Inmigrantes: dosis de realidad en un mundo de maquillaje

Gara, 01-09-2006

El documental «Lettere dal Sahara», del cineasta italiano Vittorio De Setta, puso ayer un poco de realidad en el mundo de maquillaje de la Mostra de Venecia al enseñar en carne viva la odisea moderna que viven los inmigrantes. Tras la proyección para la prensa, la subsecretaria del ministerio de Educación, dijo que la obra se exhibirá en las escuelas públicas para mostrar a los niños «quiénes son los que se sientan al lado de su pupitre».

VENECIA

«Has dejado Africa para venir a Europa, pero sufrirás como un perro», dice uno de los personajes al protagonista, Assane, apenas comienza el documental “Lettere dal Shara”. Y eso es lo que hace Assane, sufrir desde que se embarca en Senegal y es arrojado por la borda de una barcaza cuando los carabineros italianos descubren la nave cerca de las costas de Lampedusa.

Durante algo más de dos horas, el documental recorre la realidad de la inmigración clandestina: desde llegar sin conocer el idioma, escapar a la policía y trabajar como vendedor callejero, ganadero o agricultor por veintisiete euros al día, hasta conseguir poco a poco conocer alguna persona o institución estatal que les ayude a tener papeles y un trabajo más o menos estable. Eso en el mejor de los casos, porque en el peor pueden entrar en las redes de prostitución o en las del narcotráfico. Pero, quizá, aún es más triste el caso de Assane, interpretado por Djibril Kebe, que logra un trabajo y amigos blancos, pero abandona Italia cuando recibe una noche una brutal paliza de un grupo de racistas. De Setta, que no ha empleado actores profesionales, también recrea el choque cultural, especialmente el religioso, en este caso el de un musulmán que no entiende el mundo que le rodea.

Y aún hay tiempo para mostrar la vida del gueto, la marginación que trata de reproducir la propia cultura, senegalesa en esta ocasión, sin que esa búsqueda ofrezca unas raíces verdaderas y una identidad.

Assane representa la historia del que fracasa, si se entiende por fracaso el inmigrante que retorna a su casa sin haber conseguido el principal objetivo: «el dinero, que en Europa ha sustituido a Dios», según le dice su maestro cuando regresa. El maestro, que pide a Assane que cuente su historia para que los aspirantes a inmigrantes clandestinos conozcan cuál es su destino, plantea uno de los problemas: «Los blancos creen que somos inferiores; los europeos no nos consideran seres humanos; pero sólo somos una cultura diferente».

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