L. A.

MADRID. Mientras la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se dispone a comenzar una nueva ofensiva para tratar de que la Unión Europea se implique más en la lucha contra la inmigración ilegal, su compañero de partido y presidente del Parlamento Europeo, José Borrell, se mostró ayer bastante escéptico sobre la respuesta comunitaria.

En declaraciones a Radio Nacional de España, Borrell reconoció que «no hay un apolítica europea de inmigración e, incluso algunos países se preguntan por qué tiene que haberla».

Tras recordar que el destino de muchos de los inmigrantes que llegan de manera irregular a España son otros países europeos, puso de relieve que «quienes están lejos del problema no se sienten involucrados». Como ejemplo, citó el hecho de que «la respuesta de los países a los que el comisario Frattini pidió colaboración de patrullas navales y aéreas no ha ido demasiado deprisa».

Borrell indicó que pese a que el asunto se ha tratado en distintas cumbres europeas sólo ha habido unos pocos avances en materia de represión policial de la inmigración irregular, pero ninguno en materia de inmigración legal. «No estamos haciendo frente al problema con energía, porque no es un problema coyuntural, que desaparezca con el verano, sino un problema estructural que requiere una respuesta conjunta de todos los países, «Sin embargo – dijo – hay suspicacias, miedo a perder soberanía, etcétera, cuando lo que se necesita es una política de corte federal. Eso, por desgracia, no está todavía en la voluntad de los gobiernos».

En opinión de Borrell, para hacer frente al problema es necesario una especie de «Plan Marshall» para África y evitar que puedan hacer lo que quieran en esos países quienes los gobiernan, si repercute en los demás. «No estoy llamando a un nuevo neocolonialismo.Lo que hizo el Plan Marshall es evitar que una Europa hambrienta y destruida cayera en manos del comunismo, advirtió.
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