Un Sociobarómetro que preocupa
¿Por qué debemos preocuparnos de estos datos sobre discriminación? A mi entender porque ponen luz sobre un clima social de polarización afectiva nunca vista en Canarias
Canarias 7, , 12-12-2024a pasado desapercibido la séptima entrega del Sociobarómetro de Canarias (SBC) elaborado por la Fundación de Enseñanza Superior a Distancia de Las Palmas de Gran Canaria, entidad titular del Centro Asociado a la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Gran Canaria y donde participan colaboradores académicos canarios de distintas disciplinas relacionadas con la opinión pública. Un SBC que en esta ocasión dedica su bloque monográfico a las «desigualdades, discriminación y pobreza existente en Canarias», continuación de la oleada del año 2021 y que se realiza bajo un muestreo de 1.504 entrevistas entre el 1 y 17 de noviembre de 2024 y tiene como ámbito de trabajo el conjunto de la Comunidad Autónoma de Canarias.
Este SBC tiene muchas aristas y un análisis completo del mismo requeriría un formato que sobrepasa la extensión de este artículo de opinión. No obstante, recomiendo su lectura sosegada, puesto que del mismo se desprende el estado actual de clima social y político de nuestro archipiélago. Yo lo he hecho, y tengo que decir que me ha dejado francamente preocupado.
Me detendré en varios aspectos relacionados con los principales problemas de Canarias tanto en su percepción general como personal; y en la valoración de cómo ha evolucionado desde 2021 la percepción de discriminación según identidades sociales.
En primer lugar, a la pregunta relacionada con «el principal problema de Canarias que necesita una solución más urgente» en su formato de respuesta espontánea y de única mención, el paro encabeza la lista con el 14,7 por ciento de menciones, seguido de la inmigración con el 12,9 por ciento y el sistema sanitario con el 9 por ciento. En su variante de respuesta múltiple (hasta 3 respuestas), la inmigración sube al 37,5 por ciento, los problemas de índole social al 26,7 por ciento y el sistema sanitario al 23,7 por ciento. El paro, por el contrario, baja al cuarto lugar con el 23,6 por ciento.
Que la inmigración sea valorada como el principal problema a solucionar en Canarias no debe de sorprendernos, aunque si comparamos los datos de SBC con el CIS a nivel estatal la preocupación por la inmigración en este último año ha pasado en el conjunto de España del 14,3 por ciento al 18,4 por ciento, mientras que en Canarias lo ha hecho del 29,9 por ciento al 37,5 por ciento. Como se evidencia, la percepción de que la inmigración es uno de los problemas prioritarios a solucionar está más acentuada en las islas que en el resto del Estado debido, fundamentalmente, a la realidad migratoria en la que vivimos.
No obstante, donde sí debemos prestar más atención es en la categoría de problemas ‘egotrópicos’, es decir, aquellos que afectan directamente a las personas y a su hogar. Aquí observamos una diferencia con los anteriores SBC al producirse una subida exponencial de la inmigración que se coloca como el problema que más afecta personalmente a los canarios y canarias con el 24,1 por ciento, igualado a la inflación en respuesta múltiple. Para hacernos una idea de su dimensión, en el SBC de 2023 la inmigración estaba en el octavo lugar de la lista de preocupaciones personales con el 13 por ciento. En el Barómetro del CIS de noviembre de 2023 representaba el 5,4 por ciento y en la actualidad está en el 6,1 por ciento, prácticamente igual.
Como vemos, en Canarias lo que hace apenas un año se consideraba principalmente una problemática general, hoy es considerado como un problema que afecta personalmente a cada individuo u hogar. Es decir, de la percepción, que se genera principalmente a través de los heurísticos como los partidos políticos y los medios de comunicación, se ha pasado a la valoración objetiva y a la aceptación personal.
Pero si notable son estos datos sobre inmigración, más me lo parecen los datos que se desprenden de la comparación sobre los sentimientos de discriminación entre 2021 y 2024. Aquí se evidencia que todos los ítems han aumentado, especialmente los relacionados con las ideas políticas, la raza y la orientación sexual. Destacan la edad, que pasa del 8,8 por ciento en 2021 al 20 por ciento de la actualidad; y la raza, que pasa del 2,8 por ciento al 13,7 por ciento. El único ítem que se mantiene estable e incluso baja un punto es la ‘creencia religiosa’, posiblemente debido a que la mayoría de los encuestados son personas oriundas de Canarias y culturalmente católicas, dogma religioso mayoritario y que no estaría siendo víctima de discriminación.
¿Por qué debemos preocuparnos de estos datos sobre discriminación? A mi entender porque ponen luz sobre un clima social de polarización afectiva nunca vista en Canarias. Recordemos que existen dos tipos de polarización, la ideológica y la afectiva. La primera, llamada la ‘polarización buena’, tiene que ver con las creencias, las actitudes y convicciones de cada cual, ligadas a preferencias partidistas. Lo normal en una democracia de partidos donde impera la competición agonista. En cambio, la segunda, la ‘polarización mala’, tiene que ver con los sentimientos que nos despiertan determinadas identidades/grupos, partidos y votantes. Esta polarización afianza la posición intragrupo y nos aleja de las ideas, identidades y votantes del intergrupo. Es decir, que un aumento de la polarización afectiva incide en una mayor división de la sociedad entre ‘nosotros’ y ‘ellos’ y en una cada vez mayor posición de hooliganismo, sesgo político e intransigencia con los que no son miembros de mi grupo. Una lucha tribal de identidades.
Como decimos, la polarización afectiva está ligada a identidades grupales, sean estas partidistas o de otra índole. Cabría esperar, pues, que ante un ambiente de crispación donde los principales actores políticos están cada vez más separados entre sí, se esté permeando un clima social de animadversión entre grupos que nos llevaría a altos índices de intolerancia. Esto, ligado a la batalla cultural que la ultraderecha está librando desde todos los ámbitos y que cuenta como factor principal la inmigración, estaríamos ante un cambio de modelo social y político propicio para el auge de ofertas ultraconservadoras y nativistas (más si se analizan los datos del propio SBC sobre valoración de las ayudas sociales). Un ejemplo entre ellas es la de Alvise Pérez que en las últimas elecciones europeas sacó en Canarias el 6,31 por ciento (42.730 votos), dos puntos más que la media estatal (4,58 por ciento).
Con todo, estos datos contrastan con la reciente investigación sobre polarización y fragmentación parlamentaria de los investigadores Pablo Domínguez, Andrés Benítez, Beatriz Carrasco y Carles Pamies que evidencian que, entre las Comunidades Autónomas de España, Canarias presenta índices bajos de polarización ideológica mientras mantiene índices de fragmentación parlamentaria altos. Una evidencia, pues, que comprende un sistema de partidos canario moderado y centrípeto alejado del clima social imperante. Para entendernos, la institucionalidad partidista parece no influir en las valoraciones y comportamientos ciudadanos, sino que ahora son otros los heurísticos los que están incidiendo en que la sociedad canaria se esté encaminando al tribalismo y hooliganismo. Hay más polarización en la calle que en el Parlamento de Canarias.
No obstante, espero que sea una más de las erróneas predicciones e hipótesis politológicas.
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