editorial

Sin respeto al derecho internacional

La Vanguardia, , 06-02-2025

Ha sido uno de los anuncios más sorprendentes e incomprensibles en las últimas décadas de historia de Oriente Medio y un giro radical en la política de Estados Unidos en la región. Tras reunirse en la Casa Blanca con el primer ministro de Israel, Beniamin Netanyahu, el presidente Donald Trump proclamó su intención de tomar el control de Gaza, expulsar a los palestinos de modo permanente, demoler los edificios ya destruidos por Israel y reconstruir la franja para convertirla en una “nueva Riviera de Oriente Medio” en la que viva “la gente del mundo entero”, pero a la que el pueblo palestino no podrá regresar.

Para conseguir ese objetivo, Trump afirma que hará “todo lo necesario”, incluyendo el despliegue de tropas estadounidenses. El hombre que ha hecho negocios inmobiliarios en todo el mundo plantea la cuestión como si fuera una inversión más. Insiste en que “nos haremos cargo de ese territorio y lo desarrollaremos porque Gaza tiene un potencial enorme”. Incluso contempla una “posición de propiedad a largo plazo” y afirma que ya ha hablado sobre esta idea con otras partes, sin precisar cuáles, asegurando que “ellos aman la idea de que EE.UU. posea esa parte de tierra”.

El anuncio de Trump evidencia que para él los palestinos no importan, ni tampoco el acatamiento del derecho internacional. Su inconcebible plan supondría el desplazamiento forzoso de todos los palestinos de Gaza, que tienen el derecho soberano a vivir en su tierra y a permanecer en sus hogares, aunque ahora la mayoría estén destruidos. Lo que propone incendiaría aún más Oriente Medio. Cada vez hay más voces que hablan de limpieza étnica. Desde el punto de vista legal, se trataría de un crimen de lesa humanidad contemplado por la Corte Penal Internacional, un organismo no reconocido por Washington. Su plan implicaría para los palestinos una segunda nakba (desastre), como la sufrida en 1948 por unos 700.000 palestinos que huyeron o fueron expulsados por la fuerza de sus hogares en la Palestina histórica, durante la creación de Israel.

Trump dice que tomará el control de Gaza y la reconstruirá tras expulsar a los palestinos
Su propuesta, sin embargo, fue música celestial para los oídos de Netanyahu, que no ocultó una sonrisa de felicidad. Según el premier israelí, los judíos tienen derecho sobre Gaza y la propuesta “puede cambiar la historia”. Netanyahu defiende la presencia indefinida israelí en la franja –“hay que acabar el trabajo”– y depende, para su supervivencia política interna, de la facción más ultranacionalista de su Gobierno, que ayer hacía evidente su satisfacción, ya que las intenciones de Trump coinciden plenamente con su ideario y estaba furiosa con Netanyahu por aceptar un acuerdo de alto el fuego con Hamas que califica de capitulación. En paralelo, la propuesta desvía la atención del hecho de que las negociaciones para extender el alto el fuego en Gaza, que expira el 1 de marzo, no están avanzando.

Netanyahu obtuvo no solo propuestas que satisfacen a la ul­traderecha israelí, sino también acciones concretas de apoyo. Trump ha firmado una orden ejecutiva que mantiene la sus­pensión de fondos a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, la UNRWA, y ha puesto fin a la participación de EE.UU. en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, al que Netanyahu acusa de ser parcial contra Israel.

El mundo árabe rechaza rotundamente el plan. Jordania y Egipto se oponen, con el respaldo de los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Arabia Saudí, la Autoridad Palestina y la Liga Árabe, a reubicar a los 2,3 millones de palestinos que pudieran ser expulsados de Gaza. Arabia Saudí asegura que no establecerá relaciones con Israel hasta que se constituya un Estado palestino. La Autoridad Nacional Palestina recuerda que Gaza es “parte integral” de un Estado palestino y Hamas advierte de que la medida puede incendiar la región. El plan también ha desatado una oleada de críticas en todo el mundo, desde China y Rusia, pasando por Australia, Brasil y Turquía, hasta países europeos como España, Francia, Italia, el Reino Unido y Alemania. Y la ONU recuerda que “toda deportación o transferencia forzada de personas sin base legal está estrictamente prohibida”.

Oleada de críticas en el mundo a un plan que solo aplauden Netanyahu y la ultraderecha israelí
La idea de Trump carece de base legal, viola el derecho internacional, dinamita la solución de los dos estados y, además, es irrealizable. Exigiría una gran presencia militar estadounidense en la zona y una inversión multimillonaria durante muchos años para la reconstrucción. Pero es también, en otra muestra de su volatilidad política, un cambio drástico respecto de su primer mandato y de sus promesas, pues plantea la ocupación y reconstrucción de Gaza como un megaproyecto estadounidense, lo que implicaría un compromiso enorme en la región, cuando hasta ahora rechazaba la presencia de EE.UU. en “guerras que no son nuestras”.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)