De pandilla carcelaria a amenaza que traspasa fronteras

El Gobierno venezolano aseguró que había desmantelado el Tren de Aragua pero, tras las controvertidas elecciones de julio, comenzó a decir que la banda estaba al servicio de EE UU

Diario Vasco, Daniel de Lucas, 21-11-2024

La cárcel de Tocorón, en el norte de Venezuela, es el lugar de nacimiento del Tren de Aragua. Su nombre proviene del sindicato de una obra ferroviaria sin terminar. Durante su internamiento en esta prisión, Héctor Guerrero, alias ‘Niño Guerrero’, ha convertido al grupo en lo que es hoy en día: la estructura criminal más poderosa del país y el único clan local que ha logrado afianzarse en el extranjero. Se le compara con el cartel de Sinaloa de México.

El Tren de Aragua pasó de ser una pandilla carcelaria confinada en el Estado que le da nombre para convertirse en una amenaza que traspasa fronteras con un amplio catálogo de crímenes: extorsión, secuestro, trata de personas con fines de explotación sexual, tráfico de migrantes, contrabando, minería ilegal, tráfico de drogas al por menor, ciberdelincuencia y robo.

Con ‘Niño Guerrero’ al frente, en 2013 la banda tomó el control de Tocorón con el plácet del Gobierno venezolano, en línea con su política no oficial de ceder el mando de algunas prisiones a jefes criminales. Los ingresos que su actividad criminal le reportó a la pandilla financiaron la construcción de un zoo, una piscina, un estadio de béisbol, un parque infantil, un restaurante y una discoteca dentro de la propia cárcel.

Fondos del Gobierno
Con el dominio absoluto de la prisión de Tocorón, el Tren de Aragua puso sus miras en su salida al exterior. Comenzó por el barrio de San Vicente, donde implantó un estricto control social y llegó a recibir fondos del Gobierno a través de su fundación benéfica. El grupo comandado por Guerrero aprovechó el asesinato del líder del Tren del Llano en 2016 para apoderarse de sus territorios en Aragua y parte del Estado de Guárico. Y continuó su expansión hasta extender sus tentáculos por cinco territorios más gracias a alianzas con grupos más pequeños, a la vez que fue sumando nuevos delitos a su historial.

Los ingresos obtenidos a través de la actividad criminal permitieron a la banda levantar un zoo, una piscina, un estadio de béisbol, un parque infantil, un restaurante y una discoteca dentro de la cárcel de Tocorón
Su extensión hacia la frontera con Colombia en 2018 supuso salto al extranjero. La pandilla se estableció entre el Estado venezolano de Táchira y el departamento colombiano de Norte de Santander y luchó con las bandas de la zona por el control de los trochas (pasos clandestinos), con gran trasiego de drogas, contrabando y migrantes.Durante el lustro siguiente estableció células en este país, Perú y Chile, además de tener constancia de su presencia esporádica en Brasil, Bolivia y Ecuador. Su expansión se produjo a lomos de los flujos migratorios venezolanos. Los miembros se introdujeron en las redes delictivas de cada zona para acabar expulsando a los clanes locales a través de la violencia selectiva. Por ejemplo, con una serie de préstamos ilegales conocido como ‘gota a gota’ y también mediante el narcotráfico, los secuestros, la trata de personas y los robos. La célula se especializa en un ámbito en función de las condiciones de cada lugar.

Desde la prisión de Tocorón el Tren de Aragua controlaba y se beneficiaba de grupúsculos establecidos en Venezuela y el extranjero. Hasta que, en septiembre de 2023, 11.000 policías y militares del país caribeño asaltaron el centro penitenciario para retomar el control de la que había sido la base de operaciones del grupo. Sus cabecillas consiguieron escapar. Los líderes del clan y un millar de sus miembros desaparecieron de la cárcel varios días antes de la incursión militar ordenada por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, a través de largos túneles por donde introdujeron objetos de lujo, ametralladoras y pistolas, dinero en efectivo y otras propiedades.

Acusaciones de montaje
Aunque el Ejecutivo venezolano aseguró que «había desmantelado totalmente» el grupo criminal más peligroso del país, hubo quien lo tachó de montaje político por la huida de la cúpula del clan y el mantenimiento de la actividad de las redes criminales en el panorama internacional. En los últimos meses Estados Unidos ha puesto en alerta a sus fuerzas de seguridad por la implantación de la organización en Texas y Nueva York.

11.000
policías

y militares venezolanos irrumpieron en septiembre de 2023 en la cárcel de Tocorón, que durante años sirvió de base de operaciones para el Tren de Aragua, para retomar su control.

Pero la narrativa del Gobierno bolivariano ha cambiado tras las cuestionadas elecciones del 28 de julio, en las que Maduro fue proclamado vencedor entre denuncias de fraude por parte de la oposición. El presidente sostiene ahora que el Tren de Aragua sigue existiendo y que su jefe es un agente de Estados Unidos.

El ‘niño Guerrero’ dirigió personalmente parte de los altercados y la violencia criminal durante las jornadas posteriores a las elecciones de la nación caribeña. Así fue captado por la CIA. «Todo el operativo que se hizo mundial para declararlo terrorista formaba parte de una fachada para taparlo, chantajearlo, obligarlo a sumarse al Gobierno de Estados Unidos en la agresión contra Venezuela», sentenció entonces Maduro.

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