Revertir el orden constitucional o interferir políticamente en las decisiones del Tribunal Constitucional (TC) será a partir de ahora más difícil en Alemania. Todos los partidos del arco parlamentario, salvo la ultraderecha y la izquierda populista, han unido este jueves sus fuerzas para sumar los dos tercios que se requieren para para proceder a una reforma constitucional. La impulsada en el Bundestag era “necesaria para no dejar ninguna puerta abierta a los enemigos de la democracia”, subrayó la ministra federal del Interior, Nancy Faeser. Se trata de anclar las disposiciones sobre la estructura y el funcionamiento del TC en la Ley Fundamental para impedir injerencias políticas de autócratas y populistas como las que se han producido en Polonia bajo el Gobierno del partido Ley y Justicia (PiS) y como sucede en la Hungría de Viktor Orban.

“Hungría y Polonia demuestran que cuando un partido autoritario-populista llega al poder, se reorganizan las reglas del juego democrático. Paso a paso, la separación de poderes y la oposición se debilitan o se eliminan. Eso es algo que puede pasar en Alemania porque el Estado de Derecho no es tan sólido como muchos suponen”, afirma Maximilian Steinbeis, jurista y fundador del Verfassungsblog, un organismo destinado a asuntos constitucionales. Para Steinbeis, "si los antidemócratas tuvieran mayoría en el Bundestag, bastaría una legislatura “para desbaratar la Ley Fundamental”. Un primer punto de ataque sería el Tribunal Constitucional Federal. Es especialmente vulnerable. Si al final fracasa como autoridad supervisora esencial, el partido autoritario-populista tendría vía libre.
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La enmienda que da resiliencia al TC obtuvo un respaldo abrumador y transversal, lo que resulta extraordinario y da fe del compromiso de los partidos políticos democráticos con la separación de poderes. Se aprobó con 600 votos a favor y 69 en contra, los de Alternativa para Alemania (AfD) y la izquierdista Lista Sahra Wagenknecht. Ninguno de los dos partidos antisistema suman juntos, por separado o en coalición con otras fuerzas tradicionales, apoyos suficientes para alcanzar el poder, pero Alemania no ha olvidado las lecciones de Weimar. “La República de Weimar acabó en el caos porque los demócratas no tomaron las medidas necesarias para proteger y defender su democracia, porque no hicieron que sus instituciones fueran sólidas contra los ataques”, afirmó Faeser. “Nuestro Estado constitucional no debe poder ser saboteado desde dentro. Los archienemigos de la democracia no deben tener ninguna posibilidad”, subrayó la ministra al introducir la enmienda.

El nuevo escudo de protección del TC limita el mandado de los magistrados a 12 años, excluye la reelección y fija la edad máxima de sus magistrados en 68 años. Hasta ahora, esto se regulaba en la Ley del Tribunal Constitucional Federal, que podía modificarse por mayoría simple. Al pasar esas normas a la Ley Fundamental, cualquier modificación requerirá dos tercios en el Bundestag y en el Bundesrat.

La estipulación de 16 jueces y dos senados también se incorporará a la Carta Magna. Para garantizar que la capacidad de funcionamiento del tribunal no se vea comprometida en ninguna circunstancia, la Ley Fundamental también establecerá en el futuro que un juez continúe en su cargo hasta que se elija a su sucesor. Lo mismo se aplica a la autonomía del Tribunal Constitucional Federal en cuanto a las normas de procedimiento. Con el fin de estar preparados para el caso de una minoría de bloqueo en la elección de los jueces, debe introducirse un mecanismo de elección de sustitución. Si no se alcanza una mayoría de dos tercios, el derecho de voto se transferirá del Bundestag al Bundesrat y viceversa. Esto debería evitar un bloqueo permanente.

Según los estándares mundiales, Alemania tiene una constitución moderna que actúa como una especie de salvaguarda de la democracia y está diseñada para resistir los ataques a las instituciones democráticas. Principios como la prohibición de la discriminación, la proporcionalidad del Poder Judicial y de la Administración y la separación de poderes están firmemente anclados en la Ley Fundamental. Si los ministros o funcionarios de derechas arañaran siquiera estos principios del Estado de Derecho, saltaría la alarma constitucional.

El quid del sistema de seguridad, explica la jurista Maria Müller-Elmau, reside en el hecho de que los partidos populistas autoritarios no están en absoluto interesados en romper la Constitución con una palanca. Más bien quieren utilizarla para sus propios fines. “La democracia está siendo socavada desde dentro sin que el partido tenga necesariamente que quebrantar la ley”, afirma Müller-Elmau. Hungría es un ejemplo de ello. Allí, el régimen autoritario del partido Fidesz se estableció con la ayuda de las instituciones democráticas. Así que el lema es: doblegarse en lugar de quebrarse, escabullirse en lugar de marchar con antorchas.

Esto es posible sobre todo “porque la Constitución y las leyes son de naturaleza abstracta”, afirma Müller-Elmau. Esto también forma parte del Estado de Derecho: la ley no regula los casos individuales. No puede evitar todos los problemas que pueda causar una parte, por ejemplo. “No podemos crear ni una Constitución hermética ni una AfD lex”, explica.

“Existen muchas pequeñas palancas que un partido populista autoritario podría utilizar para imponer su ideología y consolidar su poder. En la mayoría de los casos, ni siquiera es necesario violar la ley. E, incluso si lo hacen, los mecanismos de seguridad no entran en acción automáticamente; esto se debe a que la Constitución no es un escudo protector automático. Más bien, alguien tiene que emprender acciones legales contra la ley o las acciones del partido. “Por supuesto, esto requiere el clima y los recursos financieros adecuados. E incluso si este es el caso, los procedimientos pueden alargarse durante años. No hay más que ver el proceso por injerencia electoral contra el ex presidente Donald Trump en EEUU. Mientras tanto, se pueden crear hechos”, sostiene. Müller-Elmau.

Las posibilidades de que la AfD amplíe su influencia tras las próximas elecciones estatales son altas. Va en segundo lugar en las encuestas con un máximo histórico del 20%, 11 puntos por detrás de la CDU / CSU, pero por delante de socialdemócratas (17%), Verdes (11%) y liberales (5%). Hay cordón sanitario y, como se ha demostrado en los estados federados de Sajonia, Turingia y Brandeburgo, donde AfD subió como la espuma, funciona. Pero el Estado de Derecho podría no ser tan sólido como muchos piensan.
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Hace unos meses, un grupo de investigación periodística dio cuenta de una reunión secreta en Postdam de los políticos, empresarios y extremistas de derechas de la AfD. En ella, esbozaron un plan maestro para la expulsión Reemigración le llaman de los millones de migrantes y refugiados que viven en el país, unos planes que recuerdan la época más oscura de Alemania. El partido aspira a “un cambio fundamental del sistema”, ha advertido el ex presidente del Tribunal Constitucional, Andreas Voßkuhle. En tres estados federales, la AfD es considerada “definitivamente de extrema derecha”. A nivel nacional, es un caso sospechoso.

“El Poder Judicial está bajo el fuego de los antidemócratas. Sin un Tribunal Constitucional fuerte, existe la amenaza de una dictadura de la mayoría”, afirmó Katja Keul, secretaria de Estado del Ministerio Federal de Asuntos Exteriores en el que probablemente sea su último discurso en el Bundestag, pues se espera que el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier disuelva la cámara antes de Navidad para dar paso a nuevas elecciones. Para entonces, el 23 de febrero, el TC estará mejor protegido contra las fuerzas extremistas al consagrar sus métodos de trabajo, estructura y mecanismos en la Ley Fundamental.
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