Opinión
Sonrisas y lágrimas
Diario Vasco, , 11-11-2024l riesgo de que una nueva familia Von Trapp huya de nuevo como en la oscarizada ‘The sound of music’, titulada aquí ‘Sonrisas y lágrimas’ no es imposible, aunque se trate de una historia edulcorada por el star system hollywoodense. Hoy, en Austria, hay miles de Julie Andrews y Christopher Plummer que observan con inquietud la deriva que puede tomar el país en los próximos años, tras lo que acaba de suceder en Estados Unidos. «Estamos a la espera de cómo se va a configurar la post democracia aquí, porque va a ser muy interesante ver si caminamos hacia una semi dictadura», me decía un viejo amigo vienés que sigue la actualidad política de su país con gran preocupación.
Inquietantes las declaraciones que días atrás hacía a un diario español Mircea Câtârescu, el escritor y poeta rumano más reconocido internacionalmente: «En el mundo actual los dictadores son elegidos en democracia y con las premisas de la democracia». Para él, el triunfo de Donald Trump es un síntoma de la sociedad en que vivimos, que tendrá repercusiones en Europa y lo cambiará todo, porque él no es el único problema, sino los hermanos ideológicos que tiene en todos los continentes. Se refería al resurgimiento de la extrema derecha en Europa. Un fenómeno que para el autor rumano se va a amplificar.
En el viejo continente, la inquietud comenzó en 1999, con Jörg Haider cuando su partido, el FPÖ que ahora ha ganado las elecciones generales en Austria, se convirtió en la formación ultraconservadora más fuerte de Europa, y en socio de gobierno del democristiano Partido Popular (ÖVP) de Wolfgang Schüssel. La coalición desencadenó un terremoto internacional que trajo sanciones temporales al país, por parte de la Unión Europea.
Veinticinco años más tarde, quien le escribiera sus discursos y lo acompañara en la sombra, ha ganado las elecciones con el 29,2% de los votos. Herbert Kickl, quien se define a sí mismo como un hegeliano de derechas, a pesar de sus lazos familiares con la socialdemocracia, inició su carrera de la mano de Haider, y se le atribuyen algunos de los eslóganes más polémicos que esbozó el político fallecido en 2008. Frases como ‘Sangre vienesa: demasiados extranjeros no hacen ningún bien a nadie’ y ‘Hogar en lugar de Islam’.
Esto hace más de veinte años pudo pasar inadvertido para el grueso de la ciudadanía europea, que veía a Austria, como un país de cuento, de paisajes idílicos, y paseos a la orilla del Danubio.
A pesar de haber ganado las elecciones, la ultraderecha no ha logrado formar gobierno al no obtener los apoyos suficientes. El presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, hace dos semanas encargó al actual canciller y líder de los democristianos (ÖVP), Karl Nehammer, formar gobierno. Van der Bellen le pidió que acuerde con los socialdemócratas (SPÖ), aunque necesitará también el apoyo de un tercer partido para que sea un ejecutivo sólido y estable. El patriotismo desmedido, una cruzada contra la inmigración junto con mensajes populistas y un euroescepticismo que calan en el grueso de la población, están fortaleciendo una corriente ultraconservadora que con el triunfo de trumpismo, parece extenderse como una capa de aceite sobre Europa. En la pequeña Austria, patria de Adolf Hitler, es cuestión de tiempo para que El Partido de la Libertad (FPÖ) de Herbert Kickl se haga con el poder. Mientras los neonazis de Alternativa para Alemania, calientan motores ante la crisis política y económica que asola al país. Tras la reciente ruptura de la coalición tripartita del gobierno alemán, Olaf Scholz se someterá a un voto de confianza el próximo 15 enero, lo que podría conducir a la celebración de elecciones anticipadas para el próximo mes de marzo, aunque los comicios estaban programados para el 25 de septiembre de 2025.
Hay que estar atentos a lo que sucederá los próximos meses en la locomotora económica que marcará el camino a la política europea y donde Alternativa para Alemania (AFD) ya es la tercera fuerza y subiendo en votos, en las pasadas elecciones regionales.
Mientras los analistas e intelectuales de salón se llevan las manos a la cabeza, el pueblo llano norteamericano ha decidido en las urnas quién quiere que le gobierne. Quizá, los sectores más críticos con la corriente ultraconservadora debieran reflexionar cuál es la razón por la que está sucediendo esto. Alguien podría pensar que la clase política tradicional no está siendo capaz de percibir los problemas que realmente preocupan a la gente. Es ahí donde el populismo está ojo avizor para posicionarse en la carrera hacia el poder. Hay que andar más en la calle, visitar el mercado de abastos y escuchar las tertulias del café matutino donde la ciudadanía habla de lo que realmente le preocupa. En eso, la ultraderecha está ganando de calle.
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