Los buenos y los malos

Deia, Kepa Azarloza Goiria, 14-11-2024

Hace ya 24 siglos, dos filósofos de la Grecia Antigua alumbraron al mundo con su pensamiento, superaron las supersticiones y leyendas para basarse en la razón como explicación de los orígenes de la naturaleza y del comportamiento humano. Se trataba de Platón y su alumno Aristóteles; dos de las figuras más preclaras de la Época Antigua todavía presentes en el pensamiento occidental actual. Pero el alumno difirió del maestro en muchos de los criterios de aquel, que le parecían utópicos, idealistas. Más de 20 siglos después otros dos filósofos franceses, ya en la Edad Moderna, y cuyos restos descansan en el Panteón en Paris, Rousseau y Voltaire, padres de la Ilustración, difirieron también de forma contundente. Voltaire se encargó de rechazar gran parte del pensamiento de Rousseau. La lista de disensiones entre nuestros más reconocidos intelectuales a través de la historia sería interminable.

Sin embargo, nosotros, los de a pie, aquí en occidente, parece que, entre otras, tenemos una cosa clara, hay buenos y hay malos. Hace décadas fueron creados los dos llamados bloques geoestratégicos y cada parte lanza su propaganda de las bondades propias y las maldades ajenas, y nosotros nos lo tragamos a pie juntillas. No se trata de ideologías, al menos en su forma ortodoxa, el comunismo de Karl Marx y Friedrich Engels ya no es de aplicación. Todas las economías se basan, con algunas variables, en el sistema capitalista iniciado por Adam Smith. Ahora hablamos de libertades y de independencia de los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Pero, en el fondo todos sabemos que se trata de economía y poder. Así, el susodicho Smith afirmaba que la economía tenía pilares importantes en la alabanza, la codicia y el egoísmo.

El bloque occidental se ha erigido en guardián de los derechos humanos y de la seguridad mundial, al tiempo que producimos abundante armamento que suministramos a quien nos lo compre. En la otra parte: China, con su sistema de partido único, se desarrolla tecnológica y económicamente de forma vertiginosa con un PIB que ronda los 17 billones (la filosofía oriental, muy poco explicada, o distorsionada, en occidente, reclama que primero es el interés comunitario y después el individual). Rusia muestra un sistema parlamentario que lejos de ser democrático defiende sus fronteras con ánimos de expansión, al menos, en los territorios colindantes que considera prorrusos. ¿Brasil, donde está su pecado y la India? ¿Demasiado a la izquierda? Cuidado con Irán (?), estos son chiíes, disponen de plantas nucleares y significan un peligro real. ¿Sudáfrica, Arabia Saudita, Etiopía?

Al comienzo de la invasión de Ucrania por parte de Putin, escribí en estas páginas que Bruselas había hecho muy poco para al menos desenmascarar al líder ruso, promoviendo reuniones y tratando de llegar a acuerdos con él. Pretendía, decía Putin: primero: la repetición de las elecciones en las zonas prorrusas, Donetsk y Luhansk, donde, en 2014 ya se habían realizado elecciones con victoria de la parte prorrusa, que a criterio de occidente les faltó transparencia. Segundo: Putin pedía la aceptación de Crimea como territorio ruso, y tercero: la no integración de Ucrania en la OTAN (¿aceptaría EE.UU. la integración de México en el bloque de los malos?). Hoy por hoy, es probable que tengamos que hacer más concesiones a Putin si queremos alcanzar la paz en Ucrania.

Israel, admitido por todos que el ataque de Hamás fue de lo más cruel y sanguinario y que la sociedad israelí vive en un perpetuo estado prebélico, ¿no parece que Bruselas ha vuelto a permanecer pasivo ante una desmedida reacción israelí, que además de muertes y ruina, dejará cicatrices durante generaciones que dificultarán la propuesta de los dos Estados? Se entiende que EE.UU. apoye a ultranza a Israel, aunque no lo compartamos, pero ¿qué pasa con Europa?, ¿cuales son los intereses ocultos que nos bloquean y no seamos capaces de adoptar medias diplomáticas y/o comerciales contra el genocidio israelí?

Y ahora nos llega Trump. Sin duda nos creará problemas con la imposición de aranceles y otras lindezas de las suyas, que, entre otras cosas nos será más difícil colocar nuestras mercancías en los EE.UU. China hace el juego por su cuenta y si aplicamos aranceles a la importación de sus coches, ellos harán lo mismo con nuestros productos. Ello implicará que nuestra renta se verá afectada. Pero ¿a que esperan nuestros dirigentes en Bruselas para estructurar una Europa de forma más integradora e independiente?

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¿No deberíamos llegar a acuerdos en el tema inmigración, que nos es imprescindible para afrontar nuestro futuro? Si países como Hungría no lo apoyan, acordemos con ellos un estatus especial en este específico asunto tan primordial. ¿No están otros países fuera de la UE con respecto a la moneda (Dinamarca, Suecia), por ejemplo? ¿Por qué no facilitamos a otros países la entrada en la Unión Europea, dejando un poco a un lado las sacrosantas separación de poderes y libertades, que con frecuencia degeneran en libertinaje? ¿Qué está pasando con la separación de poderes en los EE.UU.?

Procuremos ir acercándonos al Reino Unido y orientándonos hacia una Europa de 500 millones. Necesitamos que nuestra vieja Europa no se quede atrás y aprenda a caminar sola. Será imperativo el incremento del porcentual sobre el PIB dedicado al I+D y defensa. No podemos dejar que los EE.UU. y China nos pasen por encima. Los queremos amigos y cooperantes. Estamos hablando de la Europa de los Newton, Beethoven, Adenauer…

Analista

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