«Ya no tengo miedo, ojalá estemos unidos»

Los ciudadanos sirios y los refugiados viven con alegría e incertidumbre la caída del régimen de Al Assad

Diario Vasco, J. Gómez Peña, 09-12-2024

No saben lo que les espera en el futuro inmediato, pero vienen de un pasado de opresión y tiranía. Los ciudadanos sirios salieron a la calles para disparar al aire y celebrar la caída de Bashar Al Assad, presidente con puño de hierro durante 24 años. «Hoy ya no tengo miedo (…) Mi única preocupación es que estemos unidos y que construyamos ese país con todas nuestras fuerzas», deseó Abu Omar, uno de los ciudadanos que disfrutaba de la sensación de la libertad recuperada. «¡Siria es nuestra, no es de la familia Asad!», gritaban combatientes en las calles de Damasco. Ametrallaban el cielo en un gesto de alegría.

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El régimen se desplomó en un santiamén. Muchos soldados se desprendían de sus uniformes y salían pitando de los cuarteles. «Después de cincuenta años de opresión bajo el gobernante partido Baaz, y de trece años de crímenes, tiranía y desplazamiento, anunciamos el fin de esta era oscura y el comienzo de un nuevo tiempo para Siria», repetían los rebeldes. En la televisión pública, Al Assad era calificado de «tirano» y en las cárceles se abrían las puertas para los presos políticos.

Mientras el país trataba de asimilar la huida del presidente, los festejos se extendían. En el jardín del centro de la plaza principal de Damasco, decenas de vecinos pisotearon una estatua de Hafez Al-Assad, el padre de Bashar. En las estrechas callejuelas de la capital, donde viven muchas familias cristianas, los jóvenes coreaban: «El pueblo sirio está unido», según recogió la agencia AFP. Hay incertidumbre y un mensaje así pretende tranquilizar a las minorías de un país multirreligioso desgarrado por trece años de guerra civil.

En otro barrio, en Chaghour, varias mujeres gritaban su alegría desde los balcones; otras arrojaban arroz al paso de combatientes armados. Los rebeldes se arrodillaron para besar el suelo y rezar.

«Vuelve a casa»
La felicidad de los sirios traspasó fronteras. En Atenas, frente al Parlamento heleno, mil refugiados se reunieron para exclamar: «¡Siria es libre! ¡Musulmanes y cristianos estamos unidos!». Malek Alzrai vive en Grecia desde hace ocho años y no pegó ojo en toda la noche: «¡Estoy viviendo un sueño! Esta mañana hablé con mi madre y me dijo llorando: ¡Vuelve a casa!». Abdulrahman Diab, de 40 años, es más cauto, como recoge el diario ‘Le Monde’: «La situación allí no es tan fácil. Los rebeldes no son todos de la misma tendencia, habrá que ver cómo evoluciona la situación en los próximos días».

En Berlín, cinco mil personas se congregaron para celebrar la caída del régimen de Assad. Muchas familias desplegaron la bandera siria mientras repetían: «Unidos, unidos, unidos». «Es un gran día para nosotros. Es el fin de una familia que ha gobernado Siria durante cincuenta años», decía un joven refugiado. Se siente agradecido a Alemania y a Angela Merkel, bajo cuyo mandato el país germano acogió a miles de refugiados.

«Los sirios tienen derecho a decidir su futuro», pedía Ali, de 24 años, «Mi tío en Damasco fue asesinado en 2014. Era periodista allí. Mi madre recibió una llamada para decirnos que seríamos los siguientes», recordó. Los sirios, vivan o no en su país, sienten que inician una nueva etapa sin las cadenas de Assad.

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