José Javier Solabre Heras
Era sabido, o por lo menos se lo podía esperar más de uno, que al comenzar a pensar en el inicio de campañas electorales, unos y otros se quieran llevar al huerto los posibles votos de aquellos que pueden ya ser sujeto de derechos, y entre ellos, de un derecho que podríamos denominar electoral, que no sólo le faculta para elegir a sus representantes sino que, además, dado el número que son, pueden ser elegidos.

Ahora bien, no sólo se gana el voto con promesas que raras veces se cumplen, sino que la mejor campaña es aquélla que presenta una lista compuesta por representantes reales de aquellos colectivos de los que se quieren captar los votos. Aquél que presente una lista compuesta por inmigrantes desarraigados, jóvenes sin casa y sin trabajo estable, mujeres carentes de la igualdad demandada o tratada por los machitos de turno ; ese partido político, que prepare una lista que sea reflejo real de estos problemas, o aquél que sea capaz de comprometerse será quien se lleve el gato al agua .

Sólo espero de los que han venido, con penurias, a un mundo que lejos de ser el mundo desarrollado, es el que más margina a determinados grupos de la sociedad, mediten convenientemente su opción de voto, no se dejen llevar por el primero que sólo abre la mano para que vengan más que no pueden conseguir integrarse. Medite más de uno sobre la situación de determinados sindicatos que, con tal de conseguir afiliados, abren las puertas con servicios que no consiguen la integración y reconducen al afiliado a comprometer el voto con una opción política.

El inmigrante que está aquí necesita con urgencia que se regularice su situación para acceder con las garantías necesarias al mercado laboral y a otro tipo de servicios que otros ciudadanos disfrutan, y todo ello por su condición de persona, que hemos consentido que esté en nuestro país y como tal merece ser atendido, respetado y considerado, no sólo como una expectativa de voto.