Los 500 inmigrantes que ayer por la mañana hacían cola en la Brigada de Extranjería, en la avenida de los Poblados de Carabanchel, se quedaron medio ciegos. Una espesa nube de humo comenzó a invadir toda la explanada abarrotada de personas. Al poco rato comenzaron a llorar y a moverse nerviosos. Acababan de tirar una bomba lacrimógena junto a ellos y pensaron que lo había hecho la Policía para disolverlos. En realidad, los que habían tirado el artefacto eran unos guardias civiles que hacían prácticas en el viejo edificio de la cárcel.

La bomba, de acuerdo con los testigos, fue activada a menos de 50 metros del lugar donde se encontraban las colas de inmigrantes. El humo se esparció rápidamente causando los estragos propios del efecto que producen los gases. «Pensábamos que nos querían disolver y que la habían tirado los policías», dijo uno de los inmigrantes intoxicados. Un hombre comentó que sintió como la nariz le ardía por completo y comenzó a llorar por el efecto de los gases. Hubo gente que empezó a correr en desbandada y a gritar como si les atacaran. «Estas bombas se emplean a veces para disolver a manifestantes y pensábamos que iban a por nosotros», comentó uno de los afectados.

Alguno de los inmigrantes fueron atendidos por los policías y otros necesitaron auxilio por parte de los médicos de una ambulancia que pasaba por la zona.

Tras varios minutos de desconcierto se averiguó que los que habían lanzado la bomba habían sido unos agentes de la Guardia Civil que estaban efectuando prácticas en las antiguas instalaciones de la cárcel de Carabanchel, frente al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) y la Brigada Provincial de Extranjería.

Según fuentes de la Dirección General de la Guardia Civil, los agentes tienen autorización para estos ejercicios en ese lugar. «Es frecuente que se ejerciten en la zona y nunca ha ocurrido ningún incidente», señaló uno de los agentes. «Se habrá producido un error al lanzar la bomba y ha caído cerca de donde estaban», indicaron.

Con todo, varios de los inmigrantes decidieron denunciar los hechos a la Policía. «Esto no puede ocurrir, parecía que nos atacaban un ejército».