Todavía con la resaca electoral de la victoria de Trump en Estados Unidos, las hipótesis y análisis en torno a sus promesas en campaña y su próxima legislatura fluyen no solo entre sus ciudadanos, sino también en la comunidad internacional. Uno de los que más resuenan quizás sea el tema de la inmigración, puesto que unas semanas atrás, el ya presidente electo había prometido una “deportación masiva de inmigrantes”. EEUU, un país con un importante porcentaje de población extranjera y que guardan un papel determinante en el aspecto laboral, económico o cultural.
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La política migratoria de Trump fe uno de los pilares fundamentales de su carrera presidencial anterior. El republicano incitó la construcción del muro entre México y EEUU, e impulsó severas restricciones de entrada de turistas y refugiados procedentes de países de mayoría musulmana. E incluso, tuvieron lugar insultos racistas y xenófobos, acusando a los inmigrantes de ser “criminales, traficantes de drogas o violadores”.

El número de inmigrantes en Estados Unidos ha alcanzado una cifra récord, a la par que el crecimiento global de la población estadounidenses se está ralentizando por el descenso de la tasa de natalidad. Así, mientras la población total de EEUU ronda los 335 millones de habitantes, los ciudadanos nacidos en el exterior rozan los 48 millones, lo que supone algo más del 14% de los estadounidenses. La población extranjera predominante en Estados Unidos procede de México, seguido de India, China y Filipinas. Y entre los inmigrantes, la cuarta parte están indocumentados, según un análisis del grupo de expertos Pew Research Center.

Con aquella orientación y conforme a su campaña electoral, todo apunta a que la política migratoria seguirá siendo en esta segunda legislatura un tema polémico en la sociedad estadounidense. Según recoge EFE, muchos de los inmigrantes lamentaron el resultado y reflejado su señal de duelo, tristeza y miedo ante la amenaza republicana de "realizar deportaciones masivas de millones de inmigrantes a los que además convirtió en blanco de sus insultos, en una intervención a la que se le denomina “Operación Aurora”.

Y en sus mítines, advertía que la supuesta deportación masiva tendrá lugar por la amenaza de una “invasión de inmigrantes” si no se lleva a cabo, lo que hizo que su rival, la ya derrotada Kamala Harris, le acusara de “avivar las llamas del miedo y la invasión” en torno a la inmigración.
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Pero analizando más profundamente, uno de cada cinco trabajadores en Estados Unidos son extranjeros, según explica BBC. Y casi la mitad de las 500 empresas estadounidenses más grandes por ingresos fueron fundadas por inmigrantes o hijos de inmigrantes.

El sector de la agricultura, por ejemplo, depende en mayor medida de la mano de obra inmigrante, pues más de dos tercios del sector está ocupado por personas no nativas, y en gran medida, indocumentados. “Perderlos dejaría a muchos propietarios de granjas peleando por encontrar mano de obra suficiente para cultivar, cosechar frutas y verduras y prepararlas para los consumidores locales durante las temporadas altas”, dice Nan Wu, director de investigación del AIC, al medio estadounidense.
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Por otro lado, Trump también ha propuesto poner fin a la ciudadanía por nacimiento para los hijos nacidos en EEUU de inmigrantes indocumentados, lo que reduciría considerablemente la población estadounidense total en un futuro si la tendencia a la baja de la natalidad nativa continúa.
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Además, un análisis del Consejo Estadounidense de Inmigración, un grupo de defensa de la inmigración, estableció que los hogares de inmigrantes aportaron casi una sexta parte de toda la recaudación de impuestos en EEUU. Según un informe del American Immigration Council, la masiva Operación Aurora tendría un impacto devastador en más de cinco millones de niños, generando la separación de aproximadamente cuatro millones de familias, resultando en una reducción promedio del 62.7% en los ingresos familiares, lo que equivale a una pérdida de alrededor de 50.000 millones de dólares solo en este aspecto.

Según Los Ángeles Times, algunos expertos advierten que esto podría resultar en niños que esencialmente se conviertan en “apátridos” o que enfrenten “barreras significativas para vivir y trabajar legalmente en el país”, lo que provocaría aún más pérdidas en el futuro. A la par, la aplicación de la ley podría provocar un aumento de los crímenes de odio en el país, lo que afectaría muy gravemente al tejido social de las comunidades en Estados Unidos.