Rubalcaba ha saldado su intervención en el Congreso con algún dato vago y un par de afirmaciones que suenan a elusión de responsabilidades. Por un lado, asegura que la presión migratoria no remitirá en los «próximos tiempos». Por otro, ha calificado la llegada masiva de sin papeles como una «rebelión pacífica de Africa». La inmigración ilegal tiene muy difícil solución, pero el ministro del Interior no puede limitarse a definirla de manera tan retórica. Todo indica que la regularización masiva ha multiplicado el «efecto llamada», que el Ejecutivo no tiene claro cómo atajar el problema y que los acuerdos con los países emisores, a pesar de lo que diga el ministro, no se traducen en resultados. Pero lo más grave es que Rubalcaba ha eludido dar explicaciones sobre el destino final de los irregulares una vez que son trasladados a la Península. Es más, ha tratado de desviar la atención hablando de los inmigrantes marroquíes que llegan por el Estrecho. Parece ignorar que la situación perentoria se encuentra en Canarias. Además, ha informado de la repatriación de casi 53.000 ilegales, muchos de los cuales son interceptados en las fronteras y aeropuertos. Por tanto, la autocomplaciente comparecencia de Rubalcaba pone de nuevo de manifiesto que el PSOE está muy desorientado. De modo que la única esperanza de que las cosas mejoren es que los ímprobos esfuerzos que Fernández de la Vega está realizando para sensibilizar a los países comunitarios den sus frutos y éstos entiendan que el problema afecta a toda la UE. La próxima minicumbre mediterránea puede marcar un punto de inflexión en este sentido. De ahí que las críticas de la oposición deben ser compatibles con su respaldo a las gestiones internacionales del Gobierno, de forma que sea posible acordar una política de Estado.