La semana geoeconómica
Del reemplazo de inmigrantes ilegales en Florida (haciendo trabajar a los niños) al cambio de horario del mercado para adecuarlo a los mensajes de Trump
Análisis de las tendencias mundiales que, tarde o temprano, afectarán a su bolsillo
El Mundo, , 31-03-2025La próxima vez que viaje a Miami, piense que está en un sitio que ha resuelto el problema de la inmigración ilegal poniendo a los niños a trabajar. Si hay menos inmigrantes ilegales, hay puestos de trabajo vacantes, y sustituirlos no es fácil. Así que en Florida, donde siempre se ha autorizado el trabajo de los mayores de 14 años, pero con regulaciones, que ahora los republicanos, que controlan la política del estado, están eliminando. El año pasado quitaron prácticamente todas las restricciones a los mayores de 16 años que estén siendo educados en sus casas (homeschooling, una práctica muy común entre los conservadores estadounidenses). Ahora, quieren hacer lo mismo con los niños mayores de 14 sin que importe dónde reciben su educación. Podrán trabajar a cualquier hora siempre que acudan a clase, lo que en la práctica significa que harán turnos nocturnos. A Florida le va, así, la frase que dijo Borges de un amigo: “Tiene todo el pasado por delante”.
Abu Dhabi promete a EEUU 1,2 billones de euros a cambio de su propia IA
Los países del Golfo están muy a gusto con Donald Trump, porque comparten muchos valores con el presidente estadounidense. Eso ha quedado de manifiesto en la promesa de Abu Dhabi de invertir 1,4 billones de dólares (1,3 billones de euros) en EEUU. Dadas las complejidades del mundo real (raramente reflejadas en las notas de prensa) es seguro que esa cifra tardará mucho tiempo en materializarse plenamente… si es que lo hace. Pero la operación es, más que empresarial, geoeconómica. Abu Dhabi invertirá en el sector tecnológico estadounidense y ayudará a que ese país doble su producción de aluminio, una fijación de Donald Trump. A cambio, el emirato quiere que la Casa Blanca elimine las restricciones que Joe Biden le impuso en la cooperación en Inteligencia Artificial (IA) con EEUU, un sector que Abu Dhabi considera absolutamente estratégico. Trump ahora quiere que Arabia Saudí imite al emirato y le prometa 900.000 de inversiones.
Europa descubre (tarde) la importancia de la geoinformática
Los periodistas no nos inventamos palabras: eso lo hacen economistas y políticos. Ningún informador ha creado el término “geoinformática” (otro día hablaremos de los creadores de “geoeconomía”, que tienen tela), pero el nombre del simposio que se celebra el fin de semana que viene en Niza es la VIII Conferencia Internacional en Geoinformática y Análisis de Datos. Gusten o no estos “palabros”, el geoposicionamiento (o geolocalización) es una industria que no solo está creciendo una barbaridad (¿se acuerda alguien de cuando los mapas eran de papel y no estaban en el teléfono?) sino, también, clave para la seguridad nacional. La UE se ha dado cuenta de que no puede reemplazar los satélites espías de EEUU en Ucrania, y no digamos ya la red de Elon Musk Starlink (que, curiosamente, pierde dinero). Para contener a Rusia, Europa tendrá que desarrollar este sector muy deprisa, porque su impacto geopolítico es mayor que el de los tanques.
Los altos directivos dejarán de cobrar por reverdecer la Tierra
En gran parte por la presión del Gobierno de Donald Trump, pero, también por lo que para muchos inversores (y ejecutivos) eran criterios políticos y no de gestión, los grandes bancos están recortando sus objetivos de descarbonización. Hasta ahora, la muestra más visible era la eliminación total de ese apartado en las secciones de las webs corporativas (al menos en las estadounidenses). El cambio no es solo cosmético, como revela el hecho de que la sostenibilidad está dejando de ser relevante en lo que importa verdaderamente: la remuneración de los directivos. El gigante de la banca británica HSBC ha reducido del 25% al 20% el peso de los objetivos medioambientales en sus planes retributivos, y ha eliminado los de sostenibilidad. Standard Chartered y UBS (suizo), los han eliminado por completo, al menos en la información online que dan al público, según el diario Financial Times. El único verde que cuenta es el de los billetes.
Cambiar el horario del mercado para adecuarlo a los mensajes de Trump
Los mercados están tan confundidos con los cambiantes mensajes de Trump que el gigante del trading de materias primas suizo Trafigura está planteándose cambiar la jornada laboral para que sus traders empiecen a trabajar a las dos de la tarde (hora local) que son las ocho de la mañana (hora de Washington) y así puedan operar en función de lo que Trump haga, diga, o cuelgue en redes sociales. La ansiedad puede alcanzar un punto de ebullición el miércoles, cuando anuncie los aranceles que impondrá al resto del mundo, lo que le ha llevado a llamar al 2 de abril Día de la Liberación. El plan, que era poner aranceles a todo el planeta Tierra, ha sido limitado a los “los quince [países] sucios”, una muy respetuosa frase ideada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent (“los quince sucios” viene de la película The Dirty Dozen, que en España se tituló Los Doce del Patíbulo). Dicho sea de paso, hasta el miércoles no sabremos quiénes son “los quince sucios” a los que se refiere.
Cómo el Brexit disparó la burocracia en Reino Unido
El argumento más potente a favor del Brexit fue eliminar de la vida de los británicos a los burócratas de Bruselas. Lo que no se esperaban quienes compraron ese argumento era que la burocracia europea sería reemplazada por una genuina burocracia británica pura sangre. El tijeretazo presupuestario del Gobierno laborista de Keir Starmer es precisamente el un intento de contener la explosión funcionarial, que ha llevado al número de los empleados públicos a crecer un 29,6% en 1 años de gobierno de, precisamente, conservadores que se autoproclaman liberales y rezan a Margaret Thatcher todas las noches. Acaso la mayor ironía es que las unidades ministeriales que han experimentado un mayor crecimiento son todas las relativas a justicia, interior, e inmigración. Es decir, justo aquellos problemas que se iban a solucionar solos en cuanto saliera de la Unión Europea. Luego dirán que la Historia no practica la vieja figura literaria de la ironía.
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