El repostero venezolano que amasó un empleo en Ames a medida para su madre: «Se sentía un poco frustrada por no estar activa, en un país en el que conoce a poca gente»

Anthony abrirá Korizza en O Milladoiro y trabajará allí con Lenys, quien emigró hace 2 años a España y tenía dificultades para encontrar un puesto laboral por su edad

La Voz de Galicia, Patricia Calveiro, 03-04-2025

Detrás de Korizza, un nuevo establecimiento que abrirá sus puertas la próxima semana en O Milladoiro (Ames), hay una historia que habla de emigración, de lucha y de amor. Anthony Chirinos, el mediano de tres hermanos nacidos en Barquisimeto, fue el primero de su familia que dejó Venezuela. «Estuve en Ecuador, en las Antillas Holandesas… y finalmente me establecí en Perú, donde viví 5 años. Por la situación política y económica me vine para acá. Llegué con una mano delante y otra detrás, en febrero del 2020. Al mes, se declaró el estado de alarma por la pandemia. Los ahorros eran pocos y el abogado que me estaba tramitando el permiso de residencia me aconsejó solicitar asilo humanitario en un centro de refugiados», relata este venezolano de 30 años. Desde entonces no solo ha logrado un sustento para mantenerse por sí mismo sino que fue evolucionando en su carrera laboral con una meta: reunir a su familia en España para ofrecerles un futuro mejor.

Primero fue su hermano menor, luego el mayor, su madre y su abuela, quien se les unió hace apenas 20 días. «Lo más duro fue estando yo solo. Ahora pusimos un bote entre todos para traer a la abuelita», comenta un hombre que pronto hará realidad su sueño de tener un negocio propio, una cafetería con especialidades de repostería y pastelería artesanal en la que ha amasado un trabajo a medida para su madre, Lenys Canelon, de 58 años.

«Ella llegó en el 2023. Íbamos a tener la segunda niña y necesitábamos una ayuda en casa [ahora viene de camino el tercero]. Mi madre trabajó toda su vida en la administración pública y aquí buscaba un empleo para seguir activa, pero por su edad era complicado que le diesen una oportunidad laboral. Se sentía un poco frustrada, en un país en el que conoce a poca gente… Yo siempre tuve la idea de emprender, me surgió la oportunidad y pensé en emplearla como dependienta porque sabía que le iba a ayudar a sentirse útil y en su adaptación», relata Anthony, quien constata que Lenys está muy emocionada e incentivada con este proyecto y entre todos la están ayudando a ponerse al día con el gallego, «especialmente mi cuñada, que es gallega», dice su vástago. Korizza es, por tanto, resultado de un acto de amor por una madre. «Va a ser autónoma colaboradora. Es algo que le daba un poco de miedo, siempre temió trabajar por cuenta propia porque no sabes cómo te va a ir a fin de mes, y aquí más, porque te machacan bastante con la idea de lo duro que es ser autónomo, pero tienes la parte buena de trabajar de forma independiente», continúa.

Aunque estudió cuatro años de Derecho en su país natal (le faltó uno más para licenciarse), Anthony cuenta que siempre le atrajo la cocina e hizo algún curso sobre ello durante su etapa universitaria. Trabajó en la hostelería en Perú, y en este sector halló también el primer empleo que le permitió salir del centro de refugiados en el que vivía en Castilla y La Mancha, pasó luego por distintas salas y cocinas de Madrid, hasta que lo contrataron en una panadería de origen rumano en Malasaña y descubrió allí su gran vocación. En Galicia estuvo tanto en restaurantes de primer nivel como personal de sala (tratando siempre en sus ratos libres de meterse en cocinas para aprender) como en referentes de la panadería y pastelería. Y ahora, en Korizza, habrá una muestra de todo ese aprendizaje, de la gastronomía venezolana, gallega, asiática, rumana e incluso italiana y americana.

Empanada, tostas (las hay tanto de aguacate, salmón y salsa de ostras como de guacamole, champiñones al ajillo, huevo mollet y katsubushi, incluso hummus de guisantes, queso de cabra y nueces caramelizadas, entre otras propuestas más convencionales), pretzels rellenos y otra repostería salada, rolls, alfajores, tiramisú, tartas de diferentes estilos… todo hecho de forma artesanal por Anthony y servido con una gran sonrisa por Lenys. Y, para beber, habrá desde cafés clásicos, matcha latte, zumos y smoothies hasta refrescos tropicales, cervezas y vinos.

«Todos estamos acostumbrados hoy a la repostería industrial, pero nosotros queríamos apostar por lo artesanal y todo lo vamos a elaborar nosotros», destaca un venezolano entusiasmado con esta nueva etapa que abrirá junto a su madre. «Cuando uno tiene una idea, una esperanza y conocimientos, creo que es bueno intentar perseguir ese sueño y nunca quedarse con la duda de qué hubiera pasado. Yo había buscado locales en Santiago, pero los precios eran desorbitados… Iba a empezar a estudiar Hostelería, pero un amigo me comentó que había este local disponible en O Milladoiro, me gustó y vi que se alineaba con mis pretensiones. Para montar esto dejé mi trabajo estable, en la pastelería Suevia, donde llevaba ya dos años», concluye Anthony, dispuesto a arriesgar para seguir evolucionando.

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