Luis María Ansón sostiene desde hace tiempo una tesis perversa sobre la inmigración, y ayer volvió a exponerla, todavía más punzante y peligrosa, en las páginas que últimamente lo acogen de tanto en cuanto: Zapatero, con su manga ancha a la hora de admitir inmigrantes, estaría llevando a cabo una maquiavélica y destructiva operación contra la derecha ya que, una vez otorgado el derecho al voto a estas personas incontables, que votarán por supuesto a la izquierda que las favoreció, la derecha quedará desplazada del poder durante muchos años.

El sofisma es tan burdo como hábil, y Rajoy no debería dejarse prender en estas redes que pretenden llevarlo a la pura y dura confrontación sistemática. Porque la concomitancia ideológica que se insinúa no existe (no se ve por qué un musulmán ha de tener más simpatía a un racionalista laico que a un liberal católico, por ejemplo), y precisamente la mejor manera que puede hallar la derecha de evitar que los inmigrantes sientan gratitud en exclusiva hacia la izquierda es forzando un gran pacto de Estado que establezca la deseable corresponsabilidad sobre este asunto. No es, en definitiva, la anatema constante contra la inmigración ilegal y contra la política socialista la que salvará al PP de la hostilidad sistemática de los inmigrantes sino el consenso sobre una razonable, meditada y flexible política de inmigración.