Así es el creador de Whatsapp: un emigrante que pasó de no tener agua potable en casa a dar un pelotazo millonario

Jan Koum emigró junto a su madre a Estados Unidos con solo 16 años y 12 después vendió su invento a Facebook por 19.000 millones de dólares

El Correo, Jorge Murcia, 11-11-2024

El sueño americano es un concepto ya universal que explica cómo, trabajando duro, uno puede conseguir lo que se proponga. Pero en esencia hablaba específicamente de los migrantes que llegaban a Estados Unidos con una mano delante y otra detrás para acabar triunfando.

Tal fue el caso de Jan Koum, el fundador de Whatsapp. Nació hace 52 años en una pedanía de Kiev, y su infancia transcurrió entre el frío y la escasez tan habituales en lo que aún era la Unión Soviética. No tenía agua potable en casa, y el colegio al que acudía ni siquiera contaba con un baño interior: los alivios fisiológicos, al aire libre.

Tampoco había libertad de expresión. «Puedes leer ‘1984’, pero vivir allí era experimentarlo», dijo en una entrevista con la revista ‘Wired’. Ser de origen judío tampoco ayudaba precisamente a hacer más soportable su existencia. Koum emigró junto a su madre a Estados Unidos en 1992, con sólo 16 años de edad. En esos primeros momentos trabajó limpiando supermercados mientras la madre cuidaba niños. Las visitas al comedor social del barrio formaban parte de la rutina diaria de ambos.

Todo comenzó a cambiar, aunque sus frutos no llegarían hasta años después, cuando el joven Jan se inscribió en la Universidad Estatal de San José y, al poco tiempo, entró a trabajar como probador de seguridad de software en la empresa de servicios profesionales Ernst&Young.

Los conocimientos tecnológicos los adquirió también de forma autodidacta, leyendo manuales usados, y a través de conversaciones en chats de ‘hackers’. En 1997 su carrera experimentó un enorme salto cualitativo, cuando fue contratado como ingeniero de sistema en Yahoo. Allí, además, conocería a Brian Acton, su futuro compañero de proyectos empresariales.

Una década después, ambos, ya amigos inseparables, abandonaron Yahoo e intentaron acceder a una de las ofertas de empleo de Facebook, pero fueron rechazados.

La providencia del iPhone

La irrupción del iPhone finales de esa década fue como una revelación para Koum, que enseguida intuyó el potencial de la nueva herramienta de telefonía móvil y su tienda de aplicaciones. Pensando en la Apple Store, en febrero de 2009 creó Whatsapp, derivado de la expresión «What’s Up» («¿Qué pasa?¿Qué hay?», en español). Al principio se trataba de una aplicación de actualizaciones de estado, pensada para informar de cuándo alguien no podía responder a las llamadas de teléfono.

El invento no acababa de cuajar, hasta que la providencia se cruzó en forma de notificaciones, la genial idea de Apple para mantener a los usuarios del iPhone pendientes en todo momento del aparato. Después, Koum tuvo la brillante idea de facilitar el acceso a Whatsapp sin necesidad de introducir ninguna contraseña, algo que sí era necesario en otros dispositivos y herramientas de entonces, como la Blackberry.

Su colega Acton consiguió la ayuda de los primeros inversores, antiguos compañeros de Yahoo. Fueron 250.000 dólares, lo suficiente despegar, antes de que llegara un nuevo respaldo financiero, este sí, mucho más contundente (8 millones de dólares) proveniente del fondo de capital riesgo Sequoia.

Whatsapp se acabó convirtiendo en una insuperable aplicación de mensajería, con la privacidad de las comunicaciones por bandera. «Crecí en una sociedad donde todo lo que hacías se espiaba, se grababa y se chivaba. Cuando era niño, tenía amigos que se metían en líos por contar anécdotas de líderes comunistas», recordaba Koum para justificar su obsesión por las conversaciones cifradas.

La venta a Facebook
En 2014, los destinos de Koum, Acton y Facebook se volvían a cruzar. Los dos emprendedores ya no eran rechazados, como en 2007, sino cortejados: la red social pagó por Facebook 19.000 millones de dólares. Koum ya era superrico y entró directo al puesto 63 de la lista de Forbes de las fortunas estadounidenses (más de 7.500 millones de dólares), que para 2023 ya había duplicado.

El emprendedor ucraniano nacionalizado estadounidense, al que en mayo de este año se le pudo ver en los muelles de Málaga con su yate de 100 metros de eslora y valorado en 220 millones de dólares, invierte parte de su fortuna en donaciones de distinto tipo. Por ejemplo, a fundaciones dedicadas a apoyar proyectos informáticos, o a universidades. Y es especialmente activo en su apoyo económico a organizaciones judías conservadoras, proisraelíes y sionistas de Estados Unidos, como el AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel).

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)