El programa Supervivientes, una máquina de hacer audiencia para la CBS estadounidense, le ha dado una nueva vuelta de tuerca a los realities. A partir del próximo 14 de septiembre, las islas Cook serán testigos de la lucha por la supervivencia de 20 participantes, que serán divididos por razas en cuatro grupos.

«Bueno, supongo que esa es una de las razones que lo harán más interesante y polémico. Es una de las ideas más frescas desde que comenzó el programa», comenta Jeff Probst, presentador del concurso.

Cuestionado por el periodista Harry Smith acerca del límite entre ideas frescas y un plural hambre de audiencias que justifica ignominias esgrime que «quizá en principio suene fuerte, pero si comparas este programa con anteriores ediciones no resulta tan inusual. De hecho la idea parte de las críticas recibidas. Algunos consideraban que Supervivientes necesitaba más diversidad étnica. Así que nos dijimos, ‘usemos esas críticas para potenciar el programa’. Creo que encaja a la perfección con su filosofía. Se trata de un experimento social que lo eleva a un nivel por completo distinto».

Fiel a estos principios, la nueva edición de Supervivientes presenta cuatro tribus: la afroamericana, la asiáticoamericana, la hispana y la blanca. Las voces en contra son unánimes, si bien cuesta escucharlas bajo el tráfago publicitario de una maquinaria concebida para engullir millones.

Según sus críticos, la miseria queda subrayada porque el concurso premia la capacidad física y mental. Al separar por razas, las conclusiones centellean. Los comentaristas señalan que, tras aceptar que la piel determine los grupos, Supervivientes exhudará racismo, esa quimera homicida que el positivismo del XIX llamó ciencia, hoy disfrazada en el concurso con ropajes sociologistas.

«En realidad nuestra intención original fue mostrar la mayor diversidad posible en televisión. No fue hasta que hicimos el casting que resolvimos darle el giro que ahora todos podrán juzgar. Habrá quien piense que contribuimos a fomentar los estereotipos. Por otro lado supongo que muchos espectadores terminarán identificándose con los concursantes de su raza. Al cabo ganará el programa aquel que más guste. De eso se trata», señala su presentador.

Probst considera que Supervivientes, uno de los espacios más lucrativos de la televisión americana, proporcionará diversión añadida sin acumular tópicos. Frente a quienes lo acusan de asumir el odio para explotarlo, responde ufano. Ni cede la mano ni acepta instrumentalizar las diferencias.