Opinión
La fuerza del miedo
La victoria de Trump representa el poder del instinto primario frente a un mundo en cambio cada vez más complejo
Diario Vasco, , 07-11-2024ojos europeos, la clara victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas nos resulta una pésima noticia, que tendrá consecuencias para todos. Su triunfo representa una vuelta atrás en múltiples aspectos si es capaz de cumplir lo que ha prometido, lo que está por ver. Las encuestas que nos hablaban de empate han vuelto a fallar y es el momento para preguntarnos qué ha pasado para que Trump haya movilizado el voto, de nuevo, contra el sistema y Kamala Harris no haya suscitado una suficiente reactivación del electorado. Ni siquiera del voto del miedo.
Se hablará mucho desde Europa con asombro de cómo es posible que una persona condenada por la Justicia haya tenido semejante baño de apoyo popular, sobre todo entre los jovenes menores de 30 años. Ahora habrá que estar bien alertas de las campañas de persecución contra sus adversarios políticos, de cómo desmonta derechos civiles, de su cruzada contra el aborto y contra la diversidad sexual, de cómo establece medidas contra los inmigrantes y de cómo intenta destruir todo lo que significa la América liberal inspirada en valores que apreciamos y constituyen nuestro modelo de convivencia pluralista.
Es hora de estar vigilantes porque la ola de reacción que viene intentará no dejar títere con cabeza.
Ahora tendremos que preguntarnos el por qué de esa escisión social registrada en la ciudadanía norteamericana, por qué ni siquiera la movilización de las mujeres ha servido para desactivar esta maquinaria de odio político que es el ‘trumpismo’, inspirada en esa mayoría de blancos, varones, machistas y sin estudios ese es el perfil estereotipo de su votante que se han instalado en el resentimiento y en el despecho social. Un ultranacionalismo que rompe el principio de que la democracia gestiona las contradicciones de las actuales sociedades complejas. Es la victoria de la simpleza, del insulto, de la víscera, del instinto primario. Del miedo como estadio natural de la condición humana.
Factura demoledora
Habrá tiempo para analizar la derrota de Kamala Harris
Los 90 días de campaña no han sido suficientes para construir un producto eficaz y el mensaje de mirar al futuro pasando la página de la división no ha sido un gancho útil. El electorado ha preferido mantener la polarización. La factura, que llegará tarde o temprano, será demoledora.
La democracia liberal está en serio peligro. La victoria de Trump ha recorrido el mundo, de punta a punta, como un escalofrío. Simboliza el afianzamiento de un proyecto tóxico y desestabilizador.
Ahora tendrá que gestionar sus propias excentricidades. La gran paradoja es que sabemos que Trump era también muy peligroso fuera de la Casa Blanca cono candidato derrotado. El nuevo presidente en la Casa Blanca al frente del maletín nuclear mientras devora horas de televisión comiendo palomitas a la barbacoa supone un riesgo latente. Al fin y al cabo, habrá que ver hasta qué punto el ‘establishment’ norteamericano es capaz de controlar las excentricidades del magnate republicano.
El verdadero peligro no venía tanto de un Trump ganador que pudiera poner en solfa todas las apuestas mínimamente sensatas de las últimas administraciones. Ni de su discurso reaccionario en materias claves para los derechos civiles. Ni de su misoginia repelente o de su estrategia contra los inmigrantes. Su amenaza se condensa en una coctelera perversa entre la explotación del resentimiento que viene y un victimismo hasta la náuseas. El temor que infundía es que, si hubiera sido derrotado hubiera llamado a ocupar de nuevo el Capitolio, sembrando de dudas y de ‘fakes’ los resultados, negando su legitimidad y creando la figura odiosa de una intrusa que no es digna de ocupar la Presidencia de los Estados Unidos.
Ese era el escenario más temible, el de una fractura civil irreversible que hubiera transformado la democracia norteamericana en algo irreconocible, que trastocaba un país de oportunidades en un país paralizado por las frustraciones y las insidias. La ola que viene puede ser ser de campeonato. A ponerse a cubierta. Y a ponerse las pilas.
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