EEUU

Los rostros de la nueva política exterior de Trump: halcones hacia China e Irán e incondicionales de Israel

Coloca a Mike Waltz como asesor de seguridad nacional y al ex gobernador evangélico Huckabee como embajador en Jerusalén y se inclina por Marco Rubio como secretario de Estado

El Mundo, Pablo R. SuanzesCorresponsal Washington Corresponsal Washington, 13-11-2024

Duros con China, halcones con Irán o Venezuela e incondicionales de Israel. Esas son las características, o más bien los requisitos, para formar parte del nuevo equipo de seguridad y política internacional de Donald Trump. Según anticipan los principales medios estadounidenses, el senador de Florida Marco Rubio será el próximo secretario de Estado de EEUU. Trump, conocido por cambiar de idea en el momento más inesperado, optaría así por poner al frente de la diplomacia a un conservador clásico, partidario de mano dura con el gran rival sistémico del siglo XXI, con el régimen de los ayatolás y su programa nuclear y desde luego Venezuela y Cuba, así como de una solución negociada urgente sobre Ucrania.

Rubio, de 53 años, desafió en 2016 a Trump en las primarias del Partido Republicano, lo que llevó a ataques personales duros y que escocieron. Pero en los últimos ocho años la relación se ha reconducido, hasta el punto de que el hispano estuvo en la terna final de candidatos para vicepresidente el pasado julio.

Rubio, que sería el primer hispano o latino en llegar al cargo, llegó al Senado hace 10 años y forma parte del Comité de Relaciones Exteriores, en el que está considerado más bien halcón, algo que ha tenido que ir puliendo para armonizar el tono con Trump, JD Vance y el movimiento Maga (Make America great again) en general, que se caracteriza por abogar por el aislacionismo, reducir o prescindir de la presencia estadounidense fuera y de las guerras en general.

Aunque América Latina no sea en absoluto prioridad, por razones obvias, representará el ala más dura hacia Cuba, pero también hacia Venezuela, que se convirtió en una obsesión de Trump durante la campaña. No por el Gobierno de Maduro, sino por las bandas armadas que habría llegado a EEUU a sembrar el pánico.

Pese a que siempre ha estado alineado con el planteamiento clásico republicano, que ve a Rusia como uno de los principales riesgos a la seguridad nacional, todos los analistas creen que no tendría problemas para dirigir los esfuerzos de Trump para acabar rápido con la guerra de Ucrania, incluso si eso supone forzar a Kiev a aceptar la pérdida de territorios ante la alternativa de un corte total de suministros y fondos.

Algo parecido ocurre con China. El senador es del ala dura que ha impulsado políticas comerciales más estrictas, pero empresarios como Elon Musk, con muchos intereses en el gigante asiático, tendrán voz sobre las próximas decisiones. Fue copresidente de la Comisión bipartidista del Congreso y el Ejecutivo sobre China, que presiona para una posición más agresiva en las relaciones económicas, especialmente por la cuestión de los derechos humanos.

En 2020, por ejemplo, Rubio impulsó un proyecto de ley que intentaba impedir la importación de productos chinos fabricados con el uso de mano de obra forzada por parte de la minoría étnica uigur de China. Biden lo convirtió en ley al año siguiente. Mike Pompeo, que fue secretario de Estado en el primer mandato de Trump, ha sido descartado por el presidente electo para cualquier puesto en la administración, y mucho consideran que una de las razones es que es visto con enorme hostilidad por Xi Jinping.

Equipo para Oriente Próximo
Tras Rusia y China está Oriente Próximo, y ahí no debería haber ninguna fricción. Rubio es uno de los aliados más entusiastas de Benjamin Netanyahu, completamente acrítico con las guerras en Gaza o Líbano. Y tendrá como mano derecha en Jerusalén a Micke Huckabee, que será el nuevo embajador. Ex gobernador de Arkansas, líder religioso evangélico y candidato en las primarias republicanas de 2016 que ganó Trump, ha tenido un programa de televisión desde 2015. Es padre de Sarah Huckabee Sanders, hoy gobernadora del mismo estado y ex responsable de prensa de la Casa Blanca con Trump. “Ama Israel y a su ente y los israelíes lo aman a él. Trabajará incansablemente para lograr la paz en Oriente Próximo”, ha dicho el presidente electo en un comunicado este martes.

Huckabee es un incondicional partidario de Israel desde hace mucho tiempo y se identifica con las posiciones más a la derecha del espectro político local, defendiendo por ejemplo que la reivindicación sobre Cisjordania es más fuerte que los lazos estadounidenses con Manhattan, ya que Cisjordania no existe, “como tampoco existe una ocupación”. En 2018, por ejemplo, participó colocando ladrillos él mismo cuando se inició la construcción de un nuevo complejo de viviendas en el asentamiento de Efrat. “No amo la Tierra de Israel porque soy judío, la amo porque sé que fue la elección de Dios seleccionarla para Su Pueblo. Esas fronteras tienen casi 4.000 años y ninguno de nosotros tiene derecho a cambiarlas. Sólo tenemos derecho a expandirlas”, dijo en una visita en 2022.

La tercera pieza en ese equipo será Steven Witkoff, anunciado hoy como el enviado especial de la Casa Blanca para Oriente Próximo, un puesto clave en el proceso de búsqueda de paz. Trump ha optado por un empresario del ladrillo, millonario y filántropo, sin ningún tipo de experiencia política o diplomática. Amigo personal del presidente electo, es judío y recientemente criticó a los Demócratas que boicotearon el último discurso de Netanyahu en el Congreso, experiencia que él calificó de “espiritual”.

Un militar para la Guardia Nacional
Trump también ha escogido al diputado Michael Waltz para el puesto de Consejero de Seguridad Nacional, consolidando el núcleo duro del Estado en el que reside. Waltz, que es el segundo congresista al que aúpa tras la próxima embajadora ante la ONU, es de Florida, igual que Rubio o Susie Wiles, su jefa de gabinete.

El congresista, que sirvió en el ejército como boina verde y fue asesor de Dick Chenney o Donald Rumsfeld hace 20 años, ha formado parte de los comités de Servicios Armados, Inteligencia y Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes y para los ciudadanos se ha convertido en analista habitual por su presencia en las cadenas de televisión conservadoras. Su esposa, Julia Nesheiwat, fue asesora de seguridad nacional en la primera administración Trump.

Pese a haber escrito recientemente que los estadounidenses no pueden seguir financiando eternamente la ayuda a Ucrania, y que una salida negociada como presume Trump, es más que razonable, Waltz también ha dicho que deberían reforzarse las sanciones a Rusia, “una gasolinera con armas nucleares”, y que si Putin no coopera EEUU debería dar luz verde a Zelenski para que use las armas de largo alcance proporcionadas por Washington para atacar territorio ruso y no sólo defenderse.

Al igual que Rubio, está considerado un halcón en lo que respecta a China e Irán, y criticó duramente tanto las retiradas de soldados de Afganistán en los cuatro años de Trump como la retirada total del país que ordenó Biden. Y será responsable de un puesto que históricamente han ocupado pesos pesados de la talla, el poder y la influencia de Richard Kissinger, Brent Scowcroft, Zbigniew Brzezinski, Colin Powell o Condoleezza Rice. Una voz autorizada dentro de la Casa Blanca, y no empotrada en la maquinaria del Pentágono. Coordinando los mensajes de las numerosas agencias que proporcionan inteligencia al presidente.

Pero que con Trump tuvo mucha volatilidad. En su primer mandato, Trump tuvo cuatro asesores de seguridad nacional, el primero de los cuales sólo duró 22 días. Los demás, entre ellos el teniente general H.R. McMaster y el célebre John Bolton, fueron expulsados sin contemplaciones y se han convertido en furibundos críticos. El último, Robert O’Brien, el permaneció en el cargo durante la pandemia de Covid-19 y el asalto al Capitolio, y figura en las quinielas para otro puesto en el gabinete.

Un fiel en la CIA
El goteo de anuncios se ha completado en materia de Seguridad este martes con el de John Ratcliffe para el delicado puesto de director de la CIA, la principal agencia de inteligencia. Ratcliffe, un ex congresista de Texas, leal al presidente electo, fue el Director de Inteligencia Nacional en su primer mandato, y será la primera persona en haber ocupado las dos mayores responsabilidades en materia de inteligencia y espionaje.

Como congresista, Ratcliffe fue ariete de Trump en la investigación sobre Hunter Biden, el hijo del presidente que ha sido condenado este verano por tenencia ilícita de armas, y contra las diferentes pesquisas sobre los vínculos entre Rusia y la campaña de Trump de 2016.

El presidente electo ha escogido también a la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, para dirigir el Departamento de Seguridad Nacional, según The Wall Street Journal. Una aliada leal y figura al alza en el Partido Republicano, que sonó incluso en las quinielas para la vicepresidencia.

La agencia tiene muchas competencias en materia de desastres naturales, ciberseguridad o transporte, pero el papel central será la aplicación de las leyes de inmigración. Noem se unirá a Tom Homan, el nuevo ‘zar migratorio’. Y sobre todo a Stephen Miller, que será su adjunto a la jefa de gabinete, un cargo aparentemente secundario, pero con un enorme poder de cara a la implementación de la principal promesa de campaña de Trump: cierre de fronteras y la mayor deportación en la historia de Estados Unidos.

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