del motivo. Desde aquel momento, los barcos [que llevaban alimentos frescos desde Mauricio, que había sido colonia británica hasta nueve años antes] dejaron de venir. Nos quedamos sin nada que comer. Y un día un barco llamado Nordvaer llegó».

El testimonio de Elisé es el relato notarial, preciso, de una limpieza étnica provocada por razones geopolíticas. «El administrador nos dijo que teníamos que subir al barco, dejar todo, salvo algo de ropa, e irnos. Era de noche. Estaba tan oscuro que no se veía ni la isla». En el Nordvaer, los metieron en el oscuro, caluroso y húmedo casco. «Éramos como esclavos o animales», recuerda en su testimonio Elisé, que estaba embarazada de cuatro meses. Su comparación es adecuada. Los primeros habitantes de Chagos fueron esclavos que los colonizadores franceses llevaron desde lo que hoy es Mozambique y Madagascar a trabajar en plantaciones de cocoteros. El traspaso del archipiélago a soberanía británica, tras la derrota de Napoleón, dio a los esclavos la libertad y permitió la llegada de inmigrantes de Seychelles y Asia. De la mezcla nacieron los chagosianos, con su francés criollo, su mezcla ética, y su cultura pesquera, que ahora han prácticamente desaparecido.

La historia de Elisé es relativamente amable. En Diego García, los soldados británicos mataron a tiros a los perros de los chagosianos, que tenían con esos animales una relación similar a la de los aborígenes australianos con sus dingos, para convencerles de que se fueran. Ellos no lo sabían, pero todo su futuro ya estaba sellado desde 1964, cuando cuando el estadounidense Paul Nitze, uno de los arquitectos de la política de EEUU en la Guerra Fría, negoció con el Reino Unido la construcción de una base aérea en Diego García desde donde los superbombarderos de EEUU pueden cubrir prácticamente toda África, Oriente Medio, Asia Central, el Sur y Sudeste de Asia, el Estrecho de Malaca, parte de China y hasta Taiwán.

Y, ahora, ese destino ha dado una vuelta de tuerca. La semana pasada, el Reino Unido cedió la soberanía de Chagos a Mauricio, aunque seguirá usando conjuntamente con EEUU Diego García, por la que pagará un alquiler anual de 101 millones de libras (120 millones de euros) durante 99 años.

Esta vez, Londres tampoco ha preguntado a los chagosianos. Y tampoco Port Louis, la capital de Mauricio. Los expulsados y sus descendientes viven marginados en Mauricio, una isla con la que históricamente no han tenido relación. La única razón para que Muricio controle el archipiélago a Mauricio es que Reino Unido gobernó ambos territorios como una misma colonia. Port Louis ha usado la división administrativa colonial para justificar la expansión de su territorio, una estrategia muy común en la descolonización.

Mauricio ha empezado a violar el acuerdo antes de que la tinta de las firmas se secara. El documento dice que el 40% del alquiler de Diego García en los tres primeros años se destinará a crear un fondo para ayudar a los chagosianos, pero Port Louis ha decidido quedarse con el 100%. Así, para una parte de los habitantes de Chagos, la descolonización ha sido, en realidad, cambiar un poder colonial por otro.

La manera en la que Londres ha llevado a cabo la negociación es muy británica. Indirectamente, ese es el caso de Gibraltar donde, en sentido estricto, los llanitos – o sea, los habitantes del Peñón – no son la población indígena, sino los descendientes de los colonos ingleses que llegaron tras la limpieza ’étnica de españoles que Gran Bretaña llevó a cabo tras conquistar el territorio en 1704. Pero no es menos cierto que los llamados países del Sur global se han alineado sin ambages con Mauricio. Nadie ha querido saber qué pensaba la gente de las Chagos.

Sin ayudas económicas, esa gente no saldrá de la pobreza ni podrá soñar con regresar a unas islas remotas, sin apenas recursos y, ahora, amenazadas por la subida del nivel de los océanos causada por el calentamiento de la Tierra. Como declaraba el viernes Jean Francois-Nellan, de la organización Chogssian Voices (Voces de los Chagosianos) a la web de noticias británica The Independent, «estamos siendo borrados de la Historia y del futuro».

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