Entre gatas y gatos
El cura gitano que ha creado su propia religión y una ONG solidaria: "Antes aquí todos eran de izquierdas... ¡y ahora los vallecanos votan a Ayuso!"
Se ordenó sacerdote tras conocer los estragos de la droga en el Madrid de los 80. Terminó abandonando la Iglesia Católica, aunque no la misión de ayuda a los demás
El Mundo, , 28-03-2025El Padre Teodoro es un sacerdote vallecano que ha dedicado su vida a labores humanitarias, algo que mamó en el barrio de Palomeras Bajas, donde nació en 1967. Se trataba por entonces de un barrio de casas pobres que los propios vecinos denominaban «chabolas». Sus dos padres eran gitnos; él albañil y ella costurera. «Cuando a alguien se le rompía el pantalón, ella lo cosía, y a algunos les cobraba y a otros no».
En Vallecas, en aquellos años, la solidaridad entre los vecinos estaba a la orden del día. «Había mucha unión, y si a uno le faltaba algo, siempre había un vecino que ayudaba», explica. «Creo que de ahí me viene esa inclinación a echar una mano a los demás».
A pesar de pertenecer a una familia gitana, él y su entorno estuvieron siempre muy integrados en el mundo de los payos. «Todos mis hermanos fueron escolarizados y se graduaron», confirma. «Yo nunca he padecido racismo, e incluso mi madre, que era de Guipúzcoa, fue al colegio, algo muy poco común en aquella época. A un internado de monjas donde le enseñaron a leer y escribir. Yquizá por eso nos obligó a todos a estudiar». Teodoro fue al colegio Virgen de Guadalupe, «donde ya entonces había negros, africanos, marroquíes. Había unos profesores muy buenos. Tengo un recuerdo fantástico de aquella época, y del director, don Herminio, que era una persona estupenda».
En 1987, el futuro sacerdote entró en un seminario de Sevilla en el que pasó algo más de ocho años. Se inscribió animado por Milagros, una asistente social, y el padre Burgos, un cura de Vallecas. «Ahí tuve que aprender Religión, tuve que aprender Teología… Eso es como sacarse el carnet de conducir. Primero viene el teórico y luego el práctico. Hay que aprender a dar misa, a conocer las indumentarias para cada tiempo de la misa…».
Teodoro reconoce, sin embargo, haberse metido a sacerdote tras descubrir la miseria que que provocó la llegada de la droga a su barrio. «Vi a muchos amigos caer en la droga porque, por entonces, no había mucho trabajo, y la juventud, como no tenía nada, se enganchaba a todo lo nuevo. Por desgracia, muchos de estos amigos murieron». Al regresar a Madrid ya convertido en sacerdote, Teodoro fue recibido con gran alegría por vecinos y amigos. Sin embargo, supo de la muerte de Marisol, la asistente social que tanto le había ayudado. Eso le animó a seguir con su obra de apoyo a otros.
Se acercó a la iglesia de San Carlos Borromeo, en Entrevías, famosa por ser la sede de los curas rojos. Ahí conoció al párroco Enrique de Castro. «Era un hombre muy bueno, que tenía por bandera ayudar al barrio», recuerda. Otra parroquia que frecuentó entonces era la del Buen Pastor, en Palomeras, comandada por el Padre Eduardo de Burgos. Se trataba de «dos parroquias muy chiquititas, pero emblemáticas para la gente del barrio».
Aunque Teodoro se considera apolítico, confiesa que su padre era del PC y su madre del PSOE, por lo que se crio en un ambiente de izquierdas. «Es que eso era lo que había entonces en Vallecas», dice. «¡Y ahora resulta que los vallecanos han votado a Ayuso! Hoy Vallecas se ha modernizado tanto que se ha perdido aquella solidaridad de mi infancia, aquella unión vecinal a prueba de todo… Recuerdo que había un churrero, ya fallecido, que tenía su churrería en la calle Filomena Gómez. Ese hombre fue mi inspiración, porque todos los churros que le sobraban los repartía. Él y su hija iban dejando bolsitas en las puertas de las casas».
Tras abandonar la Iglesia Católica y crear una nueva confesión («religión», la llama él), Teodoro y su mujer han creado una ONG llamada Fe y Esperanza, dedicada a repartir alimentos entre entre los más desfavorecidos y a buscar trabajo a personas desempleadas. También tratan de retornar niños tutelados a sus madres para que vuelvan al núcleo familiar. Su última labor tuvo lugar en Paiporta, donde ayudó a buscar gente desaparecida por la DANA, proporcionó alimentos a vecinos y atendió las necesidades más urgentes de los afectados por la riada.
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