La comunidad gitana en Vigo rompe con los prejuicios al son de su cultura
Celebraron con música y baile los 600 años de su llegada a la Península
La Voz de Galicia, , 10-04-2025En la avenida Martínez Garrido, cerca de la Escola de Idiomas, confluyen varias organizaciones solidarias como Afaga, Down Vigo, asociación Érguete o Secretariado Gitano. Juntas han creado Social Calvario, una organización que aúna a todas y que sirve para reivindicar y festejar en comunidad. Ayer, en el jardín de la Praza da Memoria, se juntaron de nuevo para celebrar con el ritmo de la cultura gitana los 600 años de la llegada del pueblo romaní a la Península Ibérica. Sonaba la guitarra y en un coro de palmas mujeres romanís bailaban flamenco con usuarias de Down Vigo. Muy cerca, otras servían un café gitano que cocinaron paso por paso la receta tradicional. Con esta fiesta en comunidad «queremos transmitir la riqueza de nuestra cultura, recordar que existimos más allá de los prejuicios y alzar la voz para que no se nos juzgue», dice la técnica de igualdad de Secretariado Gitano, Zaida Jiménez.
La celebración en Martínez Garrido es una muestra más de la resistencia de un legado milenario. El pueblo gitano tiene su origen en la India y en torno al siglo X comenzaron su migración progresiva hacia occidente. El primer documento que fija la llegada de los gitanos a la Península data del 12 de enero de 1425, cuando el conde Don Juan de Egipto Menor, fue recibido en Zaragoza por el rey de la Corona de Aragón, Alfonso V, quien le hizo entrega de un salvoconducto que les autorizaba a peregrinar a Santiago de Compostela. Pese a esto, la llegada de los gitanos a Galicia es posterior y se fueron estableciendo poco a poco entre los siglos XIX y XX. Su condición de cultura seminómada también los hizo ser perseguidos y asesinados durante los siglos y, pese a todo, «nuestra cultura y valores siguen existiendo en el 2025», dice, Zaida, con orgullo. «Mantenemos nuestra identidad porque nos hace ser una familia. Estos son los valores de la cultura gitana. El concepto de familia que va más allá de la relación sanguínea, el respeto por los mayores y la transmisión de nuestra cultura de generación a generación. Valores con lo que creo que se puede identificar cualquier persona no gitana», indica Zaida. Este era otro de los objetivos que tenían con la celebración de ayer en la Praza da Memoria. «Mostrar las cosas que nos unen y también demostrar que somos personas que, como cualquier otra, somos diversas y que rompemos con las etiquetas que hay en esta sociedad».
Desde Secretariado Gitano se vuelcan desde hace tiempo en romper con el estigma «que aún seguimos sufriendo». Nora, una compañera de Zaida, cuenta que está harta de que la juzguen y le pongan etiquetas por el mero hecho de ser gitana. Lo siente en muchas facetas de su vida. «Lo notó al ir al supermercado porque me vigilan más y piensan que voy a robar algo, también en los estudios, cuando buscó trabajo o a la hora de querer optar a un alquiler. A nosotras es mucho más difícil que nos lo den», cuenta. «Es algo que nos duele», insiste Zaida. Crecen desde pequeños marcados por el estigma de que «no trabajamos ni estudiamos y cuesta muchísimo romper con estas etiquetas», lamenta.
Zaida es un ejemplo de romper estereotipos. «Estudié Magisterio en Vigo porque mi madre tenía miedo de que me fuera a estudiar a Pontevedra. Hoy está allí mi hermana cursando Publicidad y sin problema», recuerda. Ayudar y acompañar a personas romaní mientras se forman es otro de los objetivos que tienen en Secretariado Gitano. Seis de cada 10 jóvenes gitanos no completan los estudios obligatorios, por eso, acabar con el fracaso, el abandono y la segregación escolar del alumnado romaní son alguno de sus retos más importantes. «En los años 80 ni siquiera nos dejaban ir a un colegio convencional, los niños gitanos estaban todos juntos en una clase», recuerda Zaida, que sabe que avanzar en los estudios es un logro relevante. Ella tuvo que convencer a sus padres para que no la sacaran del instituto y la dejaran cursar estudios universitarios. Ahora, su hermana sigue su camino: «Visibilizar a nuestros referentes positivos es algo muy importante para seguir avanzando», destaca.
En definitiva, «queremos mostrar que el pueblo gitano también es historia de España», sentencia Zaida, que insiste en la necesidad de tratarse como iguales. «Por eso no me gusta nada la palabra integración», cuenta. «Solo queremos tener trabajos y estudios normalizados sin perder nuestra identidad cultural». A su alrededor, la música sigue sonando mientras personas usuarias de Afaga los observan de cerca. Allí, en ese pequeño jardín de O Calvario todos festejan la herencia cultural del pueblo gitano con las canciones que aprendieron en sus casas. Lo hacen en una comunidad de asociaciones solidarias y personas en riesgo de exclusión que abrazan desde Social Calvario sus coincidencias.
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