Los inmigrantes dejan ver el monte
La Voz de Galicia, 30-08-2006(Firma: | GERARDO GONZÁLEZ MARTÍN |)
EL ANTIGUO hábito del Metro madrileño de dejar salir antes de entrar, no tengo claro que se cumpla en estos tiempos en el nuevo curso político, que ya ha enseñado la patita. Todo anda revuelto y es un continuo sin el sosiego preciso para que nuestros representantes se tomen un refresco como preludio a la tila que necesitan. Rajoy ha preferido para el retorno una tierra que cosecha un vino excelente para demostrar que los inmigrantes – ¡y mira que son! – dejan ver el bosque chamuscado de Galicia, además del aeropuerto del Prat convertido en una pista de botellón. Y por supuesto los despliegues de nuestras Fuerzas Armadas, que a nada que se descuiden van a andar más por esos mundos de Alá más que por los de Dios. Esos asuntos planteados en Ribadumia, la aproximación a ETA, los problemas identitarios y financieros de los estatutos y alguna cosa más son ya el inevitable pasto que nos espera para el otoño y lo que sigue. Más lo que caiga, que será bastante en precampaña.
El líder popular ha elegido mal el escenario, porque asociar Ribadumia y su inevitable vínculo a Louzán, que no pocos consideran un político caduco y con problemas futuros, no es un buen principio de curso político. Los temas se los ponen en bandeja, en este país sorprendente donde los observadores de la vida pública ya no sabemos a donde mirar: tenemos a la vista un gobierno que lo hace tan mal como la oposición, y viceversa. Aun así, es difícil superar a Rajoy en su diatriba sobre la salida de nuestros soldados mundo adelante, cuando todavía no se acabó el fuego que prendió el trío de las Azores, o sea su señorito y dos más. Podría muy bien don Mariano haberse limitado a hacer una faena de aliño y no hurgar en exceso en lo de nuestra presencia en Líbano y otras plazas, porque es como ofrecer la segunda mejilla a todo el que pase por allí, y aun al que no pase. Sólo falta que José Blanco le ofrezca la embajada de Bagdad como retiro. Son todos iguales, menos los fumadores, diferentes en cada esquina.
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