Paupérrimos
La Voz de Galicia, 02-09-2006ME DECÍA alguien ayer que, puestos a seguir políticas de inmigración caóticas, lo congruente sería que los africanos llegaran directamente en avión. Desde luego, saldría más barato. Más barato para ellos, porque el coste de los billetes sería muy inferior a lo que tienen que pagar a las mafias para viajar en cayucos o pateras, y sería más barato para nosotros, que nos ahorraríamos patrulleras y todo el despliegue logístico de vigilancia inútil y de asistencia. Pero, sobre todo, dejarían de perderse vidas humanas a mansalva.
La broma es evidente y no quiero insistir mucho en ella, aunque tiene algunos elementos esclarecedores, como ocurre a menudo con las caricaturas. Sólo un último apunte: si hiciéramos eso, podríamos invertir el dinero ahorrado en desarrollar los países de origen. Pero esto sí que parece una broma pesada.
El abismo entre el mundo desarrollado y el mundo empobrecido crece sin parar. Ayer supe de un informe de la ONU sobre desarrollo humano en el decenio de los noventa que registra algunos avances: se ha reducido en un 25 por ciento el analfabetismo, y en el Sudeste asiático ha bajado un 50 por ciento el número de personas que viven con menos de un dólar al día, pero… 54 países son más pobres ahora que en 1990; en 21 ha crecido el número de gente que padece hambre, en 14 ha aumentado la mortalidad infantil, en 12 ha bajado el índice de escolarización y en 34 ha caído la esperanza de vida.
No dice que los ricos seamos más ricos y los pobres se hayan quedado donde estaban. Esto, con ser malo, sería preferible a lo real: que los pobres crecen en pobreza. Un fenómeno histórico nuevo que no se afronta sólo con técnica y política, sino renovando desde su raíz nuestros presupuestos éticos. Empezando por los personales.
pacosanchez@lavoz.es
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