Trump busca a los miembros de su Gobierno entre multimillonarios y leales

Nombra a Susie Wiles jefa de gabinete y maneja miles de nombres para un equipo llamado a una revolución institucional y administrativa

Diario Vasco, Mercedes Gallego Corresponsal. Nueva York, 08-11-2024

Hace ocho años la victoria le pilló por sorpresa a Donald Trump, que solo había pensado en revalorizar su marca. «¿Te puedes creer que he ganado?», le dijo a Melania. Y esta se echó a llorar. Este año todo es muy distinto. La ex primera dama sonreía la noche de autos y el magnate ya tiene su lista de candidatos para formar gabinete, como si estuviera en la final de su reality show ‘El aprendiz’.

Entonces seleccionó, de la cantera de gobiernos previos, generales a los que admiraba y rostros conocidos de la Fox. Hoy, todos son leales. No más sorpresas. Solo gente afín y obediente. La tercera campaña de Trump ha sido una maquinaria bien engrasada, lejos de la improvisación de su debut. Hay muchos grupos ultraconservadores que han gravitado hacia su órbita tras ver la oportunidad única de implementar una agenda que transformará al país desde sus entrañas institucionales.

Trump ha confiado esta campaña en un equipo de profesionales, presumiendo siempre de tener la última palabra y no hacerles siempre caso. Se basa en su instinto y la experiencia adquirida en su corta pero exitosa carrera política. Al frente de su equipo de transición está ya la primera persona a la que dio las gracias el martes por la noche, al celebrar la victoria en el Centro de Convenciones de West Palm Beach, Susie Wiles, su directora de campaña y que será también su jefa de gabinete.

Es el primer nombramiento anunciado por el ganador de las elecciones, que la presentó anoche a través de un comunicado como «fuerte, inteligente, innovadora y universalmente admirada y respetada». Susie Wiles, de 67 años, amable, sonriente y con aspecto de abuelita, se convertirá así en la primera mujer en ostentar este cargo en EE UU. Está por ver que dure toda la legislatura: el magnate tuvo cuatro jefes de gabinete durante su primer mandato y el primero, Reince Priebus, solo le duró seis meses.

La especialidad de Wiles es «crear orden a partir del caos», ha dicho. Lleva cuarenta años en política y ha sido asesora de senadores, gobernadores y presidentes, entre ellos Ronald Reagan. Participó en su campaña de 2016 y convirtió a Ron DeSantis en gobernador de Florida. Hace tres años Trump la contrató de nuevo para que diseñara la estrategia judicial con la que ha capeado sus cuatro litigios y planificase la campaña electoral.

World Trade Center
Le acompaña en la tarea de dirigir la transición un personaje singular, Howard Lutnick, consejero delegado de la firma de inversiones Cantor Fitzgerald, con el que comparte la experiencia vital de haberse librado de la muerte de milagro. Las oficinas de la empresa ocupaban las plantas de la 101 a la 105 de la torre norte del World Trade Center, impactada el 11-S por un avión de American Airlines. En los ataques murieron 658 de sus 960 empleados, incluyendo su hermano menor Gary, además de 46 visitantes o empleados del restaurante Windows of The World, que les servían en ese momento un desayuno de trabajo. Lutnick se salvó porque ese día acompañó a su hijo a su estreno en la escuela. Sollozando ante las cámaras juró dedicar su vida a cuidar de esas familias, pero ahí mismo, ante la luz de los focos, encontró una nueva vocación como explosivo comentarista de televisión.

La cifra
300
decretos

pretende firmar Donald Trump según llegue al Despacho Oval.

Ha donado personalmente diez millones de dólares a la campaña de Trump y ha recaudado otros 75. También ha aparecido en ‘El aprendiz’ con Trump, con quien ha trabado gran amistad. Además de dirigir la transición, junto a Willis y los hijos mayores del magnate, se baraja su nombre para alguna cartera aún por decidir. Es un firme defensor de Israel y del Gobierno de Benjamín Netanyahu. Su relación con la empresa de criptomonedas Tether, bajo investigación federal, saca a relucir un potencial conflicto de intereses que, por otro lado, justifica la enorme inversión que ha hecho en la campaña de Trump, ya que su llegada al poder hará que la investigación se desvanezca.

Desde hace meses el equipo examina miles de posibles candidatos para cubrir 4.000 puestos en la Casa Blanca desde las dos oficinas que ha instalado en Manhattan (Nueva York) y en el hotel Willar de Washington. Su objetivo más inmediato es firmar nada menos que 300 decretos según llegue al Despacho Oval para agilizar la deportación de migrantes, aumentar las extracciones petrolíferas para reducir el precio de los combustibles, subordinar el Departamento de Justicia a su propia Presidencia, remodelar la cúpula de Sanidad y desmantelar Educación. También quiere inmiscuirse personalmente en el futuro funcionamiento de Defensa y en las decisiones de la Reserva Federal.

Inversionistas
Para secretario del Tesoro se habla del multimillonario John Paulson, popular inversor en fondos de cobertura, el cargo capital de todo el mecanismo gubernamental, aunque también se baraja a Scott Bessent, el fundador de Key Square, un grupo de macroinversiones vinculado a la geopolítica que se encarga desde hace años de los fondos de inversión del ahora presidente electo. Curiosamente, Bessent organizó en 2000 un acto de recaudación a favor del demócrata Al Gore y 16 años más tarde se convirtió en donante electoral de Trump. El fundador de Tesla y propietario de Twitter, Elon Musk, que ha donado más de cien millones de dólares a esta campaña, pretende crear un ministerio de «eficacia gubernamental», que, entre otras cuestiones, se propone reducir en dos billones de dólares el gasto social estadounidense.

Obsesión
Las primeras decisiones se encaminarán a un mayor control fronterizo y la deportación de migrantes
El otro vértice del Gobierno es el de secretario de Estado, actualmente en manos de Antony Blinken. Para ello se dice que Trump piensa en el senador de Florida, Marco Rubio, pero también en el exjefe interino de la Inteligencia Nacional Richard Grenell, al que ya nombrase embajador de EE UU en Alemania en 2018. Este verano ya ha estado reuniéndose con líderes europeos en nombre de Trump.

Leal a su jefe, cuando la derrota de 2020, Trump le envió a montar una ‘sala de guerra’ con un equipo de abogados y voluntarios en un hotel de Las Vegas para intentar crear la farsa de que en Nevada había existido un fraude electoral. Los demócratas le consideran un «vendido sin alma» y un tipo «extremadamente deshonesto», que en privado comentaba a sus empleados que todo era un engaño destinado a generar el caos. Si perdiese el cargo de jefe de la diplomacia, su premio de consolación podría ser el de jefe de Seguridad Nacional.

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