Pascal Bruckner - Filósofo y escritor
«Encerrados en la placenta digital somos más manipulables»
En su ensayo 'Vivir en zapatillas', el pensador francés analiza la «gran retirada» en la que nos sumimos tras la pandemia / «La alianza Trump-Putin-Musk Ya existe, es terrible y supone el triunfo de la pulsión sobre la razón»
Diario Vasco, , 11-11-2024La pandemia generó una «gran retirada» que nos encierra en nosotros mismos y en una confortable pero engañosa placenta digital que nos aísla y nos hace más manipulables y derrotistas. «Hemos dejado de necesitar al otro», denuncia Pascal Bruckner (París, 1948), el filósofo francés y autor de ‘Vivir en zapatillas’ (Siruela), un ensayo que diagnostica el retraimiento y la renuncia al mundo como un mal de nuestro tiempo.
–¿Estamos a punto de no necesitar al otro, de negarlo?
–Sí. Es una de las tendencias más marcadas desde la covid. Vivimos meses encerrados en casa, hablando solo con el vecino a la hora del aplauso. Fue chocante y raro. El vecino y el tendero de toda la vida eran, de pronto, un enemigo potencial: el lazo mortal con el contagio. Fue un laboratorio de anulación del prójimo. En las familias pasó lo mismo. Se aislaba al enfermo en una habitación durante días. Una situación que recuerda a ‘La peste’ de Camus o el ‘Decamerón’ de Boccaccio, en la que el otro es siempre un extraño y un peligro.
–La gran retirada de la que habla, ¿es una novedad histórica?
–No, pero sí lo ha sido para nosotros y en muchas generaciones. Salvo casos como las guerras mundiales, con una división brutal entre amigos y enemigos, no habíamos vivido algo semejante. Ha sido una experiencia metafísica en la que el aliento del otro era una amenaza mortal. A diferencia del sida, que exige un contacto íntimo, aquí no puedes escapar. El mal está en el aire.
–¿Viajamos de la claustrofobia a la agorafobia para refugiarnos en una placenta digital?
–Es una definición perfecta. El miedo al otro se transforma en pavor a la multitud y a los espacios abiertos. Y esto propicia el encierro en esa engañosa placenta digital. Vivimos a través de las pantallas de forma totalmente aséptica, forzados a trabajar aislados y convivir en espacios cerrados con la pareja o la familia, lo que ha generado más divorcios y más violencia doméstica.
–Ser ermitaño en nuestra madriguera doméstica, ¿nos hace más dominables?
–Sin duda. Somos mucho más manipulables. En especial a través de las redes sociales a las que nos sobreexponemos y que exigen una autoevaluación permanente. Son territorio abonado de los bulos y las ‘fake news’. Se nos hará creer cualquier cosa que se nos quiera imponer. Lo hemos visto con la campaña de Trump.
–¿Qué surgirá de una alianza Trump-Putin-Musk?
–Algo terrible, que ya existe y supone el triunfo de la pulsión sobre la razón. Elon Musk es un tremendo narcisista, como todos esos magnates digitales ávidos de un poder ilimitado, mucho mayor que el de los Estados. Putin y Trump son dos caras de lo mismo, lo cual se traduce en una pesadilla real y especialmente mala para Europa.
Imagen – Portada del libro
Portada del libro Siruela
–La era digital, dice, supone el triunfo de la distracción y la derrota de la atención.
–Se basa en una demanda de atención continua. La información no se detiene. Exige una atención constante, de modo que debes ser un héroe para cerrar el teléfono móvil. La atención es como un pez rojo, dura pocos segundos, y la era digital se basa en desviarla sin desmayo.
–Denuncia la proliferación de agoreros y profesores de la depresión.
–Durante la covid cada mañana en la televisión pública francesa aparecían estos gurús de la desgracia vaticinando el fin del mundo, el hundimiento de las sociedades y riesgos climáticos permanentes. Son profesores de la depresión que solo empeoran un ambiente gris. Por fortuna, las vacunas y otros progresos les mandaron al paro.
–Tras tanto pesimismo muestra cierto optimismo, ¿cree que esa generación joven abducida por las pantallas puede despertar?
–Desde luego. Nada es inexorable ni inevitable. El simple hecho de desarrollar en un período tan corto una vacuna contra la covid manifiesta el genio de la humanidad. La posible solución a nuevos desafíos.
Pascal Bruckner.
Pascal Bruckner. Efe
–Asegura que la izquierda ha muerto de dogmatismo. ¿Por qué?
–La gran división de la izquierda en Europa es un hecho. Ha elegido sacrificar su ideología ante la tozudez de los hechos. Prefiere vender sus dogmas a aceptar la realidad. Hay matices nacionales, como en Dinamarca, donde la izquierda ha votado y promovido la reforma de la cuestión migratoria, mientras que en Francia la situación es terrible. Sorprende que la izquierda, supuestamente progresista, se torne derrotista en temas como el cambio climático, la inmigración o el islam. Plegarse al fatalismo de los hechos no es progresista. La izquierda compra el discurso de la derecha, que ahora parece laica mientras que la izquierda se muestra más puritana. El antisemitismo, que era algo muy de la derecha, ahora está implantado en la izquierda.
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