Pedro Gunnlaugur Garcia: "Nadie puede acabar con la migración, es algo consustancial a la historia del ser humano "
El escritor, Premio Nacional de Islandia 2022, publica 'Pulmones, una epopeya familiar multigeneracional que reflexiona sobre la identidad y el alma humana mezclando la desbordante imaginación del realismo mágico con la melancólica introspección psicológica nórdica. "Hay capítulos que aún hoy no puedo leer porque me transportan a mi propio dolor"
El Mundo, , 28-04-2025Hace unos cinco años el escritor islandés Pedro Gunnlaugur Garcia (Lisboa, 1983) estaba digiriendo el éxito de su experimental primera novela Málleysingjarnir (Sin lenguaje), un análisis surrealista de los límites de la humanidad y el lenguaje muy bien recibida en el ambiente literario de Islandia por la frescura y potencia de su escritura, inusual para un debut. “Tuvo muy buenas críticas, pero nadie lo compró, lo que me entristeció un poco, porque aunque siempre quise ser escritor necesitas vender ejemplares para pagar las cuentas. Me puse a pensar qué me gustaría realmente escribir y a replantearme mi oficio”, recuerda sonriente el autor en conversación con La Lectura en la Casa Gröndalshús, una residencia para creadores ubicada en el centro de Reikiavik.
Mientras prepara un aromático café y glosa las virtudes de los kleinur una especie de retorcidas rosquillas nórdicas, el escritor sigue contando: “Me puse a releer a autores que me encantan, como Milan Kundera, Gabriel García Márquez, Isabel Allende o William Faulkner, pues siempre he sentido fascinación por las historias psicológicas e introspectivas y también por las sagas generacionales y familiares, el tipo de literatura que me ha impactado más y con la que me identifico profundamente. Así que me atrajo la idea de intentarlo”, dice sonriendo con timidez.
En aquel entonces, Gunnlaugur Garcia se estaba separando de su ex mujer y madre de su hijo, y, además, fallecieron dos de sus abuelos, experiencias que permearon en su escritura. “Me centré en estos temas: la separación y la complejidad de las relaciones humanas y de pareja, la vida, la muerte y el trauma que se transmite entre generaciones. Hay capítulos que todavía no puedo leer hoy, porque me transportan directamente al dolor que experimenté entonces. Fue un proceso de crecimiento y de comprensión de lo que intentaba hacer con la literatura”, confiesa.
De toda esa amalgama de vivencias y emociones surgió Pulmones (AdN), una epopeya familiar y multigeneracional que abarca dos siglos en múltiples países y reflexiona sobre la identidad y el alma humana, a la vez que combina, con sensibilidad y buenas dosis de humor y drama , la desbordante imaginación del realismo mágico con la melancólica introspección psicológica nórdica. “La novela es un viaje con diferentes tonos: tiene historias fantásticas, con el halo de esas narraciones familiares de toda la vida, toques de ciencia ficción y también una realidad psicológica un poco cruda, que sirve para narrar las vivencias dulces y amargas de la convivencia”, explica. “Al escribirla me sentí como un alquimista que trata de hacer oro con las piedras que da la vida, pues hay mucho de mi propia experiencia, especialmente en las partes malas”.
ECLECTICISMO NARRATIVO Y TEMÁTICO
Ganadora del Premio de Literatura de Islandia y traducida con éxito en el mundo nórdico y en países como Alemania y Polonia, de donde Gunnlaugur Garcia acaba de volver de gira, Pulmones logra el aroma de las clásicas sagas familiares como El ruido y la furia, La casa de los espíritus o Los Buddenbrook, pero añadiendo a los consabidos tópicos de la fragilidad humana y la decadencia de las estirpes muchos temas de plena actualidad, como la identidad, el papel global de las migraciones en la configuración de nuestra realidad e incluso los posibles límites entre humanidad y tecnología.
Así, la historia comienza en 2089, cuando Johanna, una programadora de realidades virtuales a la carta simulaciones en las que los clientes se integran en un mundo soñado o recrean su pasado perdido decide leer la novela en la que su padre, con quien lleva años peleada, ha consignado la historia de su familia remontándose a principios del siglo XX. Desde la Italia de la Primera Guerra Mundial viajamos a los Estados Unidos de mediados de la centuria, al Canadá que acogió a refugiados de la guerra de Vietnam y a la Islandia de hace unas décadas y de las siguientes.
“Para esos primeros capítulos me basé en muchas historias familiares”, recuerda Gunnlaugur Garcia. “Por ejemplo, está una que contaba mi abuelo portugués sobre cómo mi bisabuelo se libró de ir a la Primera Guerra Mundial comiendo de una sentada varios kilos de aceitunas. Al ir al médico, la radiografía salía llena de manchas, y le dijeron que no duraría ni un mes y que estaba dispensado del reclutamiento. Todos sus conocidos fueron enrolados y murieron en Flandes luchando contra los alemanes en la Gran Guerra, pero él sobrevivió de un modo inverosímil”.
“Al escribir esta novela me sentí como un alquimista que trata de hacer oro con las piedras que da la vida, pues hay mucho de mi propia experiencia, especialmente en las partes malas”
Como refleja el libro, trasladando la historia de Portugal a Italia, uno de los personajes consiguió que lo declararan no apto para el combate comiendo tal cantidad de aceitunas que el médico, tras pasarle por los rayos X, le diagnosticó un cáncer incurable. Una triquiñuela que en la novela, como buena saga familiar, se convierte en algo hereditario y sirve a su hijo y a su nieto para evitar la Segunda Guerra Mundial y la de Vietnam, respectivamente. También hay en el libro, en ese citado tono de realismo mágico, brillantes páginas dedicadas a un pollo gigante como una casa y demasiado afectuoso que sembró el terror en el norte de Islandia e incluso un personaje que tiene el don de absorber el pasado de sus amantes mientras práctica sexo.
UNA MIGRACIÓN IMPARABLE
Pero más allá del viaje literario que plantea Pulmones, uno de los temas capitales de la novela es el de la migración y la identidad, algo que ha marcado la vida de Gunnlaugur Garcia, como nos cuenta mientras paseamos por las apacibles calles una nublada Reikiavik. Aunque lleva desde niño viviendo en la tranquila capital islandesa, de donde se siente oriundo, el autor nació en Lisboa, de donde es su padre y donde su madre vivió una década. "A menudo, quizá de modo inconsciente, reflejo al escribir mi realidad de venir de dos lugares diferentes que, además, no tienen ninguna conexión entre ellos. Hace 30 años era el único niño en la escuela con un nombre extranjero. No fue un problema, pero me hizo comprender que no era exactamente como los demás», recuerda el autor.
Y recuerda cómo en una ocasión tuvo un episodio desagradable. “Los niños de la Generación Z lo llamarían una microagresión, pero no fue para tanto. Yo estaba en un museo con mi entonces mujer y mi hijo, que ha sacado su pelo rubio, y, de pronto, un hombre extraño se acercó a nosotros y señalándolos a ellos dijo con una voz ronca: ellos son vikingos, pero tú no. Me quedé de piedra, no sabía qué decir”, explica el escritor. “Al final terminé diciéndole que mi familia viene de Ólafsvík, al norte de Islandia, y tras mirarme con desconfianza, se fue”, concluye algo azorado.
En este sentido considera que el mestizaje y la movilidad humanas que refleja su novela, que incluye protagonistas de más de una decena de nacionalidades, puede ser un mensaje para un mundo que tiende al nacionalismo étnico y el cierre de fronteras. “No pretendía ser una exploración sociológica ni una declaración política, pero en mí país [donde efectivamente se aprecia un número mucho más bajo de gente rubia de la que pensaríamos en España] sí ha cobrado esa importancia, pues somos una sociedad que tras siglos cerrada ha recibido en los últimos años una gran afluencia de personas con orígenes diversos”, apunta.
De hecho, como relata, “Venezolanos y ucranianos, desde luego, pero también muchos polacos, africanos y asiáticos. Un país como Islandia, donde existía un único tipo de persona homogénea y monocultural con un sólo idioma vive hoy nueva realidad donde tenemos personas con historias, apariencias y formas de hablar muy diferentes, y la literatura debe consignar eso”, defiende.
“Las migraciones no son algo actual. Desde que existimos los seres humanos, los pueblos viajan y se mezclan, y ningún político va a poder detenerlo por muchas leyes restrictivas que haga”
A este respecto, el escritor se lanza emocionado a contar otra anécdota ilustrativa de su postura. “Hace un par de años me invitaron a comisariar un evento en el edificio Edda, un nuevo centro de estudios islandeses dependiente del Instituto Árni Magnússon, que son los custodios del idioma y quienes almacenan los manuscritos de las famosas sagas islandesas”. Estos es importante, añade, porque son los únicos tesoros que tenemos en este país. Sólo tenemos montañas, peces a Björk y los manuscritos de época medieval, guardados allí en una habitación a prueba de lava y terremotos", dice bromista.
“El caso es que creamos un evento que abordaba algunos de los temas relacionados con la escritura de los inmigrantes y la forma en que usan y escriben en islandés de una manera un poco diferente a la habitual. Y logramos que unos 20 autores de muchos lugares escribieran un pequeño texto sobre quiénes son, de dónde vienen, qué hacen y qué piensan de su experiencia en Islandia, y que lo leyeran con su propio acento”, explica el autor. “Esos textos, que llamamos Libro de Asentamientos II en referencia al original, un manuscrito del año 1.000 que narra el establecimiento en la isla de los vikingos; se guarda hoy junto a las sagas originales. En un país tan purista con su idioma y su historia es un gran logro”, insiste.
En cuanto a las migraciones, incide en que “este flujo migratorio es consustancial al ser humano. No sé si debería meterme en política, pero en esta época en la que hay un sentimiento muy fuerte por parte de la derecha conservadora para obstaculizar este tipo de movimientos de personas creo que debemos pensar en que las migraciones no son algo actual, sino que forman parte consustancial de la historia del ser humano. Desde que existimos, los pueblos viajan y se mezclan, y ningún político va a poder detenerlo por muchas leyes restrictivas que haga”.
LA RESPONSABILIDAD DE LA LITERATURA
Volviendo al plano literario, y sin entrar en spoilers que estropeen la jugosa trama al lector, Pulmones destaca también por su honda reflexión sobre la naturaleza humana y los vínculos, especialmente familiares y de pareja, que establecemos unos con otros. “Hay un patrón que se repite en muchas familias y es el hecho de que como con las personas que están más cerca de nosotros hay menos límites, más confianza, quizá es con quienes peor nos comportamos y donde generamos más conflictos”, opina Gunnlaugur Garcia.
“También me he dado cuenta, al venir de dos cultura tan distintas, que por mucho que quizá los islandeses se consideren gente más reprimida que los portugueses, independientemente de la cultura, la naturaleza humana nunca cambia, estamos genéticamente hechos para comportarnos de ciertas maneras y, por ejemplo, las peleas entre hermanos o padres e hijos son algo universal”.
“Realmente creo en la responsabilidad de la literatura, en que abordando ciertos temas los escritores podemos contribuir, modestamente, a mejorar la sociedad y la vida de las personas”
En este sentido, el escritor asegura que lo que más le ha llamado la atención de su reciente visita a Alemania y Polonia fue la obsesión de los lectores por preguntarle con insistencia por los entresijos de cómo traspasamos los traumas y conflictos entre generaciones. “Nunca olvidaré el caso de una señora que tras una presentación se me acerco muy seria, y me dijo: ‘sólo quería que supieras que este libro realmente me impactó y me hizo pensar mucho en ciertas personas, personas con las que necesito volver a ponerme en contacto y que las voy a llamar’. Nunca supe de quién hablaba, pero eso me llevó a pensar en la responsabilidad de la literatura, en que abordando ciertos temas los escritores podemos contribuir, modestamente, a mejorar la sociedad y la vida de las personas”.
A pesar de los dramas, las historias fallidas, las relaciones rotas y el sinfín de vicisitudes que conforman Pulmones, el libro guarda, como buena epopeya, un mensaje de optimismo, condensado en la frase que un anciano bisabuelo, el vietnamita que lleva media vida viviendo en el exilio, le dice como despedida a su jovencísimo bisnieto, mitad islandés mitad canadiense: “Adiós, eres mi corazón, latiendo en este mundo”.
“Esa es la frase más importante del libro, y es real. Se la dijo mi abuelo lisboeta, de 97 años, a mi hijo la última vez que lo vio. Él era hijo de campesinos, casi no tenía educación y tuvo una vida tan dura como cualquiera de su generación. Sin embargo, supo condensar en esa frase, toda la belleza del mundo y el sentido de las familias y de la literatura: perpetuarnos y contar el mundo a los que vendrán después”, concluye.
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