Starmer endurece la política migratoria en Reino Unido como respuesta a Farage
El dilema del Labour es si ser fiel a sus valores tradicionales o girar a la derecha
La Vanguardia, , 11-05-2025Atadas a la vía del tranvía hay cinco personas que van ser a atropelladas, pero si el conductor cambia de dirección solo matará a una; un petrolero con veinte tripulantes va a estrellarse contra una plataforma en la que hay cien trabajadores, y la única forma de impedir la colisión es hundirlo; en la lancha salvavidas hay sitio para diez pasajeros más, pero en el mar hay centenares que se están ahogando. ¿Qué haría usted?, ¿a quiénes salvaría y a quiénes condenaría?
Universidades, colegios y empresas de selección de personal plantean esas preguntas y otras similares a los candidatos para profundizar en su carácter, valores y capacidad de liderazgo. El Partido Laborista británico, después del resultado de las elecciones municipales inglesas, se enfrenta también a un dilema, moral y práctico: ¿ser fiel a sus principios o intentar seducir a quienes se inclinan por dar una oportunidad a la extrema derecha de Nigel Farage?
El primer ministro Keir Starmer ha respondido al aviso electoral concluyendo acuerdos comerciales con Estados Unidos y la India, negociando un acercamiento a la UE, y elaborando un “libro blanco” sobre inmigración que se presentará esta semana y exigirá un conocimiento casi perfecto del inglés para poder quedarse en el Reino Unido, reducirá el número de visados para una serie de países, dificultará la reunificación familiar y exigirá a las empresas que, antes de contratar a un extranjero, demuestren que han ofrecido el trabajo a un británico.
Tony Blair pronosticó el fin de una sociedad clasista, en la que una mano de obra cultivada reemplazaría a mineros y trabajadores de las fábricas, casi todo el mundo sería clase media, y el papel de los sindicatos consistiría en adiestrar al personal. Pero ese sueño no se ha hecho realidad, y la antigua clase obrera sindicada ha sido sustituida por lo que el economista Guy Standing llama el precariat , gente que cobra el salario mínimo como repartidores, almacenadores o atendiendo llamadas, sin ninguna protección laboral.
Este precariat , sucesor del proletariado, no tiene identidad política ni siente lealtad por el Labour, apoyó el Brexit y a Boris Johnson, se siente decepcionado con toda la clase política y ahora coquetea con Reforma UK, el partido ultra de Farage. En economía es partidario de una agenda industrial intervencionista, ve a los inmigrantes como una amenaza, es escéptico respecto a la energía verde (sobre todo por lo que cuesta) y sus principales preocupaciones son el estado de la sanidad pública y el alza del coste de la vida.
El endurecimiento de la inmigración es un guiño a estos votantes, pero el riesgo es una fuga de los del sector progresista del Labour, al que no le han agradado los recortes de subsidios y de la ayuda exterior, o los planes para ampliar el aeropuerto de Heathrow, y tienen la opción de marcharse a los liberales demócratas o a los Verdes. ¿Qué vía va a escoger Starmer?, ¿por la que va el tranvía o la otra? Un dilema.
La solución sería un crecimiento económico a base de inversión que hiciese subir la marea y pusiera a flote todos los barcos, pero los pactos comerciales con India y Trump apenas significan una gota en la inmensidad del océano de la deuda pública del país. El firmado con Washington es un salvavidas para la industria automovilística, del aluminio y del acero, pero ha sido descrito como una negociación de rehenes en la que la Casa Blanca tenía la pistola: las tarifas a EE.UU. han bajado un 3,3% respecto a hace unos meses, y las norteamericanas al Reino Unido han subido un 6,6%. Es como el niño que propone al grandullón del cole que le dé un sopapo en vez de los dos que propina al resto, y lo presenta como un triunfo.
Decía el político laborista Dennis Healey que, si alguien está en un agujero, lo primero que tiene que hacer es dejar de cavar, y Starmer ha estado cavando desde que suprimió la ayuda a los pensionistas para pagar el gas en el invierno, un golpe de efecto dirigido a los mercados. Dos encuestas esta semana dan a Farage una ventaja de entre siete y doce puntos sobre el Labour, y aún más sobre los tories .
A los dilemas del tranvía, la plataforma de petróleo o el bote salvavidas hay todo tipo de respuestas deontológicas, utilitaristas o basadas en la teoría de la razón pura de Kant. Al del Labour hay dos: apostar por una agenda igualitaria y redistributiva, fiel a su tradición, o acercarse a los ultras.
(Puede haber caducado)