La rueda de un carro sobre un fondo mitad azul, mitad verde. Es la bandera del pueblo gitano, esa que recoge en una imagen su nomadismo a lo largo de la historia y que lo único que tenían era el cielo sobre sus cabezas y el suelo bajo sus pies. Recuerda la enseña las «persecuciones», pero también el «espíritu de lucha romaní», que sigue «intacto» a pesar de que, a día de hoy, la «discriminación, los prejuicios y los estereotipos» siguen muy presentes. La Casa de Juntas de Gernika, símbolo vasco de «libertad», fue ayer el escenario elegido para conmemorar el Día Internacional del Pueblo Gitano, porque, incidieron sus representantes «nosotros también somos de aquí».

En el homenaje a esta comunidad, encabezado por las presidentas de las tres juntas generales, la responsable de Eudel y la consejera de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, y una veintena de representantes de asociaciones romaníes, el vicepresidente del Consejo Vasco del Pueblo Gitano, Bartolo Jiménez, puso el acento en que llevan «seis siglos contribuyendo a esta tierra, que también es la nuestra».

El acto comenzó con la actuación del coro de mujeres Gure Golé (nuestra voz en euskera y romaní), que entonó el himno establecido el 9 de abril de 1971, cuando se celebró el primer congreso internacional gitano. «Nuestras voces se levantan para reivindicar nuestros derechos», expresó Janire Goicoechea, una de las diez integrantes de la agrupación musical.

RECONOCIMIENTO INSTITUCIONAL
Las administraciones vascas han querido reconocen la aportación del pueblo gitano a la sociedad
Porque esos derechos, añadió Jiménez durante su intervención, no están del todo «reconocidos». «Queremos el mismo derecho a una vivienda digna, acceso al empleo sin discriminación, una educación de calidad…», enumeró. Y no son asuntos baladíes, en la medida en que, según la Fundación Secretariado Gitano, el 86% de las familias de esta etnia asentadas en España viven por debajo del umbral de la pobreza.

Alquiler de vivienda
Y son además algunos de los aspectos en los que es más visible la discriminación. De hecho, un informe publicado por Ikuspegi en 2023 destacaba que tres de cada diez vascos no les contrataría para un puesto de trabajo y menos de la mitad les alquilaría una vivienda. «La discriminación histórica sufrida por el pueblo gitano ha provocado que en la actualidad la mayor parte de sus miembros sigan teniendo condiciones sociales peores que las de la mayoría de la sociedad», señalaron Noemí Amaya, representante de AMUGE (asociación para el empoderamiento de las mujeres gitanas que recibió ayer el premio Emakunde) y Naiara Borja, de la Fundación Secretariado Gitano. Estas mujeres, que insistieron en que «parte de la riqueza social y cultural» vasca procede de su pueblo, de la «aportación» de sus «antepasados», leyeron la declaración suscrita a finales del pasado año por los colectivos sociales y las administraciones vascas.

HISTORIA
En este 2025 se cumplen 600 años de la llegada de los primeros romaníes a la Península Ibérica, también a Euskadi
El documento, en palabras de la consejera de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, Nerea Melgosa, es «un pacto entre vascos», una «reparación» de la «persecución institucional y social» a un pueblo al que, dijo, algunos intentan «que os consideremos extranjeros». La representante del Gobierno vasco, sin embargo, cuando se cumplen 600 años de la llegada de la primera comunidad gitana a la Península Ibérica, reafirmó el «compromiso» de «seguir trabajando juntos» en un futuro «lleno de esperanza, contra el antigitanismo y para la convivencia».