Los nazis no eran psicópatas
El historiador Richard Evans retrata en ‘Gente de Hitler’ los rostros del régimen, personas no tan diferentes de nosotros
La Vanguardia, , 11-11-2024Richard Evans (Woodford Green, 1947) lleva décadas escribiendo sobre el Tercer Reich. Catedrático emérito de Cambridge, ahora vuelve a abordar el mundo nazi por el “surgimiento en nuestro tiempo de una clase de políticos populistas sin escrúpulos, que no se preocupan por la veracidad de lo que dicen”. Es Gente de Hitler (Crítica), un retrato de los rostros del Tercer Reich, de Hitler a Röhm, Goebbels o Eichmann… y también los estratos inferiores del régimen, hombres y mujeres que participaron en la masacre con entrega. Y sin embargo, dice Evans en este libro que muestra sus anécdotas cotidianas, no eran psicópatas, se movieron en los límites que el régimen instauró tras deshumanizar a sus víctimas.
Pese a la victoria de Trump, no teme por la democracia. “EE.UU. tiene estructuras y tradiciones democráticas que espero que demuestren resistencia”, afirma, y si bien reconoce que “la amenaza a la democracia hoy tiene ecos de la Europa de entreguerras, hay una gran diferencia: los dictadores de entonces fueron creaciones de la Primera Guerra Mundial y por lo tanto fundamentalmente militaristas. En la Alemania de Hitler todo el mundo iba de uniforme. Y era fundamental para el fascismo y el nazismo invadir otros países. Mussolini trata de crear un imperio romano moderno en el Mediterráneo; Hitler, de conquistar Europa. Trump es lo contrario, un aislacionista que quizá abandone la OTAN”. Y otra diferencia, dice, es que “en los países donde la democracia ha caído, normalmente hay una cultura política democrática muy superficial. Hungría solo ha sido democrática desde los noventa. Y lo que une hoy a la extrema derecha es la inmigración, y no fue el caso de Hitler o Mussolini”.
“Los dictadores de los años treinta eran militaristas; Trump es un aislacionista que quizá deje la OTAN”
Y dice que con Gente de Hitler quería desmitificar a estos hombres y mujeres del régimen nazi descritos como psicópatas, sociópatas, “es fácil pensar en Hitler y otros como si no pertenecieran a la humanidad común, yo quería reintegrarlos a la raza humana porque nos enfrenta a problemas sobre qué es ser humano”. Muchos de los perpetradores, dice, tenían en común haber perdido la condición social o la autoestima de forma brusca en una fase temprana, sobre todo por la derrota bélica. “El nivel más alto de los nazis provenía de la burguesía, muy nacionalista y traumatizada por la derrota en la Gran Guerra. Hitler ofreció pseudosoluciones, iba a hacer grande a Alemania de nuevo, unir al pueblo. Y le siguieron. Una promesa luego respaldada por recompensas en un sistema corrupto. El general Wilhelm Ritter von Leeb no era nazi. Desaprobó el asesinato en masa de judíos, aunque era antisemita. Lo callaron con una gran propiedad en Baviera. Los generales estaban comprometidos a luchar la Primera Guerra Mundial de nuevo y ganar esta vez. Pero la matanza de judíos la impulsó Hitler”.
Joseph Goebbels. Descrito como un narcisista, para Evans solo estaba enamorado de Hitler, hasta el punto que, cuando este se suicidó, Goebbels y su esposa mataron a sus seis hijos y se suicidaron
Joseph Goebbels. Descrito como un narcisista, para Evans solo estaba enamorado de Hitler, hasta el punto que, cuando este se suicidó, Goebbels y su esposa mataron a sus seis hijos y se suicidaron
Un Hitler al que le gusta estar rodeado de gente, una corte privada. Le gustan las mujeres mayores acaudaladas “y luego tiene relaciones con mujeres mucho más jóvenes, al final con Eva Braun. Una vida privada relativamente convencional, pero muchas biografías aceptan su descripción: ‘Estoy casado con Alemania’. No era un psicópata, es un error explicar lo que los nazis hicieron por psicopatología personal. Y la gente sabía al elegir a Hitler que iría a la guerra, lo decía siempre”.
En ese sentido, Evans recuerda la idea de la banalidad del mal que Hannah Arendt acuñó en el juicio a Adolf Eichmann, un burócrata arquitecto de la solución final. “No aceptó la defensa de Eichmann de que obedecía órdenes. Lo que quiso decir es que la impresionó ver que era un hombre normal, no un lunático delirante. Se parecía a usted o a mí. Pero la Alemania nazi puso patas arriba los valores, bárbaro y despiadado eran palabras positivas”.
Ilse Koch (1906 – 1967). Esposa de un comandante de campo de concentración nazi muy corrupto, fue demonizada en el juicio tras la guerra como Irma Grese, descritas como ninfómanas que obtenían placer al torturar.
Ilse Koch (1906 – 1967). Esposa de un comandante de campo de concentración nazi muy corrupto, fue demonizada en el juicio tras la guerra como Irma Grese, descritas como ninfómanas que obtenían placer al torturar.
Por el libro desfila Ernst Röhm, jefe de las SA. “Le gustaba retratarse como un soldado rudo, pero provenía de la clase media educada y era un pianista aficionado competente. Más monárquico que revolucionario, era abiertamente homosexual y a Hitler, al preguntarle sobre esto al principio, dijo que no importaba si hacía su trabajo. Y está el aspecto ideológico de Röhm, una corriente de pensamiento que alimenta el nazismo que creía que los vínculos homoeróticos son lo que gobernaría Alemania. En cambio Himmler era homófobo total, creía que los homosexuales eran débiles y afeminados, y ahí Röhm era una contradicción viviente”.
De Goebbels dice que ha sido descrito “como un narcisista, pero estaba enamorado de Hitler. Hasta el punto de que cuando Hitler se suicidó, Goebbels y su esposa mataron a sus seis hijos y se suicidaron. Es un ejemplo de cómo el nazismo es una especie de culto religioso extremo, muchos nazis se suicidaron, no podían imaginar vivir más allá del Tercer Reich”.
Leni Riefenstahl (1902-2003). La cineasta del régimen nazi fue retratada en una fotografía con rostro horrorizado tras presenciar una masacre de judíos en Polonia; sin embargo, tras la guerra aseguró que no había estado allí
Leni Riefenstahl (1902-2003). La cineasta del régimen nazi fue retratada en una fotografía con rostro horrorizado tras presenciar una masacre de judíos en Polonia; sin embargo, tras la guerra aseguró que no había estado allí
En el libro hay también mujeres como Ilse Koch e Irma Grese. “Koch, esposa de un comandante de campo de concentración nazi muy corrupto, y Grese, guardia de campo de concentración. Fueron juzgadas tras la guerra y demonizadas, descritas como ninfómanas que obtenían placer al torturar. Una fantasía masculina. Koch participó de la corrupción de su marido, y Grese cometió actos horribles de violencia contra los internos, pero no eran demonios. Grese era una joven no muy inteligente de origen rural que aceptó un trabajo en un campo, se le dio poder absoluto y abusó de él como hacían los guardias”.
Evans muestra que todos conocían los horrores que sucedían, como la cineasta Leni Riefenstahl. “Una foto la muestra horrorizada ante una masacre de judíos. Pero dijo tras la guerra que no estaba allí”. Sin embargo, en pleno nazismo hay figuras valientes que denuncian, como el obispo de Münster, que se opone a la muerte de los discapacitados en las cámaras de gas. “Predicó con coraje. Goebbels dijo que no podían hacer nada, pues si lo fusilaban perdían el apoyo de los católicos”.
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