Soledad, nostalgia, dolor por la separación, desempleo...un estudio advierte del aumento del riesgo de suicidio entre personas migrantes, especialmente en mujeres de entre 15 y 29 años
Diaconía España presenta una investigación sobre las situaciones de adversidad que pueden llevar a una persona a quitarse la vida tras abandonar su país. En los últimos cinco años ha aumentado un 38% el número de personas que se ha quitado la vida en este colectivo vulnerable.
El Mundo, , 29-11-2024“Si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu abuelo, antes que él, no tuvo otro remedio que irse, cargando la vida sobre las espaldas, en busca del pan que su tierra le negaba”
El Nobel portugués José Saramago borraba en estas líneas la lejanía entre los seres humanos por tener un país de origen diferente. Sus palabras y su espíritu integrador resonaron hoy en unas jornadas en Madrid organizadas por Diaconía España para reflexionar sobre la situación de personas que “cargan sus vidas sobre sus espaldas” y lo hacen con mucho sufrimiento a cuesta, tanto que pueden llegar a pensar en la muerte.
Esta entidad social volcada en la atención a colectivos vulnerables ha presentado hoy en unas jornadas en el Círculo de Bellas Artes, Madrid, un estudio sobre el riesgo de suicidio en tras un proceso migratorio, en el que la trata y los delitos de odio suponen una grave amenaza. La investigación alerta del aumento en los últimos cinco años del 38% en el número de personas que se ha quitado la vida en esta población, con tasas más elevadas que la media de España y especialmente elevadas en el grupo de mujeres extranjeras de entre 15 y 29 años.
En 2022, el 89% de las personas fallecidas por suicidio fueron de nacionalidad española (3.772); mientras que el 11% extranjeras (455). La tasa por cada 100.000 habitantes es superior para las personas nacidas en España (9), respecto a la población foránea (7) pero si se analiza el número de suicidios en relación con el total de defunciones, por cada 1000 muertes de persona nacionales españolas, ocho fueron por suicidio; mientras que la cifra es de 23 para las extranjeras. Cuatro de cada diez inmigrantes el 40 % que se quitaron la vida eran jóvenes de entre 15 y 29 años, mientras que en la población española ese porcentaje fue del 16 %, según recoge Efe.
El informe, realizado con el apoyo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, está basado en entrevistas a 351 personas, con predominio de población femenina, el 70% del total, y edades entre los 18 y 76 años, si bien más de la mitad de la muestra (56 %) tenía menos de 40 años. El 87 % de los entrevistados es originaria de Latinoamérica y el 8,7 % proviene de África, mientras que la presencia de personas de Europa del Este y Oriente Medio es considerablemente menor.
PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
Prevención del suicidio. Todos los reportajes de la serie Once vidas
Todos los reportajes de la serie Once vidas
Los hombres con alto riesgo experimentan con mayor intensidad sentimientos de soledad y aislamiento, mientras que las mujeres sienten nostalgia y dolor constante por la separación. Un resultado “de impacto”, subraya el estudio , es que 7 de cada 10 personas de riesgo alto han percibido “constante resistencia por parte de la sociedad de acogida”.
Según la situación de actividad, la tasa de suicidio más alta se produce entre las personas desempleadas (15,21 %), en otras situaciones de inactividad (12,39 %), y con invalidez permanente (10,14 %). Precisamente, estos grupos presentan tasas superiores a la media nacional. Si se analiza la ocupación laboral, son los trabajadores del sector agrícola (12,5 % ), de la industria manufacturera (8,5 %) y personas vinculadas a ocupaciones elementales (8,4 %) los que cuentan con las tasas más altas.Son sectores que “suelen caracterizarse por la precariedad laboral, exigencias de esfuerzo físico y la falta de estabilidad económica, lo que genera un entorno de mayor vulnerabilidad”, recalcan los autores.
Las entrevistas permitieron a los investigadores detectar los factores de riesgo para esas conductas suicidas entre los migrantes. Así, en cuanto a las variables sociodemográficas, las personas sin vínculo de pareja, así como las que trabajan en puestos menos cualificados que su nivel educativo mostraron un nivel más alto de conducta autolítica .Con respecto a la situación sentimental, un 86 % del total de las personas solteras reflejaron un nivel de riesgo moderado (63 %) y alto (23 %).Aproximadamente 4 de cada 10 personas migrantes con riesgo alto cuenta con estudios universitarios.
De ellas, el 35 % se encuentra desempleada y de las que trabajan, el 30 % lo hace en sectores para los cuales están sobrecalificadas (hostelería, limpieza/cuidados o almacén), en tanto que el 52 % tiene condiciones inestables de empleo (sin contrato o temporales).De ese modo, el estudio concluye que el nivel educativo superior pierde valor como factor de protección y en su lugar aparecen “configuraciones psicológicas concomitantes con el riesgo de suicidio asociadas a sentimientos de frustración, subvaloración o pérdida de la valía personal”.Asimismo, el informe recalca el mayor riesgo de suicidio en las personas que dejaron su país para evitar situaciones de conflicto, inseguridad y violencia.
Respecto al sexo, de las personas con riesgo alto que experimentaron acoso y amenazas en su país de origen, el 72 % fueron mujeres, como era el 100 % de las supervivientes de violencia sexual. Por otro lado, el 80 % de quienes estuvieron encarcelados en su país y presentan un alto riesgo de suicidio fueron hombres. También es alto el riesgo de quitarse la vida en el 67 % de los que sufrieron algún tipo de accidente durante el trayecto a España, así como quienes fueron detenidos en países de tránsito y quienes llegaron en condiciones de irregularidad.
Las personas que abandonan su país de origen cargan su vida a cuestas, también sus sueños de transformarla. Eso les confiere fortaleza, les protege frente a las adversidades, pero cuando “cuando las condiciones de vulnerabilidad se prolongan en el tiempo y desbordan la capacidad de afrontamiento de las personas migrantes pueden configurarse estructuras psicológicas de riesgo subyacentes a sentimientos de fracaso, incertidumbre, desesperanza, con profundas consecuencias sobre el bienestar emocional y mental”. Frente a ello se erigen las redes comunitarias y un sistema de protección público adecuado como los principales factores de protección para que en ese tránsito hacia el arraigo pasen, defiende Diaconía, de ser “víctimas a supervivientes y agentes de cambio”.
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