(Lugar: s. g. | vilagarcía)

Junto a la oleada de incendios en Galicia y a la paralización del aeropuerto del Prat, la masiva llegada de inmigrantes ilegales a Canarias fue el principal argumento esgrimido ayer por Mariano Rajoy para fustigar al Gobierno. El presidente del PP no dudó en culpar a Zapatero de haber convertido España «en el paraíso de las mafias que trafican con personas».


«Vienen por tierra, mar y aire, desde China y Pakistán, en cayucos e incluso en motos náuticas y embarcaciones de recreo», lamenta el líder conservador, quien encuentra el origen del problema en dos factores: «La regularización de la situación de ochocientas mil personas, criticada por todo el entorno europeo, y la política de bocadillo, botellín de agua y a la calle» con la que, argumenta Rajoy, la Administración está respondiendo a la crisis. «No me extraña – añadió – que el presidente canario pida ayuda a la ONU».


Parafraseando a Maragall, Rajoy dice que, efectivamente, el Estado se está transformando en «algo residual, sin capacidad de respuesta a los problemas de los ciudadanos». Este hecho se evidencia en la «incapacidad para dar cobijo a los 700 niños llegados en cayucos sin reunir a las 17 comunidades autónomas» y en la falta de competencias para intervenir en los incendios que asolaron Galicia y que según él se solucionarían con un modelo federal como el alemán.