El antitrumpista antes de Trump: así opinaba Mujica del presidente de EE.UU.
Personalidades y polos ideológicos opuestos, el difunto expresidente uruguayo simbolizó la humildad y honestidad política; el magnate, las peores prácticas y despotismo
La Vanguardia, , 14-05-2025La muerte del expresidente de Uruguay José Mujica, conocido como Pepe Mujica, el pasado martes a los 89 años ha sacudido a la izquierda y a sectores progresistas de todo el mundo. El mandatario, que había rechazado en enero seguir con el tratamiento del cáncer de esófago que padecía y que se encontraba ya en cuidados paliativos, se había convertido en un emblema y un ejemplo de humildad y honestidad política en el mundo.
Desde la granja en la que vivía —desde después de su salida de prisión en 1985, durante su mandato como presidente desde 2010 hasta 2015 y hasta su muerte—, su vida se convirtió en una forma de activismo contra una política y una sociedad en la que triunfan cada vez más posiciones antagónicas como la del presidente de EE.UU., Donald Trump, con quien no coincidió al dejar la presidencia un año antes del primer mandato del republicano.
Si algo comparten ambos mandatarios es el símbolo en el que se han convertido, aunque lo sean para perfiles opuestos de forma radical. Referente de la izquierda y respetado por muchos sectores de la derecha, Mujica reflejó su pensamiento y su filosofía de vida en cada una de sus obras, dentro y fuera del gobierno uruguayo. Rechazó vivir en la residencia presidencial y prefirió su modesta chacra en las afueras de Montevideo y, hasta los últimos compases de su vida, trató de reunirse con los más jóvenes para compartir experiencias y tratar de transmitir su sabiduría y manera de ver el mundo —e impregnarse de la de su audiencia.
Desde su gobierno criticó cómo los estados y las sociedades habían “abandonado el campo de la filosofía” y se habían convertido en un mero “recetario económico”. “No es que la economía no tenga importancia, pero el hombre alguna vez debe hacerse estas preguntas: ’¿A dónde va la humanidad?, ¿cuál es el futuro?, ¿cuál es la responsabilidad con la vida? La vida humana es casi un milagro en el enorme silencio mineral del universo”, apuntó en una sesión plenaria en 2014.
Trump, por su parte, ejerce su presidencia desde una vertiente empresarial. Los primeros compases de su segundo mandato no solo han abierto guerras comerciales con medio mundo, sino que ha usado figuras agitadoras como la del magnate Elon Musk para recortar la administración en aspectos de gran trascendencia social, como el desmantelamiento del departamento de Educación y la revocación de las leyes que protegen, por ejemplo, al colectivo trans en EE.UU.
A las antípodas ideológicas del mandatario estadounidense, Mujica alertaba ya en 2016, tras el debate que mantuvieron Trump y Hillary Clinton, del peligro de una victoria de los republicanos. “Espero que no sea tan amarga la historia. Si gana Trump… lástima que vamos con retraso para viajar a Marte”, ironizaba.
Lejos del “antipersonaje”, como se llegó a referir al ahora presidente de EE.UU., lo que preocupaba a Mujica era “el apoyo” que suscita entre “la clase media”. “Una de las explicaciones de por qué la sociedad americana se come esta pastilla tan amarga —relataba el expresidente uruguayo en 2016 en una entrevista en la CNN— es un inconformismo latente en los amplios sectores de la clase media masiva, que siente los ingresos congelados, pero está rodeada de incertidumbre y tiene miedo, no sabe lo que pasa mañana”. Este fenómeno, según él, definido por “un discurso facilón y oportunista” se ve reflejado en otras partes del mundo: “es el que le echa la culpa en Europa a los negros o a los inmigrantes; aquí, a los mexicanos o a los chinos… le echa la culpa a otro. Tiene apoyo en masa, es lo que llevó a Reino Unido a salir de Europa, lo que respalda el discurso de la señora Le Pen en Francia. Lo que hace crecer la extrema derecha frente a Merkel”.
Mujica, firme defensor por los derechos de los pobres, hizo de sus actos una lucha por la vida, a la paz, a la reflexión y a los orígenes. “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me impuso la vida: que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas”, afirmó en su discurso de renuncia al cargo de senador en octubre de 2020.
En el polo ideológico opuesto, Trump también trata de alzarse como adalid de la paz, aunque sus caminos son menos pacíficos. Mientras trata de apremiar a Rusia y a Ucrania a que hallen caminos para un pacto duradero que permita poner fin a la guerra, el presidente americano lucha para sacar un rédito económico relevante firmando con Zelenski —con desplantes incluidos— un pacto para que le ceda la explotación de las tierras raras en Ucrania. Y si con una mano cuelga en sus redes imágenes de él mismo vestido de Papa tras la muerte de Francisco, con la otra postea vídeos en las que aparece junto al presidente de Israel, Benjamin Netanyahu, como dueños de una Gaza sin palestinos y convertida en un resort turístico con la ayuda de Musk.
Este uso de las redes sociales para tratar de influir desde la política a las masas fue criticado con dureza por parte de Mujica. “Ninguna tiranía en el mundo, nunca jamás, tuvo las herramientas que permiten contratar inteligencias y usar Facebook y Twitter, y mandar a millones de personas un mensaje parcializado en el que el individuo recibe lo que quiere oír. Y así lo arrastran a una decisión electoral. Ningún tirano en la historia de la tierra ha tenido semejante manejo de las masas. ¿A dónde van a parar nuestras democracias si las disputas electorales se van a manejar así? Es una gran amenaza”, afirmó en una entrevista a un medio mexicano en 2017.
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