A FONDO / 'RELEVO EN LA ALCALDIA DE BARCELONA' (I)

Joan Clos: suspenso en ciudadanía

El Mundo, 03-09-2006

La noticia de que Joan Clos abandonará el Ayuntamiento para ser el nuevo ministro de Industria, Turismo y Comercio sacudió el pasado martes la capital catalana. Clos, alcalde desde 1997, logró alcanzar los 20 concejales en 1999 pero desde entonces se encontraba en franca decadencia. Tras redescubrir en 2003 el suelo electoral del PSC en la ciudad, logrando sólo 15 ediles, ha afrontado un controvertido mandato en el que ha tenido que afrontar el Fórum – una herencia de Pasqual Maragall – , la crisis de El Carmel y los problemas de convivencia cívica. Su marcha a Madrid permite al PSC darle una despedida digna y tratar de reconquistar, a 9 meses de las municipales y con Jordi Hereu como estilete, a una ciudadanía sublevada.


BARCELONA. – «Cuando me enteré, me acordé del personaje de Peter Sellers en Bienvenido Mister Chance: un señor nada brillante que llega a presidente del Gobierno de Estados Unidos». Esther Melcón, dirigente de la Asociación Catalana Contra la Contaminación Acústica (ACCCA), fue sólo una más de entre los múltiples barceloneses que el pasado martes se quedaron de piedra al saber que Joan Clos sería el nuevo ministro de Industria.


Su inesperado nombramiento cierra una etapa que se ha prolongado desde finales de septiembre de 1997 y diversas asociaciones y entidades municipales han querido hacer balance para EL MUNDO de la gestión de un alcalde que nunca levantó demasiados entusiasmos por su escasa brillantez como orador, por carecer del carisma de su gran valedor y predecesor, Pasqual Maragall, y por no conectar con las prioridades cotidianas de los barceloneses.


Nadie como Eva Fernández, presidenta de la Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), para explicar la insalvable lejanía que se había instalado entre el primer edil y sus conciudadanos.


«El divorcio entre ciudad y Ayuntamiento ha sido cada vez más acusado», explica Fernández, que sitúa el Fórum como momento clava del desencuentro. «El hecho de que el Ayuntamiento no reconociera nunca ese fracaso fue clave, desde entonces, se pusieron más a la defensiva que nunca».


Para las asociaciones de vecinos de la ciudad, existen dos temas clave en la etapa de Clos al frente del Consistorio: el encarecimiento del precio del suelo y la polémica Ordenanza cívica. «Ha habido un deseo de acabar la ciudad desde el punto de vista urbanístico.Se han hecho grandes obras para dar una imagen de modernidad y para vender la ciudad internacionalmentre, y eso ha producido que la especulación inmobiliaria haya crecido de forma desorbitada», explica la presidenta de la principal entidad vecinal de Barcelona.«Pero eso ha producido que los jóvenes y la gente con menos recursos hayan tenido que marcharse a vivir o a la periferia o a otros municipios, porque no podían pagarse un piso».


Eva Fernández señala que en dos años y medio, el alcalde Clos sólo se reunió con la FAVB en dos ocasiones, y que lo hizo siempre con una actitud «de recelo». Uno de los temas que generó mayor controversia por la nula disposición del Ayuntamiento a entablar diálogo con los ciudadanos fue el de la Ordenanza. «Se implantó en contra de muchas y diversas asociaciones, eso demostró la poca sensibilidad y cintura negociadora del actual equipo del Ayuntamiento», añade Fernández. «Además, ese texto no ha resuelto los problemas de convivencia en el espacio público», asegura.


Dicha ordenanza, acabó por colocar definitivamente a Clos la etiqueta de hombre con escaso gusto por el diálogo y convenció a sus críticos de que su gestión no pensaba en los ciudadanos, sino en los turistas. En este extremo coinciden movimientos de toda índole.


«Evidentemente, el turismo deja mucho dinero en las arcas municipales y los vecinos no», afirma Lluís Gallardo, de ACCCA. «¿Si el Ayuntamiento no está para escucharnos, entonces quién lo hará?», exclama.Las críticas del movimiento okupa a la falta de talante del Ayuntamiento también han sido constantes, así como sus críticas a la Ordenanza.«El Ayuntamiento se ha dedicado al turismo y a los grandes acontecimientos, en absoluto se ha preocupado por el día a día de la gente», dice un representante de este colectivo. «La Ordenanza no tiene nada que ver con el civismo, sino con quitar de la ciudad todo aquello que molesta a la imagen turística de Barcelona. Por ese motivo, sólo ha servido para excluir aún más a los colectivos más necesitados de la ciudad».


Jordi Pueyo, miembro de la Coordinadora contra 22@, recuerda cómo el Consistorio obvió las reclamaciones de los vecinos ante la construcción del denominado distrito tecnológico. «No quisieron escuchar lo que de verdad queríamos. Nunca se pararon a hablar con nosotros y eso prueba que Clos y su equipo hacían política para los actores financieros, pero no para los vecinos».


También Margarita Carreras, una de las cabezas visibles del colectivo de las prostitutas de la ciudad, expresa su enfado hacia la actitud del Consistorio, «Lo que han hecho con nosotras ha sido acoso y derribo. Hace 10 años, por lo menos, podíamos hablar con el Ayuntamiento. Ahora nos hemos aburrido de intentar hablar con Clos».


Fernando Martínez, secretario general de la Federación Catalana de asociaciones de locales de ocio nocturno, señala otros daños colaterales de la Ordenanza. «Las inspecciones y las sanciones a locales se han multiplicado por diez. Se está culpando a los empresarios de todo lo que pasa en la vía pública de noche», dice. Martínez asegura que la asignatura pendiente de Clos ha sido la de «consolidar el Pacte per la nit», con el que Fecalon quería impulsar un acuerdo entre administraciuón, vecinos, empresarios y clientes.


Sin embargo, son los colectivos más desfavorecidos los que más han sufrido la política de grandes obras de la era Clos. Jordi Roglà, director de Cáritas Barcelona, lamenta que el «crecimiento económico sostenido» que ha experimentado la ciudad en los últimos años no se haya traducido en una disminución del número de personas excluidas, que Cáritas cifra en un 17,7% de los habitantes de la ciudad. «A pesar de la excelente labor de la concejalía de Bienestar Social, faltan recursos económicos», asegura Roglà.Cáritas señala como principales lagunas de la política social de Clos el encarecimiento de la vivienda, la falta de centros de atención a los inmigrantes en los distritos y la escasa atención domiciliaria a personas mayores. En este sentido, la presidenta de la FAVB, Eva Fernández, señala que «la ratio de Barcelona en cuanto al porcentaje de gente mayor que recibe atención domiciliaria es ridícula respecto a la de las principales ciudades europeas».


Uno de los grandes temas que Clos ha tenido que afrontar como alcalde ha sido el de la constante llegada de inmigrantes sin papeles a la ciudad. En 2001, un millar de ellos en iglesias del centro de la ciudad para reclamar permisos de trabajo, y en las últimas semanas el asunto ha vuelto a ser polémico a causa del envío de subsaharianos sin tutela a la ciudad. A este respecto, SOS Racismo recuerda que el Ayuntamiento no tiene competencias en cuanto a inmigración, pero denuncia «deficiencias» en el dispositivo de acogida. «Ha habido mejoras, pero con los años se ha perdido la iniciativa de apostar por políticas de convivencia en favor de las sancionadoras».


Las políticas urbanísticas y de vivienda han sido uno de los aspectos más discutidos del actual Gobierno municipal. Aureli Barrera, responsable de Política Social y Vivienda de Comisiones Obreras en el Barcelonès, califica la gestión de Clos en este campo como de «altibajos y desequilibrios». «La construcción de vivienda de protección social y oficial ha tenido un apreciable incremento, pero el nivel de concreción de estos planes urbanísticos es sólo del 35%», explica Barrera sobre las 9.000 nuevas viviendas de este tipo previstas. Además de criticar que este número no sería suficiente, Barrera reclama que la promoción inmobiliaria vaya acompañada de una política de servicios y equipamientos en los barrios».


El prestigioso arquitecto urbanista Oriol Bohigas, por su parte, califica la gestión de Clos en este terreno de «importante y con visión de futuro». «El Fórum puede ser criticado, pero urbanísticamente supone una gran transformación. Junto con la estación de La Sagrera, ha cambiado la dirección expansiva de la ciudad». Entre las tareas pendientes de Clos, Bohigas resalta las «carencias del área metropolitana».


Andrés Naya, un histórico de las reivindicaciones de los vecinos, escribe el epitafio del alcalde Clos: «Su gestión fue decepcionante, con actuaciones que implicaron un alejamiento de los intereses de la ciudadanía, como el fracaso del Fórum o una Ordenanza que fue un salto adelante pero que no sirvió para nada».

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