Soy xenófobo
La xenofobia y el racismo, aunque a menudo confundidos, tienen orígenes y manifestaciones distintas.
Público, , 13-01-2025La xenofobia y el racismo, aunque a menudo confundidos, tienen orígenes y manifestaciones distintas.
La xenofobia surge de un miedo instintivo a lo desconocido, mientras que el racismo es una construcción deliberada e inmoral basada en un conocimiento falaz, malintencionado y corrupto del otro.
Esta distinción es crucial para abordar eficazmente ambos problemas. Superar la xenofobia, arraigada en nuestra condición antropológica, requiere educación, contacto intercultural y autoconocimiento crítico, mientras que combatir el racismo implica desmantelar estructuras de poder, sistemas de creencias y privilegios arraigados, para poder promover la justicia reparadora.
Xenofobia y racismo: semejanzas y diferencias fundamentales
El miedo como barrera para el conocimiento
El racismo como construcción social: más allá del miedo
Manifestaciones históricas de la xenofobia y el racismo
Estrategias de abordaje: educación para la xenofobia, desmantelamiento estructural para el racismo.
La ética como herramienta contra la xenofobia y el racismo
Hacia una sociedad más inclusiva (a modo de conclusión)
La introspección y la empática son claves para superar estas actitudes, como apunta Melville en Moby Dick.
Este artículo, bajo la idea de que comprender estas diferencias es esencial para desarrollar estrategias eficientes, explora sus diferentes raíces, sus manifestaciones históricas y contemporáneas, y propone herramientas éticas contra la discriminación para promover una sociedad inclusiva.
Xenofobia y racismo: semejanzas y diferencias fundamentales
El concepto de xenofobia, etimológicamente derivada del griego “xénos” (extraño) y “phóbos” (miedo), nos remite al “miedo a lo extranjero” o a lo desconocido. Es una reacción instintiva que puede rastrearse en nuestra condición humana y animal.
El racismo se distingue por ser una construcción deliberada basada en la creencia falsa, y no sólo errónea, de que existen razas humanas, y que ciertas razas son superiores a otras
Este miedo, aunque no siempre irracional, surge del desconocimiento y la inseguridad frente a aquello que se percibe como diferente, y por ello, peligroso. Este fenómeno parece tener raíces profundas en nuestra psicología evolutiva, donde el miedo a lo desconocido pudo haber servido como mecanismo de autoprotección en tiempos ancestrales, baste recordar el viejo proverbio “el miedo guarda la viña” 1.
Por otro lado, el racismo se distingue por ser una construcción deliberada basada en la creencia falsa, y no sólo errónea, de que existen razas humanas 2, y que ciertas razas son superiores a otras. A diferencia de la xenofobia, el racismo no es un miedo instintivo, sino una ideología que justifica la explotación y opresión del “otro” mediante un conocimiento corrupto y malintencionado. Esta ideología ha sido utilizada para justificar la discriminación y la dominación a lo largo de la historia.
Reportaje fotográfico de Japón | Distintos, pero no diferentes
Aunque ambas actitudes comparten el elemento de rechazo, sus orígenes y manifestaciones son profundamente diferentes. La xenofobia puede considerarse una reacción natural que puede ser superada a través del conocimiento y el contacto con lo diverso, mientras que el racismo, por ser un acto consciente y deliberado de discriminación basado en características físicas o culturales percibidas, requiere una acción más estructural para desmantelar las jerarquías y desigualdades que perpetúa.
El miedo como barrera para el conocimiento
La xenofobia, en su esencia, es una manifestación del miedo a lo extraño o desconocido. Este miedo no siempre se traduce en un rechazo explícito, sino que puede manifestarse como una reacción emocional frente a lo que no forma parte de lo familiar en un entorno dado.
En la novela Moby Dick de Herman Melville, el personaje Ismael enfrenta un miedo inicial hacia Queequeg, un desconocido cuya apariencia y costumbres le resultan extrañas 3. Este miedo, producto de su ignorancia, lo paraliza y le impide comunicarse con él, creando una muralla entre ambos. Melville señala aquí un aspecto clave de la xenofobia: el miedo alimentado por el desconocimiento no solo bloquea la comprensión del otro, sino que también perpetúa la separación.
Melville señala aquí un aspecto clave de la xenofobia: el miedo alimentado por el desconocimiento no solo bloquea la comprensión del otro, sino que también perpetúa la separación
Sin embargo, Ismael experimenta un cambio cuando se detiene a reflexionar sobre sí mismo. Reconoce que su miedo no está justificado y que tanto él como Queequeg comparten una humanidad común. Este acto de introspección le permite superar su miedo y abrirse al entendimiento. Melville sugiere que el autoconocimiento crítico es esencial para romper las barreras del miedo y conectar con el otro.
En la sociedad contemporánea, este “círculo vicioso” del miedo y la ignorancia sigue siendo un obstáculo para la convivencia. La falta de interacción entre culturas o comunidades alimenta la xenofobia, reforzando estereotipos y prejuicios. La reflexión personal y el contacto directo con lo diverso son herramientas fundamentales para superar estas barreras.
Ser español
El racismo como construcción social: más allá del miedo
A diferencia de la xenofobia, el racismo no se basa en el desconocimiento o el miedo instintivo, sino en una elaborada construcción social e histórica. El racismo opera mediante una supuesta “racionalidad” basada en prejuicios, pseudociencia y estereotipos históricos. Aunque estos argumentos son falsos, se han utilizado como justificación lógica para el rechazo y la opresión.
El racismo ha sido históricamente una herramienta para mantener estructuras de poder, legitimando la desigualdad y la explotación. Ejemplos claros de esto se pueden ver en el colonialismo y sistemas como el apartheid. Esta base ideológica hace que el racismo sea más resistente al cambio, ya que está profundamente enraizado en sistemas de creencias e instituciones.
Es crucial entender que el racismo, a diferencia de la xenofobia, no se basa en el miedo a lo desconocido, sino en un conocimiento distorsionado y malintencionado sobre el otro. Esta distinción es fundamental para abordar el problema de manera efectiva.
Tanto la xenofobia como el racismo han influido significativamente en las relaciones entre grupos humanos, pero sus manifestaciones y consecuencias han sido distintas según el contexto
Manifestaciones históricas de la xenofobia y el racismo
A lo largo de la historia, tanto la xenofobia como el racismo han influido significativamente en las relaciones entre grupos humanos, pero sus manifestaciones y consecuencias han sido distintas según el contexto. La xenofobia ha emergido frecuentemente en situaciones de migraciones y contactos culturales.
Mi nombre es África
Xenofobia:
Un ejemplo histórico es la expulsión de judíos y musulmanes de España en 1492. Aunque tenía un componente religioso, también estaba vinculada a la percepción de estos grupos como “forasteros” que no encajaban en la unidad cultural, religiosa y política deseada. La religión, instrumentalizada políticamente, fue base tanto del componente xenófobo, alimentando el miedo ante lo extraño, como del racista, sosteniendo que judíos y musulmanes eran seres inferiores.
La xenofobia se manifiesta en las políticas anti-inmigrantes de varios países europeos. Partidos populistas y de extrema derecha han instrumentalizado el miedo a lo extraño en respuesta a las oleadas migratorias
Japón, con su política de aislamiento en Japón (sakoku, 1633-1853), cerró sus fronteras a los extranjeros para proteger su identidad cultural de influencias externas. Aunque no basada en la raza, esta xenofobia institucional, y su traslado social y académico, reflejó el miedo a lo desconocido y a la alteración del orden interno. La filosofía japonesa del finales del XIX al primer tercio del s XX se vio indudablemente condicionada (Kitarō Nishida, Tanabe Hajime, de la Escuela de Kioto, como tambien Nishi Shinichirõ) por esa política aislacionista o tal vez fueron ellos mismos un factor coadyuvante al predicar Nishi Shinichirõ “en coordenadas racialistas para sustentar el Estado-nación japonés […] el Estado racial (Racial State, minzokutekikokka), también traducible como «nación étnica», coincidiendo en esto con Tanabe [que] defiende el «Estado racial» […] como comunidad de actos” (Después de la nada. Dialéctica e ideología en la filosofía japonesa contemporánea. M. Crespín y F. Wirtz, eds., Herder, 2023).
En la actualidad, la xenofobia se manifiesta en las políticas anti-inmigrantes de varios países europeos. Partidos populistas y de extrema derecha han instrumentalizado el miedo a lo extraño en respuesta a las oleadas migratorias, especialmente de refugiados de Medio Oriente y África. Esos discursos fomentan el rechazo en algunos sectores de la población, especialmente pero no sólo en países como Italia o Hungría, donde se percibe a los migrantes como amenazas económicas o culturales. Este rechazo no siempre está ligado a la raza, sino a la condición de “forastero” que compite por recursos escasos, económicos o sociales.
Racismo:
Por otro lado, el racismo ha tenido un impacto más estructural y sistémico.
La esclavitud transatlántica es un ejemplo claro de cómo el racismo fue utilizado para justificar la explotación de millones de africanos. Este sistema no se basó en el miedo, sino en un conocimiento corrupto y deliberadamente falseado que negaba la humanidad de los esclavizados para sostener un sistema de poder que legitimó la opresión.
La esclavitud transatlántica es un ejemplo claro de cómo el racismo fue utilizado para justificar la explotación de millones de africanos
El apartheid en Sudáfrica es otro ejemplo de cómo el racismo puede institucionalizarse, creando un sistema político basado en la segregación racial y la creencia en la superioridad de un grupo sobre otros. A diferencia de la xenofobia, el racismo aquí fue deliberado y estructural, y no fruto del desconocimiento del otro.
¡El horror! ¡El horror!
El racismo sistémico en EEUU como paradigma. Aunque las leyes segregacionistas han sido abolidas, el racismo persiste en desigualdades estructurales en el acceso a la educación, la justicia y el empleo, como se evidencia en movimientos como Black Lives Matter.
Estrategias de abordaje: educación para la xenofobia, desmantelamiento estructural para el racismo.
Comprender las diferencias entre xenofobia y racismo es crucial para desarrollar estrategias efectivas para combatirlos. La xenofobia, al estar arraigada en el miedo a lo desconocido, puede ser contrarrestada con educación, diálogo y contacto intercultural 4. Fomentar la exposición a diferentes culturas y promover la empatía son herramientas poderosas para transformar el miedo en curiosidad y apertura.
Por otro lado, abordar el racismo requiere un enfoque más estructural. No basta con educar; es necesario desmantelar sistemas de poder basados en creencias y privilegios arraigados en la sociedad. Más que cultural, esto implica un trabajo objetivo y material (leyes y políticas) a nivel institucional para erradicar prácticas discriminatorias, así como un esfuerzo continuo para cuestionar y deslegitimar narrativas racistas que se han normalizado a lo largo del tiempo.
Es importante destacar que mientras la xenofobia puede disminuir naturalmente a medida que lo extraño se vuelve familiar, el racismo, al estar vinculado a estructuras sociales e históricas y provenir de una racionalización, requiere un esfuerzo más consciente y sostenido para ser erradicado.
La distinción entre xenofobia y racismo no es meramente académica; tiene implicaciones prácticas significativas para la construcción de sociedades más justas e inclusivas
La ética como herramienta contra la xenofobia y el racismo
La ética, como disciplina que reflexiona sobre los valores y principios que guían nuestras acciones, ofrece herramientas esenciales para enfrentar estas actitudes.
Contra la xenofobia: la ética del reconocimiento
1. Educación intercultural: Promover una educación que fomente el diálogo y la empatía es clave para transformar el miedo en curiosidad y apertura.
2. Contacto directo: Según la teoría del contacto de Allport, la interacción entre grupos reduce los prejuicios. Crear espacios de encuentro puede ayudar a superar el desconocimiento 5.
3. Justicia distributiva: Muchas veces, la xenofobia se exacerba por conflictos percibidos sobre recursos. Una distribución justa puede ayudar a mitigar estas tensiones 6.
Contra el racismo: la ética de la justicia
1. Desmantelar estructuras de opresión: La lucha contra el racismo requiere transformar las instituciones que perpetúan la desigualdad.
2. Reparación histórica: Reconocer los daños causados por el racismo y promover políticas de reparación histórica cuanto menos, simbólica es un acto de justicia.
3. Narrativas inclusivas: Es necesario construir relatos que celebren la diversidad y reconozcan la igualdad de condición de todos los seres humanos.
4. Una ética global: En un mundo interconectado, tanto la xenofobia como el racismo son desafíos globales. La ética global propone principios universales basados en la dignidad humana, el respeto mutuo y la solidaridad. Este enfoque reconoce las diferencias culturales sin jerarquizarlas, promoviendo una convivencia basada en el reconocimiento y la justicia.
Hacia una sociedad más inclusiva (a modo de conclusión)
La distinción entre xenofobia y racismo no es meramente académica; tiene implicaciones prácticas significativas para la construcción de sociedades más justas e inclusivas.
Reconocer que la xenofobia tiene raíces en un miedo primario es un necesario primer paso para abordarla de forma constructiva, mientras que entender el racismo como una construcción social deliberada nos permite enfocarnos en desmantelar las estructuras que lo perpetúan.
Para superar la xenofobia, es crucial promover la educación sobre la diversidad, fomentar el diálogo intercultural y crear oportunidades para el contacto positivo entre diferentes grupos. Esto puede ayudar a transformar la extrañeza inicial en comprensión y aprecio por la diversidad cultural 7.
Escepticismo autoinmune: la corrosión silenciosa de la confianza social
En cuanto al racismo, se requiere un enfoque más amplio que incluya cambios en políticas públicas, revisión de narrativas históricas, y un compromiso activo para desafiar y cambiar estructuras de poder que perpetúan la desigualdad racial. Es fundamental promover una justicia reparadora que aborde los legados históricos del racismo.
En ambos casos, las carencias económicas y sociales agudizan su expresión y gravedad, a la vez que la falta de solución de las mismas son un problema para desarrollar políticas eficientes contra los dos fenómenos.
En última instancia, la lucha contra la xenofobia y el racismo es un esfuerzo continuo que requiere el compromiso de toda la sociedad. Al comprender las raíces distintas de estos fenómenos, podemos desarrollar estrategias más efectivas para combatirlos, promoviendo una sociedad donde la diversidad sea celebrada y todos los individuos sean tratados con dignidad y respeto, independientemente de su origen o apariencia.
1 Con los proverbios, aunque es cierto que suelen mostrar rincones a veces ocultos de la condición humana, hay que ser sin embargo cautos en su aplicación, pues como bien dijo Eusebio Blasco, cerrando su comedia El miedo guarda la viña. Proverbio en tres actos (1872), “Fuerza es que te corrijas. El miedo que guarda la viña no ha de ser la perpetua asechanza que hace del hogar doméstico un infierno…”. Ese miedo que el autor reprueba, que se esconde en la xenofobia, es el que vuelve a la sociedad un infierno para todos.
2 Racismo: cómo la ciencia desmontó la teoría de que existen distintas razas humanas, BBC, Lorenza Coppola Bove, The Conversation, 7 julio 2020, “En 1994, la American Anthropological Association tomó distancia de este concepto tan obsoleto y demostró su carencia de soporte científico. De hecho, resulta incorrecto definir fenómenos tan dinámicos como la inmensa variabilidad humana y la historia de la evolución del hombre con un concepto estático y estéril como el de “raza” […] Para alejarse de la connotación social de la palabra “raza”, la ciencia tuvo que modificar su forma de referirse a las poblaciones humanas, y aceptar la existencia de una sola especie: el Homo sapiens. […] Estudios posteriores contribuyeron a verificar que la secuencia de bases (las unidades que forman la información genética) en el ADN humano es idéntica al 99,9%, lo que demolió por completo la posibilidad de encontrar un parámetro fiable para definir las razas.” (la negrita es del original).
3 “No soy cobarde, pero superaba en absoluto mi comprensión cómo entender a aquel granuja purpúreo que vendía cabezas. La ignorancia engendra al miedo, y yo, completamente abrumado y confundido sobre el recién llegado, confieso que le tenía ahora tanto miedo como si fuera el propio diablo que se hubiera metido así en mi cuarto en plena noche. Efectivamente, le tenía tanto miedo que no fui capaz de dirigirle la palabra para pedirle una respuesta satisfactoria respecto a lo que me parecía inexplicable en él. […] «¿A qué viene todo este estrépito que he hecho? —pensé para mí mismo—. Este hombre es un ser humano lo mismo que yo: tiene tantos motivos para tener miedo de mí, como yo para tener miedo de él. Más vale dormir con un caníbal despejado que con un cristiano borracho.»” (Ismael, refiriéndose a Queequeg, en la novela Moby Dick, de Herman Melville)
4 De la multiculturalidad a la interculturalidad. Néstor García Canclini en su famoso Diferentes, desiguales y desconectados (Gedisa, 2004, pg. 14-15) aboga por la interculturalidad como superación de la multiculturalidad: “De un mundo multicultural yuxtaposición de etnias o grupos en una ciudad o nación pasamos a otro intercultural globalizado. Bajo concepciones multiculturales se admite la diversidad de culturas, subrayando su diferencia y proponiendo políticas relativistas de respeto, que a menudo refuerzan la segregación. En cambio, interculturalidad remite a la confrontación y el entrelazamiento, a lo que sucede cuando los grupos entran en relaciones e intercambios. Ambos términos implican dos modos de producción de lo social: multiculturalidad supone aceptación de lo heterogéneo; interculturalidad implica que los diferentes son lo que son en relaciones de negociación, conflicto y préstamos recíprocos.”
Sin embargo, en su artículo Globalizarnos o defender la identidad ¿Cómo salir de esta opción? (revista Nueva Sociedad, nº 163, 1999) nos advierte de los riesgos en que necesariamente se incurre en los procesos interculturales, y que necesitamos conocerlos y aceptarlos para poder, no ya prevenirlos, sino darles respuesta antes de que se conviertan en tragedias: “Entretanto, los estudios sobre migraciones, transculturación y otras experiencias interculturales están llenos de relatos de desgarramientos y conflictos, fronteras que se renuevan y anhelos vanos de restaurar unidades nacionales, étnicas o familiares perdidas: intensidad y memoria. Por tanto, las tensiones entre globalización e interculturalidad pueden ser concebidas como una relación entre épica y melodrama. Las escisiones que hoy separan a las ciencias sociales ocurren, en gran medida, entre quienes buscan armar relatos épicos con los logros de la globalización (la economía, cierta parte de la sociología y la comunicación) y los que construyen narraciones melodramáticas con las fisuras, las violencias y los dolores de la interculturalidad (la antropología, el psicoanálisis, la estética).”
5 Vanessa Smith Castro, Instituto de Investigaciones Psicológicas, Universidad de Costa Rica, en su artículo La psicología social de las relaciones intergrupales: modelos e hipótesis ( revista Actualidades en psicología, núm. 107, 2006), afirma que “la investigación ha producido a la vez un importante cúmulo de información sobre las variables situacionales y los mecanismos psicológicos que posibilitan el desarrollo de actitudes interétnicas positivas y solidarias. La teoría del contacto intergrupal (TCI) propuesta por G. Allport (1954) es quizá el modelo más influyente en esta línea de trabajo. La TCI postula que bajo ciertas condiciones el contacto intergrupal puede contribuir a reducir la hostilidad intergrupal.”
Sin embargo, ni cualquier contacto ni cualquier forma o vía para el mismo es útil: “G. Allport (1954) identificaba cuatro condiciones necesarias para la estructuración de un contacto intergrupal óptimo, estas son a) la igualdad de estatus de los participantes en la interacción; b) la consecución de objetivos comunes; c) la cooperación intergrupal; y d) el apoyo institucional (en forma de normas, sanciones y regulaciones que faciliten el contacto óptimo). Desarrollos posteriores de la teoría incluyen una quinta condición necesaria denominada potencial de amistad (Pettigrew, 1998).” (ob.cit.)
6 Recordemos a los banlieue en París en el 2005, donde Chirac se equivocó en el diagnóstico. El racismo, la xenofobia y la discriminación no son la enfermedad que provocó la reacción de los “banlieue” franceses: esto es confundir el síntoma que también debe combatirse con la enfermedad; tratar la fiebre que también puede matar, pero no el virus. La enfermedad que sufría Francia, que sufrimos hoy en todo el resto de la Unión Europea, y los síntomas ya se empiezan a demostrar de forma tan explosiva como contundente (Vox, Fratelli,AN, Fidesz, DS, FPÖ, AfD…), es grave y profunda y tiene dos raíces: una se hunde en las graníticas opciones económicas del capitalismo financiero –el supremo e intocable dios de la rentabilidad, con sus profetas: la utilidad y el marginalismo–,la otra raíz debe su origen a la dolosa negación de la responsabilidad concreta de quienes toman –y de quienes aceptan– las decisiones políticas que profundizan la desigualdad.
7 Debemos retomar el espíritu griego de estar activamente abiertos al conocimiento del otro, como George Steiner nos recuerda: “Es preciso recordar que hay mucho que recordar. Heródoto planteó la siguiente cuestión: «Todos los años enviamos nuestros barcos con gran peligro para las vidas y grandes gastos a África para preguntar: “¿Quiénes sois? ¿Cómo son vuestras leyes? ¿Cómo es vuestra lengua?” No hay corrección política ni liberalismo a la moda que pueda destruir esa cuestión.” (G. Steiner, La idea de Europa, Siruela, 2005)
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