Roma responde al Imperio
La elección del nuevo Papa es una toma de posición ante el cambio de enfoque del poder norteamericano
La Vanguardia, , 09-05-2025El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, de 69 años, antiguo prior general de la orden de San Agustín, con una larga experiencia pastoral en Perú y un perfecto conocimiento de la curia vaticana es el nuevo obispo de Roma.
Un Papa norteamericano, americano y romano que quiere rendir homenaje a León XIII, cardenal Vicenzo Gioacchino Pecci, el pontífice que en 1891 articuló la doctrina social de la Iglesia con una encíclica de nombre bellísimo: “Sobre las cosas nuevas”. ( De Rerum Novarum ). En un mundo en el que vuelve a haber muchas e inquietantes cosas nuevas, el cónclave ha elegido a León XIV.
El Espíritu Santo tiene nociones de geopolítica. En 1978, tras el inesperado fallecimiento de Juan Pablo I, aconsejó pasar página de la extenuante pugna entre los cardenales italianos Giuseppe Siri y Giovanni Benelli (Génova y Florencia, conservador y progresista), y orientó el voto hacia el prelado polaco Karol Wojtyla. Al cabo de unos años, un potente sindicato católico florecía en Polonia abriendo una importante brecha en el deteriorado bloque soviético. Estados Unidos ayudó a que Solidaridad floreciese, pero sus raíces nunca fueron ficticias. La brecha polaca fue decisiva. Un pistolero turco conectado con los servicios secretos búlgaros intentó asesinar a Juan Pablo II en 1981 y no lo logró… El resto de la historia es conocido por todos.
Casi medio siglo después, el cónclave vuelve a pasar por encima de la mesa de billar italiana para elegir, por primera vez, a un papa nacido en los Estados Unidos de América, en un momento de fortísimos cambios y angustias en las entrañas de la primera potencia del mundo. Un Papa norteamericano con fuerte sensibilidad social, ocho meses después del segundo juramento de Donald Trump como presidente.
Un Papa estadounidense que hace unos meses escribía el siguiente mensaje en su cuenta de la red X, dirigiéndose al vicepresidente de su país natal: “J.D. Vance está equivocado. Jesús no nos pide que clasifiquemos nuestro amor por los demás”.
Vale la pena centrar la atención en esa discusión. La discusión sobre elordo amoris, el orden del amor al prójimo, acerca de la cual hemos escrito en La Vanguardia, apunta a un asunto medular: cómo entender y desplegar la fraternidad humana. Después de las primeras órdenes presidenciales de Trump para proceder a la detención y deportación de inmigrantes sin papeles, el papa Francisco pidió a los obispos de Estados Unidos que defendiesen la dignidad humana de los inmigrantes. Vance, católico converso desde hace siete años, se enfadó y replicó a Francisco con una cita de san Agustín: “Vive justa y santamente el que tiene el amor ordenado, de suerte que ni ame lo que no debe amarse, ni no ame lo que debe amarse, ni ame más lo que ha de amarse menos, ni ame igual lo que ha de amarse más o menos, ni menos o más lo que ha de amarse igual”. Según el vicepresidente esta cita agustiniana vendría a sustentar uno de los pilares del movimiento MAGA: América primero y después, si acaso, ya nos ocuparemos de los demás.
Francisco le respondió en una carta al episcopado estadounidense en la que recordaba que el amor al prójimo no se puede organizar en forma de círculos concéntricos. “El amor cristiano no es una expansión concéntrica de intereses que poco a poco se amplían a otras personas y grupos. Dicho de otro modo: ¡La persona humana no es un mero individuo, relativamente expansivo, con algunos sentimientos filantrópicos!”.
El cardenal Prevost terció en la discusión diciéndole a Vance que estaba equivocado y que erraba al elegir a san Agustín como escudo. Se lo decía el prior general de la orden agustiniana entre los años 2001 y 2013. En su periodo de aproximación al catolicismo, Vance estudió al santo de Hipona y vio en su obra fundamentos para el combate antiliberal. El cónclave acaba de elegir a un relevante agustiniano que interpreta la Ciudad de Dios de otra manera.
Hace una semana, Trump difundía una imagen suya generada por IA vestido de Papa, un Papa solemne que levanta el dedo a modo de admonición. Cuidado con lo que hacéis. Cuidado con lo que decís. Cuidado a quien elegís. Aquí el que mando soy. No era muy difícil interpretar ese mensaje icónico, difundido por la cuenta oficial de la Casa Blanca, como un advertencia del Imperio a Roma. Cinco días después es Roma quien advierte al Imperio.
El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, principal candidato hasta ayer, no consiguió consolidar el suficiente consenso en las tres votaciones iniciales. Necesitaba dos tercios de los votos y el difuso bloque bergogliano no le dio suficiente apoyo. Llegados a este punto, el cónclave tenía que orientarse hacia otro candidato. La rapidez con que lo ha hecho habla de un pacto rápido y generoso con la ayuda del Espíritu Santo geopolítico.
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