El Papa se ha apresurado a marcarle el terreno al nuevo presidente estadounidense, Donald Trump. Pocas horas antes del comienzo de su ceremonia de investidura este lunes en Washington, la televisión italiana Nove emitió una entrevista en la que el Pontífice advirtió que será «una desgracia» si el líder republicano cumple con una de sus promesas electorales estrella: llevar a cabo deportaciones masivas de inmigrantes ilegales. Consideró Francisco que «no se resuelven las cosas» haciendo que los «pobres desgraciados que no han hecho nada» tengan que pagar «la cuenta del desequilibrio». Por si quedaba alguna duda de cuál es la posición del líder católico, se preocupó de despejarla en el mensaje oficial que envió a Trump para felicitarle por su investidura: le pidió que se «esfuerce siempre por construir una sociedad más justa, donde no haya lugar para el odio, la discriminación o la exclusión».

Las palabras de advertencia del Papa llegan dos semanas después de que colocara como arzobispo de Washington a Robert Walter McElroy, una de las figuras más afines a la corriente ‘bergogliana’ del episcopado estadounidense con sus declaraciones a favor de los inmigrantes y de la acogida de los homosexuales en la Iglesia. McElroy no ha tenido además empacho en criticar públicamente a Trump, como cuando tachó de «ineficaz y grotesca» la construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, uno de sus grandes proyectos durante su anterior etapa en la Casa Blanca.

La designación como arzobispo de la capital estadounidense de McElroy, al que además ha creado cardenal, es en cierta forma una respuesta del Papa al anterior movimiento de Trump, que nombró como embajador ante la Santa Sede a Brian Burch, fundador del grupo ultraconservador CatholicVote, muy crítico con Jorge Mario Bergoglio. En la misma línea de pensamiento se sitúa el nuevo vicepresidente, J. D. Vance, converso al catolicismo.

Aunque el Pontífice argentino pueda estar en sintonía con la Administración de Trump en el rechazo al aborto o en un eventual plan para acabar con la guerra en Ucrania, lo más probable es que acabe echando de menos al presidente saliente, el católico Joe Biden, quien incluso planeó viajar a Roma hace diez días para despedirse personalmente de él. Los terribles incendios en California, no obstante, le obligaron en el último momento a cancelar la visita.

Las visiones opuestas que imperan hoy entre el Palacio Apostólico y la Casa Blanca acerca de cómo responder al desafío migratorio o a la emergencia climática auguran, por tanto, nuevos roces. «Hay una gran preocupación con las políticas migratorias propuestas por Trump», puede leerse en el último número de ‘La Civiltà Cattolica’, la prestigiosa revista de los jesuitas cuyos textos cuentan con el visto bueno de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, por lo que son vistos como la posición oficiosa de la diplomacia vaticana.

«Coherente» con sus promesas
La publicación recuerda que Mark Seitx, obispo de la diócesis texana de El Paso y portavoz del episcopado estadounidense sobre cuestiones migratorias, ha advertido que los prelados «no se quedarán en silencio» en caso de que se produzcan deportaciones masivas de extranjeros en situación irregular. Tampoco parece probable que el Papa permanezca callado si se confirman las expulsiones de miles de inmigrantes. Este escenario resulta altamente probable para ‘La Civiltà Cattolica’, que se muestra convencida de que Trump será «coherente» con sus promesas electorales pese a los «costes elevados, las preocupaciones humanitarias y la significativa oposición».

Un eventual choque con Francisco tendría en cualquier caso una importancia relativa para Trump. «Las palabras del Papa no condicionan la política americana», señaló Robert Gorelick, jefe de los espías de la CIA en Italia entre 2003 y 2008, durante la presentación del último libro de la periodista Maria Antonietta Calabró la semana pasada en Roma. Gorelick reconoció que habrá «una diferencia en el tono» de las relaciones entre Washington y el Vaticano respecto al mandato de Biden, aunque el impacto será bajo porque los católicos de Estados Unidos «se sienten más cercanos a Trump que al Papa Francisco». Según un sondeo realizado por la agencia AP, el 54% de los católicos votó por Trump en las elecciones del pasado noviembre, mientras que en los comicios de 2020 hubo un empate entre quienes eligieron al candidato republicano y los que optaron por Biden.