¿Por qué Vox trabaja para Donald Trump?

Público, Toni Valero, 06-03-2025

Los cipayos fueron los soldados indios de las Indias Orientales al servicio de las potencias coloniales. Sin ellos la explotación y dominio colonial habría sido, cuanto menos, mucho más costosa. En América Latina identifican a sus cipayos como a aquellos políticos que venden la soberanía nacional a los EEUU. Veremos que en España también tenemos de esos.

Desde que en 2014 el Consejo Nacional de la Resistencia Iraní (CNRI) financiara a Vox (Abascal y Espinosa de los Monteros recibieron 65 mil euros de esas donaciones) hasta la fiesta de entronización de Trump en la Casa Blanca en enero de 2025, a la que acudió Abascal, ha pasado una década en la que se ha perfilado claramente lo que desde el principio se sospechaba: la ultraderecha de Vox es el tentáculo de la Internacional Reaccionaria que preside Donald Trump. Vox no es una expresión de ultraderecha trumpista a la española, es una extremidad en España del Departamento de Estado de los EEUU a las órdenes de su presidente, Donald Trump.

Poco antes de que el CNRI pusiese fondos para que arrancara Vox, en 2013 fue sacado de la lista estadounidense de organizaciones terroristas gracias al apoyo que recibía de exdirectores de la CIA y de figuras del neoconservadurismo. Cuatro años después, con la primera victoria de Trump, Vox es invitado a la cumbre de la Internacional Reaccionaria (IR) en Coblenza (Alemania) y es reconocido como uno más de la familia.

A este sustento financiero del CNRI, desvelado desde hace años por distintos medios, y al soporte político de la ultraderecha europea trumpista hay que añadir el apoyo público que Donald Trump y Elon Musk han profesado por Abascal. Las injerencias rusas que se denuncian en la Resolución del Parlamento Europeo de 25 de abril de 2024 van a ser una broma al lado de lo que Musk va a hacer en las elecciones generales en favor de la ultraderecha.

Que en España tengamos esta quintacolumna de la IR responde a los cambios que han operado en la oligarquía española, tanto en sus bases materiales como en sus valores. Sin considerar eso no se entiende la existencia de Vox. El enorme poder de los fondos de inversión estadounidenses en la economía española ha integrado orgánicamente a parte de la oligarquía española. Si decimos que los de Vox son los manijeros de los fondos de inversión no nos equivocamos. BlackRock, Vanguard, Fidelity, Blackstone, Solum Partners, Nuveen Natura Capital y otros tantos son fondos norteamericanos presentes en España en los sectores inmobiliario, agroalimentario, energético, servicios, etc. que han establecido alianzas con esa oligarquía española de apellidos compuestos que tiene a Vox como brazo político para defender sus intereses. La nueva composición de la oligarquía española ha complejizado sus expresiones políticas, Abascal y Ayuso son buenos ejemplos de esa fracción ligada a los fondos norteamericanos.

A esta defensa clara que Vox hace de los intereses económicos de esta oligarquía se suma la ruptura abierta con los consensos alcanzados tras la II Guerra Mundial. Del neoliberalismo, que socavó las bases materiales de las democracias europeas con el desmontaje del estado del bienestar, se ha entrado en un claro proceso descivilizatorio impulsado por Donald Trump que tiene en su punto de mira a las Naciones Unidas y al Derecho Internacional y Humanitario. Estos valores reaccionarios concuerdan con el nuevo expansionismo estadounidense y con la tecnocasta que rodea a Donald Trump. Como un calcetín encaja la ultraderecha de Vox en esta horma ideológica. Una ultraderecha española clasista y franquista que nunca se vinculó a los consensos de postguerra en los que sí participaron derechas europeas antifascistas.

La sociedad española, en particular quienes tienen ideas conservadoras, tienen que saber qué está sucediendo en sus referencias políticas. La ultraderecha de Vox y sectores del Partido Popular están sacando mucha bandera española y buscando chivos expiatorios entre los inmigrantes o la Agenda 2030 porque tienen que tapar su vinculación a intereses políticos y económicos que no responden al interés general. Aspiran a ocupar el poder de un gobierno títere de los EEUU aupados por la ola reaccionaria. Vasallaje en la era del feudocapitalismo.

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