Regreso al pasado en Estados Unidos: Trump quiere que más mujeres se queden en casa
La Casa Blanca se plantea pagar 5.000 dólares por cada nacimiento, una cifra de miseria
La Vanguardia, , 17-05-2025En la modernidad de Estados Unidos, el país de Donald Trump y punta de lanza tecnológica (inteligencia artificial, robots, coches sin conductor o voladores) se observan tendencias que transportan al pasado.
De pronto suena a algo contemporáneo aquella película española de la década de 1960 titulada La gran familia ( Fernando Palacios, 1962) y aún más su secuela, La gran familia y uno más (del mismo director, 1965), filmes en los que se ensalzaba la natalidad y los valores familiares marcados por la tradición más rancia frente a sociedades extranjeras en las que las mujeres se ponían los pantalones y salían a trabajar fuera del hogar.
Trump busca dejar su huella personal en todos los aspectos de la idiosincrasia estadounidense, desde la política a la cultura y, por supuesto, la familia.
La suya es numerosa, cinco hijos (en tres matrimonios) y este viernes dio la bienvenida a su undécimo nieto.
Así que ha hecho una llamada a incentivar un baby boom, en una administración considerada pro natalista. Detrás de los focos, el presidente está barajando ambiciosos planes para promover este asunto. Project 2025, el plan político que ilustró gran parte de la agenda de Trump, abre su primer capítulo con la promesa de “restaurar la familia como pieza central de la vida estadounidense”.
Ahí es donde encaja la propuesta de incentivar la natalidad, con compensaciones de 5.000 dólares por cada nacimiento, cifra calificada de ridícula como ese supuesto pan que rajen los hijos bajo el brazo.
Estimular la natalidad, que está en franco declive, sobre todo en los últimos quince años, es una manera de combatir una dependencia futura de la inmigración, de ahí que, en el fondo se intenten fomentar más partos entre las mujeres blancas, las menos dispuestas a ser madres de varios hijos, según muestran las estadísticas.
Y a su vez el presidente alienta propuestas legislativas para recortar las ayudas para la guardería o eliminar las exenciones fiscales todavía vigentes.
El vicepresidente JD Vance publicó un artículo en el 2022 donde ya expuso su idea de que los niños pequeños crecen mejor cuando uno de los padres se queda en casa. Por ahora, los estudios no son concluyentes sobre si a los niños les va mejor cuando pasan la mayor parte de los días con un padre en lugar de con un profesional.
Los asesores de Trump en la Casa Blanca están trabajando en diversas ideas, avanzó The New York Times , para intentar permitir, e incluso animar, que los padres pasen más tiempo en casa con sus descendientes.
Pero estos son esfuerzos de una agenda en la que se promueven iniciativas muy específicas respecto a lo que es una familia, en el marco de un matrimonio entre un hombre y una mujer, con tantos hijos como sea posible, en reacción a las parejas homosexuales o ayudas a los niños y adolescentes trans.
De momento, en estas propuestas figura que uno de los progenitores permanezca en el hogar, con lo esto supone de renuncia a un salario y a una carrera profesional. No se especifica un sexo en concreto.
Pero más del 80% de los que se quedan en casa son las mujeres y algunos defensores de esta medida defienden que los niños se benefician mucho más si son las madres las que adoptan ese papel de cuidadoras.
Los políticos conservadores replican que no están en contra de que las madres abandonen el mercado laboral, un debate que tiene ecos de otra época que parecía ya superada, si bien es una posibilidad para que renuncien a trabajar si lo desean.
Además de factores sociales, existen obstáculos de subsistencia económica. La mayoría de las familias estadounidenses dependen de tener dos sueldos para llegar a fin de mes. En concreto, esto afecta a al menos el 65% de las madres en domicilios biparentales, con mínimo un hijo menor de 18 años.
El coste del apoyo externo para el cuidado infantil se ha disparado, promediando más de 11.000 dólares anuales por niño. Esta es la media, pero en las grandes ciudades, como Nueva York, este gasto trepa hasta el doble de esa cantidad.
De ahí que una ayuda de 5.000 dólares suene a miseria.
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