Vecinos y comerciantes de Getxo piden cerrar una plaza al público por el clima de inseguridad

El Ayuntamiento refuerza la presencia policial en Coro Biotz Alai, donde los robos comprometen la convivencia y «hay miedo a bajar a la calle»

El Correo, Leire Pérez Getxo, 20-11-2024

«Tenemos una plaza aquí atrás, en el centro de Algorta, bien grande en la que podían jugar los niños y estar las familias, y no se puede usar porque se concentra gente que roba. Los vecinos no quieren ni acercarse. Hay personas mayores que se vinieron a vivir aquí para tener todo a mano, clientas nuestras, y ahora les da miedo bajar solas de casa», explica un responsable de uno de los dos supermercados que están en la Avenida Algortako Etorbidea. Es una de las calles más próxima a la plaza Coro Biotz Alai, un punto neurálgico de Getxo, junto a la plaza San Nikolas, que en los últimos tiempos concentra numerosas quejas de los residentes y los comerciantes.

Denuncian que se juntan «grupos de personas conflictivas, la mayoría sin hogar, que beben y se drogan. El tufo a porros es importante», relatan. Los residentes han solicitado al Consistorio getxotarra que cierre el lugar. Portavoces municipales explican que, tanto desde Alcaldía como desde otras áreas municpales, se han mantenido reuniones con los afectados de cara a buscar soluciones. A partir de esos contactos se ha decidido reforzar la seguridad con mayor presencia policial. «Es una cuestión que se viene realizando desde hace tiempo, en lo que concierne a la Policía no se ha recibido ninguna otra petición», aseguran. El gobierno municipal prevé realizar «algunas acciones en las que ya se está trabajando dentro del plan legislatura», afirman. Las medidas se adoptarán en 2025 y «se trasladará y dará cuenta a los vecinos», insisten desde el Ejecutivo local, en manos de PNV y PSE.

Residentes y comerciantes coinciden en que la «inseguridad» se palpa en el entorno. Tienen «miedo». «Sobre todo al llegar a casa por la tarde-noche», puntualizan. Dos de los portales más próximos a la plaza cuentan con barras de metal que impiden acceder al interior.

Las dependientas de los supermercados están acostumbradas a los robos, «sobre todo de bebidas alcohólicas». Reconocen que «la Policía patrulla a menudo», pero no parece suficiente. «Vienen, roban y se marchan. Cervezas, por ejemplo, se llevan todas las que pueden», aseguran trabajadoras del Eroski. «Se reúnen aquí atrás y merodean por las calles. Es verdad que cada vez hay más presencia de agentes, pero en cuanto te despistas, la lian. Ahora te roban, pero antes de verano encima se encaraban», recuerda.

«Si se llevasen comida ni tan mal. Pero no es eso, vienen a por botellas de vino, cervezas…», añade uno de los empleados del BM, que está en la misma calle. «Cada vez que les vemos robando llamamos a la Policía, rellenan la denuncia y no sirve de nada», relata.

«Hay de todo y de todas las edades, cuatro o cinco que les dicen cuándo entrar. Están a la primera que salta, algunos están medicados y beben alcohol, se les va la cabeza, se ponen agresivos y conmigo, como soy mujer, más«, afirma su compañera. «Saben incluso cuando viene el camión de la comida y mientras lo descargamos entran dentro e intentan llevarse lo que pueden. Están a todas», lamentan.

Uno de los dos supermercados se ha visto obligado a poner el cartel de derecho de admisión. «Pero les da igual. Se te meten dentro y cuando les quieres echar mano, ya es tarde. Y como encima les digas algo, te llaman racista», comenta uno de ellos.

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