La sentencia a Marine Le Pen ha provocado un gran revuelo político en Francia y en el resto del mundo. Detractores y simpatizantes no tardaron en pronunciarse públicamente y mostrar sus verdaderos colores. Aliados de la Agrupación Nacional han expuesto abiertamente su descontento con la sentencia.

Al Kremlin no le tembló el pulso a la hora de cuestionar y poner en duda la democracia francesa. Su primera reacción fue definir la resolución como “una viola­ción de las normas democráti­cas”, según su portavoz Dimitri Peskov. A su vez, el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, mos­tró su apoyo incondicional a la po­lítica francesa a través de un bre­ve pero conciso mensaje publica­do en la red social X: “Je suis Marine! ”. El viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, tampoco tardó en objetar sobre las bases democráticas europeas. El político italiano definió el dictamen como una “declaración de guerra” de Bruselas.

Del mismo modo, Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, que será juzgado por intento de golpe de Estado, declaró que se ve reflejado en el caso de Le Pen y que los políticos de extrema derecha de todo el mundo son víctimas de “lawfare” internacional.

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Líderes con tendencias autoritarias de alrededor del mundo se presentan como mártires del sistema
Por su parte, el billonario asesor de la Casa Blanca Elon Musk se mostró muy crítico y declaró que “Cuando la izquierda radical no logra ganar mediante el voto democrático, abusa del sistema legal para encarcelar a sus oponentes ”.

En España, el líder de Vox, Santiago Abascal, proclamó que “no conseguirán silenciar la voz del pueblo francés”.

Las controvertidas reacciones son representativas de la época política actual. Líderes con tendencias autoritarias de alrededor del mundo se presentan como mártires del sistema, víctimas de la persecución judicial, y cuestionan las bases de una de las democracias más consolidadas del mundo, mientras en sus países no dudan en arrinconar a la primera de cambio las libertades individuales y los derechos humanos.