‘La cocina’: un menú desmedido sobre inmigración y trabajo
El director de ‘Güeros’ y ‘Museo’ retrata la feroz maquinaria capitalista desde el microcosmos de un restaurante neoyorquino
El País, , 08-11-2024La cocina convierte el microcosmos de una jornada de trabajo en las tripas de un restaurante del centro de Manhattan en un escenario en el que exponer la dureza de la vida laboral en Estados Unidos, especialmente la de los inmigrantes latinos. Dirigida por Alonso Ruizpalacios, una de las voces más interesantes del cine mexicano reciente —director de Güeros (2014), Museo (2018) y Una película de policías (2021)—, la película ofrece una panorámica en la que caben todo tipo de personajes. Se trata de un acercamiento coral que funciona como un menú degustación desmedido.
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Ruizpalacios reconstruye el intenso engranaje de la cocina a través de una coreografía visual en la que se cruzan jefes y empleados, camareras, cocineros y pinches. Todos dentro de un frío laboratorio capitalista cuyos perfiles metálicos conforman la maquinaria del restaurante. Un espacio cerrado que se abre a todo tipo de zancadillas, afrentas y rasgos xenófobos dentro de un marco laboral infernal. Este baile de personajes y situaciones circula alrededor de la trama que une al cocinero mexicano que interpreta Raúl Briones con la camarera estadounidense a la que da vida Rooney Mara, seres marginales desde lugares opuestos. Alrededor de ellos y del robo del dinero de una caja, predomina el barullo general de un espacio cuyos personajes, incluidos los dos principales, no acaban de calar.
Anna Díaz, en ‘La cocina’.
Anna Díaz, en ‘La cocina’.
La película está envuelta en la estética de un blanco y negro que remite a Güeros pero que no resulta expresiva, quizá por los toques de color que se antojan caprichosos o por su banda sonora de aire litúrgico. Basada en la obra teatral de Arnold Wesker, La cocina apunta a la crítica social desde una solemnidad barroca de largos planos secuencia cuyo virtuosismo se queda solo en eso.
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En su arranque, se vale de una cita de Thoreau sobre la maquinaria capitalista, capaz de romper con su ruido cualquier sueño, para seguir los pasos de una joven mexicana recién llegada a Nueva York que busca trabajo en un local, The Grill, de Times Square. Pero lo que sigue, la dinámica frenética en las tripas de ese histérico y enfermo negocio, revela más bien poco de la vida de sus trabajadores, solo pinceladas nerviosas sobre su marginalidad y soledad, sobre las diferencias entre inmigrantes de segunda y primera clase o sobre la desquiciada vida sin papeles. Un fango que se resuelve con una catarsis final a modo de naufragio tan aparatosa como vacua en su reflexión sobre la supervivencia dentro del sueño americano.
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