REPASO DE LAS TRIBUS URBANAS EN EL LITORAL BARCELONÉS (Y 5)

La piscina multiétnica

El Periodico, 28-08-2006

Hormigón, escaleras para acceder a la zona de baños y una planta de tratamiento que purifica el agua con poca circulación. Una playa sin arena ni olas es el lugar preferido por jóvenes locales, muchos de ellos gitanos de la vecina Mina, y magrebís – – residentes en los barrios cercanos al Fòrum – – para disfrutar de una manera diferente el litoral barcelonés. La plataforma de hormigón es una de las principales atracciones del recinto. Allí grupos de jóvenes magrebís ensayan sus saltos: de cabeza, con tirabuzones o mortales. Todos los fines de semana acude allí el badalonés Norden Misnou, de 26 años. Lo acompañan algunos amigos y siempre se concentran en en mismo lugar.
“Somos un grupo de amigos de Marruecos. Este es nuestro sitio preferido. Agua limpia. Piscina gratis. Piscina de los pobres”, explica Misnou, acompañado de una decena de jóvenes, todos chicos. “Las españolas no quieren a los chicos marroquís. Nos cuesta mucho conseguir chicas”, añade Kamal Arik, otro miembro del grupo de amigos.

Hartos del sol
Los chicos marroquíes aseguran que, en ocasiones, escuchan música en el recinto, pero su afición predilecta son los saltos. Eso sí: jamás toman sol. “Estamos cansados del sol en Tánger”, aclara un miembro del grupo.
Las playas del centro de Barcelona, atestadas de turistas, no agradan a los visitantes de los baños del Fòrum, quienes ven en la poca afluencia del lugar una de sus ventajas más destacadas. El grupo de jóvenes acude también durante la semana a las playas de Badalona, pero el fin de semana, bocadillos en mano, se instalan en el Fòrum.
Los usuarios de los baños tienen pocas quejas para su piscina salada. “A mí me encanta porque no soporto la arena. Además me queda muy bien porque vivimos en la Rambla del Prim. Lo único que no me gustan son las escaleras. Deberían ser más inclinadas y accesibles para las personas mayores”, opina Enrica García, de 54 años.
Al lugar también aterriza algún turista atraído por la publicidad municipal. Maarten Van Essche, un belga de 27 años, acudió allí con sus amigas belga y francesa, alentados por la oficina de información al turista. “Fuimos a la Barceloneta, pero queríamos una playa con más ambiente español. En este sitio casi no hay turistas. El agua parece más salada que una playa normal, pero las instalaciones están en buenas condiciones”, afirmó Van Essche.
Los grupos de saltadores, así como otros adolescentes y jóvenes, han creado más de algún problema a los socorristas y encargados de la playa. La Cruz Roja ha debido llamar en varias ocasiones a la Guardia Urbana por la afición de un grupo de chicos de lanzarse de la plataforma con una bicicleta. Estas prácticas han ocasionado hace varios días un joven herido en la cabeza tras caer cuando intentaba realizar un salto. El accidente no tuvo consecuencias, pero los socorristas continúan vigilantes.

La recién nacida
Al otro lado de los baños del Fòrum, y separados por las obras del zoo marítimo, se ubica la playa de más reciente creación en la ciudad: la de Llevant. Lo que antiguamente era una continuación de la Nova Mar Bella es ahora un rincón
con escasa afluencia de público y quizás con el arenal más amplio y limpio del litoral capitalino.
Ángel Machado, un jubilado de 66 años, acude a la playa de Llevant todas las mañanas. Camina varias horas y nunca va a otro lugar por la cercanía con su casa. Sin chiringuitos, la playa es escogida por muchas familias y vecinos de los edificios cercanos. “Es muy limpia y tranquila. Lo único raro es la arena que se pega al cuerpo y no se sale aunque te bañes”, explica el vecino.
Su esposa, Loly Medialdea, prefiere la playa del Llevant a su vecina, la Nova Mar Bella, porque allí hay mucha más gente. “Lo único malo es que si te da sed tienes que ir a la otra playa a por un agua, porque aquí no hay ni bares ni lateros”, explica Medialdea.
La playa también suele ser frecuentada por jóvenes y adolescentes que juegan al fútbol sobre la arena. Con zapatos, ropa y toallas delimitan la cancha. “Vivimos cerca y no tenemos dónde jugar. Entonces hacemos una cancha aquí. Como no viene tanta gente, podemos jugar tranquilos sin que nos molesten”, cuenta Andreu Guisado, de 14 años.
No son muchos los usuarios que, como él, disfrutan de la playa más joven de la ciudad. Mientras la de Llevant define su público, se sigue mostrando impoluta y tranquila. Por ahora.

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