Gerard Oms suelta lastre y sacude de prejuicios al cine español en 'Muy lejos'

Premio de la Crítica y al mejor actor (exaequo) para Mario Casas en el Festival de Málaga, la película nace de una experiencia real del director. Relato de autoaceptación, en él, Gerard Oms encuentra la belleza de la vida diaria de trabajadores y de migrantes.

Público, Begoña Piña, 10-04-2025

Creció en un barrio en los años 90 y, como en todos los barrios de entonces, el ruido de fondo eran el fútbol, el machismo y la homofobia, el “mujer tenías que ser” o el “menudo maricón” acompañado de risas y mofas… Un ambiente muy poco propicio para reconocer tu auténtica sexualidad si no era la de todo el mundo. Así que, con la excusa de la crisis, en 2008 Gerard Oms se fue a Países Bajos a buscarse la vida y a buscarse a sí mismo.

Volvió, en unos años se labró una magnífica reputación como formador de actores y un día decidió contar aquella experiencia en el cine, la de un hombre que ha fingido durante 26 años, que ha guardado silencio y que, una vez apartado de su tribu, se abre por fin al mundo y a su verdad.

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Tráiler de la película ‘Muy lejos’, de Gerard Oms

11 abril de 2025 solo en cines.
Tráiler de la película ‘Muy lejos’, de Gerard Oms.BTEAM Pictures
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En Muy lejos, su ópera prima, Oms también se ha alejado del “grupo”, ha salido de la zona de confort del cine español y ha encontrado un camino diferente y poco transitado, en el que hay espacio para la belleza, para la denuncia, para la emoción, para la alegría y el dolor… para la verdad, en el que los protagonistas son trabajadores, migrantes… que lavan platos, juegan al fútbol en los parques y a menudo están muy solos, igual que él lo estuvo aquellos días en Utrech.

Premio de la Crítica en el Festival de Málaga, la película mereció el premio al mejor actor, exaequo, para Mario Casas, a quien Gerard Oms ha llevado lejos de su “nicho” de seguridad. Aquí no es el chico guapo, el héroe, es un tipo normal, un español solo en Holanda, sin dinero, sin amigos, que pasa de un trabajo a otro, racista y homófobo, que al descubrir otras realidades empieza a soltar lastre y a aceptarse a sí mismo.

Mario Casas y el director Gerard Oms, en el Festival de Málaga.
Mario Casas y el director Gerard Oms, en el Festival de Málaga.Alex Zea. Festival de Málaga
¿Por qué decidió contar su propia experiencia desde el cine?

Por dos cosas, la primera es la voluntad de generar un referente que yo no tuve o que yo no vi. Para un niño de 9, 10, 11 años, que es cuando empiezas a tener cierta curiosidad sexual o afectiva, en la España de los 90 los referentes estaban o en la televisión o en las lecturas, pero yo no tenía acceso a ciertas lecturas. En el barrio lo que encontraba era justo lo contrario, era lo del “maricón” del que se ríe todo el mundo o el peluquero del barrio, del que ser reían y que murió de Sida en el 92… el primer entierro al que fui.

​Entonces, yo no salía del armario, tenía miedo y no solo por mí, tenía miedo a que los míos no me quisieran, a hacer sufrir a mi madre, a mi padre… Así que, como yo no tuve ese referente, pues hay una voluntad de contar cierta parte de mi historia y hacerlo con el altavoz que supone hacerlo con Mario Casas.

¿Y la segunda cosa?

Pues también por un tema de que yo pertenezco a una generación que las primeras relaciones sexuales afectivas las hemos vivido a escondidas, en peligro, con gente que no conocemos de nada y lejos de casa. Y creo que hay que arrojar luz constantemente porque ¿de qué hay que esconderse, de querer a alguien?

Supongo que también habrá alguna razón más personal, ¿le ha ayudado a usted de alguna manera hacer la película?

Sí, sí, hay una redención y algo de resignificar ese dolor. Es evidente que a mí me ha pasado factura en la treintena estar 26 años ocultando algo. Todo ese sufrimiento se transformó en el cuerpo, se rebeló contra mí y eso está en la película, el personaje tiene ansiedad. Todo ese sufrimiento, al hacer la película, se resignifica, también los lugares, las personas… y mi historia tiene un sentido, y hay un lugar de paz que se instala en lo íntimo.

Ha habido una reconciliación conmigo y con los míos, porque esto trasciende a la familia, porque mi familia ha sufrido conmigo. El día que estrenamos la película en Málaga, con mi madre, mi padre, mi hermana… ese día había algo de cerrar, de decir “esto lo he hecho por vosotros”.

La familia de la ficción intuye más de lo que el personaje se intuye a sí mismo…

Sí, como tantas. Y esas familias también tienen miedo. Mi padre, yo recuerdo que lo sabía o lo intuía, pero qué miedo mirar esto y en ese momento, cuando bajabas al bar y dominaba el mundo del fútbol…

Hablando de fútbol, la película también dice que se puede ser homosexual y gustarte el fútbol…

Evidentemente, y se puede ser árabe y no tener ningún problema con un hombre al que le gustan los hombres, y se puede ser racista y que te guste una persona árabe… Esto está en la peli. El personaje tiene un racismo instalado en él, insulta a una persona árabe y al momento le está mirando con curiosidad. Sí, el ser humano es contradictorio, afortunadamente.

Usted apuesta por mostrar con todos sus defectos a trabajadores, migrantes…

Sí, claro, porque hay tantos migrantes como personas que emigran y hay tantos casos de racismo como personas que sienten racismo. Y eso no excluye a las personas que son de las minorías. No por minorías tenemos que ser personas ejemplares. Y en la película se reparte hacia todos los lados. El árabe en la cocina es racista también con su propio compañero. El homosexual liberado de la película es homófobo con su compañero de piso.

La película en ese sentido no señala especialmente a nadie y nos señala a todos. Y hay una reflexión en la peli que me interesa, que se puede ser inmigrante de primera, de segunda, de tercera… dependiendo del lugar donde te encuentras, de que hables el idioma, de que vengas de un país latino o africano, del color de piel, de que seas guapo…

Y también hace una reflexión y una reivindicación del colectivo y del grupo, de hecho, la historia comienza en un grupo muy definido, ¿por qué era importante esta reflexión?

Sí, hay una reflexión sobre el grupo y es verdad que la película empieza en un grupo muy marcado, el del fútbol, que es muy pasional, muy heteronormativo y que era un campo de cultivo maravilloso para colocar a este personaje y deconstruirlo. El marco del fútbol es hasta tribal y él empieza con la cara pintada, con todo el disfraz puesto de pertenecer al grupo…

Todos queremos que nos quieran y queremos pertenecer a algo. El personaje es alguien que está asfixiado en un grupo y que la única manera que tiene para dejar de sufrir es desmembrándose de él. Entonces él se aparta del grupo y al perder el privilegio empieza a poder ver a otros grupos que, curiosamente, le tienden la mano. Esos otros grupos que él prejuzgaba son los que le ayudan, la gente en los márgenes…

Mario Casas se alzó con el premio al mejor actor en Málaga por su trabajo en ‘Muy lejos’.
Mario Casas se alzó con el premio al mejor actor en Málaga por su trabajo en ‘Muy lejos’.BTeam Pictures
Ha elegido contar la historia con planos largos, poco primer plano, una sola lente, una atmósfera naturalista que a veces se rompe con un juego de luces y de fotografía… ¿Qué intención tienen todas estas decisiones?

El punto de partida tenía que ser cerca del realismo y cerca del documental, por eso una sola lente, porque es lo más cercano a lo humano y no quería alterar esa mirada. Rodamos cámara en mano, al pulso humano, tal y como vemos la vida, con ese pequeño movimiento constante. Y luego planos largos, evidentemente, para no alterar el tiempo real de la escena.

Hay poco primer plano porque me interesaba mucho deslocalizar a Mario Casas, no tenerle siempre en el centro de la ecuación, como el líder, como protagonista… en la película lo tenemos a los lados, escondido entre otros personajes… Pero también me paro cuando hay que pararse y contar la postal y el cine está ahí, cuando yo necesito como cineasta generar una imagen poética, romántica, política o filosófica, la cámara se para y nos cuenta algo desde lo visual.

Justamente, hay en la película imágenes bellas de los personajes lavando platos en una cocina… ¿Es una forma de dar dignidad a los trabajadores y a los trabajos de la gente normal?

Este es un temazo. Me apetecía mucho retratar a la clase trabajadora pasándoselo bien. El trabajo es muy duro, pero mientras trabajan hay humor, se ríen y se lo pasan bien. Estoy harto de ver esa mirada tan condescendiente de la víctima de la clase trabajadora. Sí, claro que es duro, y mi madre ha trabajado toda la vida en una fábrica y mi padre también, pero señores, señoras, lo pasamos bien. No es un tema de romantizar, pero a pesar del trabajo duro, la vida se abre paso, la vida empuja.

Por otro lado, hay poco diálogo en la película, porque es la historia de alguien que ha callado mucho tiempo y yo tenía que contar la historia desde ese silencio que se ha aguantado mucho tiempo. El reto estaba en contarlo con lo que sucede. Y de repente te paras y aguantas un poco el plano de alguien lavando platos y colocas un poco más la cámara para que se vea bien… y aparece el cine y esa cocina que era fea de cojones es bonita, es cinematográfica.

Al final esta película trata de identidades, ¿cómo cree que la historia habla a la gente joven que hoy se pasa el día construyendo identidades falsas en las redes sociales?

Bueno, esta película reflexiona mucho sobre la identidad y sobre el privilegio. Pero vamos a la identidad, ¿qué es la identidad? Al final, esta es la historia de una persona que se desprende de la suya y se empieza a mirar desde un lugar nuevo, se pregunta ¿qué has aprendido? ¿Quién eres en el grupo? ¿Quién has querido ser para contentar a otros?

Yo pertenezco a una generación que no teníamos redes sociales y que no estábamos sumergidos en la tiranía de la imagen, pero recuerdo que, según a qué lugares iba, cambiaba físicamente mi cuerpo, no cruzaba las piernas, agravaba mi voz, intentaba tener un posado un poco… Me ponía un disfraz en lo físico para pertenecer a un grupo, no me mostraba libremente como era.

Me he hartado toda la vida de que la gente me diga “es que no pareces homosexual”, “es que no lo sabíamos” y yo pensaba “no te jode, porque estaba jugando muy bien mi papel, estaba jugando una identidad que no era la mía”. Así que no es tan diferente de lo que pasa hoy en día.

Su personaje sale de la zona de confort para encontrarse a sí mismo, para mejorar, usted lo ha hecho también con su propia película, ¿siente que el cine español debería hacer algo parecido?

A mí me da mucho gusto cuando veo una película que me sorprende en lo narrativo, en lo visual, pero pasa pocas veces. Me dio mucho gusto el año pasado ver Segundo premio… Sí, el cine español podría sorprendernos más. Mi voluntad al rodar esta película ha sido provocar algo diferente, ahí está Mario Casas en un registro en el no se le esperaba… porque aquí hay una deconstrucción de una masculinidad. Y quería colocarle junto a David Verdaguer… Hay cinco idiomas en la película…

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