La suerte se instala en el Retiro

ABC, 02-09-2006

TEXTO: M. SÁNCHEZ PACHECO FOTO: CHEMA BARROSO

MADRID. En los primeros años del nuevo milenio, Madrid se ha llenado de tiendas, bazares, negocios, librerías y comercios llegados de la mano de la magia y la «santería». Basta darse un paseo por el céntrico Parque del Retiro: tenderetes dedicados a la lectura de cartas, manos, caracolas, posos de café y objetos varios. Con un eslogan común: por sólo 20 minutos de su tiempo y 30 euros de su bolsillo podrá solucionar todos los problemas de su vida, por difícil que sea.

Encarna, rama de tomillo en mano, ofrece la buenaventura a los turistas y paseantes del madrileño parque. Desde pequeña tiene un don, es capaz de anticiparse al futuro. «Yo soy una persona especial, me han pasado cosas increíbles. He evitado accidentes de tráfico y he ayudado a personas que se iban a suicidar. Es un regalo de Dios», afirma Encarna, que intercambia su videncia por «la voluntad». Tiene varios hijos y nietos a su cargo y «hay que comer todos los días».

Esoterismo sin fronteras

Este fenómeno esotérico en auge no conoce fronteras. Con la llegada de inmigrantes procedentes de América Latina y África se han abierto las puertas en nuestro país a muchos de sus ritos y costumbres. Han irrumpido en el «Madrid mágico» uñas de gato, plumas de avestruz, rayadura de piel de serpiente, clavos de Santa Elena, figas de onix, runas… En los periódicos y revistas nacionales abundan los anuncios de santeros ofreciendo sus servicios.

Fran, venezolano, es babalawo de la religión de ifá, así lo ha determinado su ángel de la guarda. Antes de convertirse en sumo sacerdote, era un «chico malo». Sin embargo, un hecho le marcó para siempre. Hubo un antes y un después, ya nada volvió a ser igual. «Acudí a una consulta y me aconsejaron que tuviera cuidado con la noche y las armas».

A los pocos días, un disparo en la rodilla, meses de hospitalización y riesgo de quedarse en una silla de ruedas. Entonces los dioses le ayudaron y ahora él devuelve los favores auxiliando a los demás. Su condición de sumo sacerdote le obliga a una cosa: el estudio. La jornada comienza para él muy temprano, a las 4 de la mañana, hora en la que se levanta el dios horula para desvelarle la verdad. Por lo demás, una vida normal y corriente.

Fran lleva apenas cuatro meses aquí y ya tiene un largo historial de anécdotas. «En España hay mal de amores, todos vienen en busca de mejorar sus relaciones sentimentales». El caso más impactante, el de una mujer desesperada, a la que, dada su situación, no cobró los 64 euros de la consulta. Su marido la había abandonado, tenía dos hijos, estaba cansada de mandar currículos y le apremiaba la hipoteca. Regresó agradecida por su nueva situación: el trabajo no le faltaba.

«Me encanta ser un héroe»

«De una persona puedo conocer prácticamente todo. Y eso es lo que me gusta, cuando tiro las cartas me siento un héroe», afirma Toni, uno de los más de siete mil tarotistas que existen sólo en la capital, según datos de algunos congresos. Su profesión le divierte, «me siento bien ayudando a otros y contribuyendo a crear un mundo mejor».

A sus espaldas, varios años de trabajo en una línea telefónica. En un mes, llegó a facturar más de 300 horas de llamadas, que multiplicadas por 1,09 euros el minuto suponen la nada despreciable cifra de casi 20.000 euros. Pero para este tarotista la mayor satisfacción es saber que le he salvado la vida a un hombre a quien la muerte le rondaba.
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