Malos tiempos para disidentes, extranjeros y otros apestados
En cualquier momento, uno puede, sin haber hecho nada para merecerlo, verse convertido en un enemigo del país al que pertenece
La Vanguardia, , 11-11-2024Una de las más dolorosas lecciones que nos ha dejado el siglo XX, dejando aparte tanta muerte y destrucción, es que, en cualquier momento, uno puede, sin haber hecho nada para merecerlo, verse convertido en un enemigo del país al que pertenece y ama, sea por cuestiones políticas, ideológicas, religiosas, lingüísticas, de género o de raza. Oponerse a semejante injusticia ciega, le convertía a uno en disidente, y de ahí a ser tachado de traidor. Mas por lo que se ve y se vive últimamente, esos lúgubres tiempos que, ingenuos, creíamos superados, si no han vuelto, a punto están de hacerlo con toda su crudeza.
No hay nada como una guerra para que las cosas sucedan así, como ocurrió en Estados Unidos en 1917, al entrar en la guerra contra Alemania. Había entonces muchos millones de alemanes y descendientes de alemanes en el Nuevo Mundo. Pues éstos, de la noche a la mañana, se convirtieron en enemigos a perseguir y encarcelar, vamos, en pura escoria.
Sucedió poco después de la reelección como presidente de Woodrow Wilson. Fueron arrestados e internados en campos los alemanes que no contaban con ciudadanía estadounidense, pero sobre todo a los sospechosos de inclinaciones izquierdistas, anarquistas o sindicalistas. Los comercios con nombres alemanes fueron asaltados; los libros en alemán acabaron en grandes hogueras; los apellidos alemanes como Schmidt no tardaron en convertirse en Smith, Stein en Stone; los nombres de numerosos pueblos, calles y hasta platos de comida corrieron la misma suerte; hubo no pocos casos de palizas y linchamientos a manos de la ferverosa chusma patriótica desbocada.
Y se procedió a cerrar sin más diarios y revistas en lenguas extranjeras que, dada el enorme porcentaje inmigrante de la población, eran muchos, pero sobre todo en los que, a partir de la revolución bolchevique, podrían considerarse apologistas del comunismo. Todo esto bajo la presidencia de Wilson, el buenazo recordado por haber fundado, al término de la guerra, la Sociedad de Naciones. Pero también haríamos bien en recordar, sobre todo ahora, su lado oscuro.
Los asiáticos se vieron convertidos en traidores tras el ataque a Pearl Harbor
La participación luego del ataque a Pearl Harbor en la Segunda Guerra Mundial abrió un nuevo capítulo vergonzoso en la historia de Estados Unidos. Esta vez les tocaron a los japoneses y, de rebote, a los asiáticos en general, verse convertidos de pronto en traidores y a sufrir toda clase de persecuciones y vejaciones. Por supuesto, tampoco salieron indemnes los alemanes, de nuevo convertidos en enemigos de la nación, estuvieron o no de parte de los nazis.
A partir de 1942, más 120.000 japoneses residentes o estadounidenses de origen japonés fueron encarcelados sin juicio previo en alguno de los diez campos habilitados en lugares remotos para retenerlos por la duración de la guerra. La orden llevaba la firma del presidente Roosevelt. Tal vez no sea más que una nota a pie de página, pero lo cierto es que, a lo largo de la contienda, no se halló ningún caso de espionaje o sabotaje por parte de ciudadanos japonés o de sus descendientes. Tras la firma de la paz, los prisioneros, al ser liberados, fueron obsequiados con un billete de tren y 25 dólares. Toma castaña.
El 11-S también dio rienda suelta a la persecución de musulmanes
El 11-S dio rienda suelta a la persecución y detención de sospechosos ciudadanos musulmanes. Pese a las promesas de Obama, Guantánamo sigue funcionando. Y ahora les toca a hispanos y caribeños, quienes, Trump dixit, se zampan las mascotas de los americanos fetén. Y qué decir en cuanto a los afroamericanos y su trágica historia que no parece tener fin.
Todo esto ha sucedido y sucede en Estados Unidos, ese faro de la libertad y la democracia. Pero ahora esta imagen ha quedado en entredicho. Flaquea el autobombo propagandista; vuela cada vez más alto el odio con las alas de las noticias falsas que circulan por las redes. Hay que andar con sumo cuidado: cualquier día de estos te levantas convertido en un apestado, y no sólo en Estados Unidos.
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