Tomarán todas las iglesias...

La Verdad, 31-08-2006

aarco@laverdad.es) ANTONIO ARCO

Tomarán las iglesias, la casa de Dios. Entrarán en ellas, descalzos o no, hambrientos o no, desconsolados, con miedo, con rabia, perdidos, nerviosos, con un futuro más negro que ellos (o no). Entrarán en las iglesias, en la casa de Dios, uno a uno o en grupo, a gritos o en silencio, sin papeles, sin permiso, sin las ideas muy claras, sin que hayan tenido muy buena suerte en la vida, sin saber qué pasará. Ocuparán las iglesias, la casa de Dios, un día de estos los inmigrantes lanzados por el mar y la cruda vida a nuestras costas, a nuestra sociedad del bienestar y a nuestras propias narices, y a ver quién es el guapo que los echa de allí por las buenas o por las malas, a ver quién es el guapo que les niega el asilo, que les niega la piedad, que les niega la ayuda, que les niega la evidencia de que son los pobres de la Tierra, que les niega el pan y la sal, que les niega el socorro pero a cambio les echa encima a los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, que al final terminan pagando el patito feo.

Se atrincherarán en las iglesias buscando refugio y solidaridad, buscando más que el reino de los cielos un lugar digno aquí entre nosotros, y lo harán porque, como todos somos hijos de Dios, tienen todo el derecho del mundo a entrar en la casa del Padre. Y ya veremos entonces quién es el guapo, y ya veremos entonces quién les cierra el paso, quién los expulsa del templo, quién les da con la puerta en las manos vacías y quién se queda tan tranquilo dándose la media vuelta (al mundo: por tierra, mar y aire).

Hace ya días que se ha superado con demasiada holgura la cifra de 24.336 inmigrantes que habían caído del infierno por mar en nuestras playas, y el éxodo africano no parece tener (mala) pinta de remitir, con Europa o sin ella echándole sus bendiciones a España, tierra de católicos y de gente(s) solidaria(s).

Ya está pasando en otros países, aunque con cuentagotas: inmigrantes que se van a la casa del Padre cuando ya los han echado de todos sitios. Y se arma la de Dios porque se disparan todas las alarmas, no ya políticas, sino religiosas, éticas, morales; y todas las alarmas evangélicas. Qué lío se armará, qué hacer, qué nervios, qué situación tan tremendamente terrenal y qué prueba de fuego para ver cómo andamos de fe, esperanza y caridad. Pasará: tomarán las iglesias, la casa de Dios, y a ver quién es el guapo…

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